En la última reunión anual que las personalidades más relevantes de la economía mundial celebran en Davos destacó por encima de todas las demás una palabra a la que quizás todavía estamos poco acostumbrados: robots.
El motivo de ello es que, de una forma algo silenciosa, los sistemas de inteligencia artificial han ido ganando espacios en prácticamente todos los sectores económicos, y la previsión es que sigan creciendo hasta jugar un papel fundamental en la economía de los próximos años y ser el motor que ponga en marcha la Cuarta Revolución Industrial.
Lo cierto es que a finales de la segunda década de nuestro siglo los robots ya son una realidad. Si bien su impacto es más visible en las economías desarrolladas, casi todos los sectores están experimentando o ya implementando iniciativas en este sentido, y es prácticamente imposible encontrar una previsión económica que a largo plazo no tenga en cuenta este factor.
Las opiniones al respecto son de lo más diversas, y oscilan entre el entusiasmo por la innovación y las preocupaciones sobre los puestos de trabajo que podrían verse sustituidos por las nuevas tecnologías. Ante esta situación sería justo preguntarse, ¿cuánto hay de verdad en estas expectativas? En este artículo analizaremos algunos de los costes y beneficios de la inclusión de robots en la economía.
Ventajas y desventajas de los robots
En primer lugar hablaremos de las ventajas para, posteriormente, centrarnos en las desventajas de la robótica en la economía.
Ventajas de los robots
Los beneficios de emplear robots en procesos productivos son muy variados, entre los cuales destaca sin duda su capacidad para realizar acciones complejas y tomar decisiones según los parámetros establecidos por su programador. Esta característica abre significativamente el campo de posibilidades de los robots, ya que les permite llevar a cabo tareas que hasta hace no muchos años se consideraban demasiado complejas para no ser asumidas por trabajadores humanos.
La segunda ventaja es su autonomía con respecto a las personas, ya que pueden ser programados para trabajar en momentos determinados o en forma continua (incluso 24 horas al día) sin necesidad de ser operados manualmente. Este punto constituye un salto cualitativo para las empresas con respecto a las máquinas que tradicionalmente se han empleado en la industria, necesitadas en su mayoría de una acción humana para controlarlas.
Otro de los motivos que explican el éxito de los robots es su flexibilidad, es decir su habilidad para cambiar las tareas que desempeñan o los parámetros bajo los cuales toman decisiones con un cambio en la programación, algo que es prácticamente imposible en la mayor parte de máquinas tradicionales. Dependiendo de la complejidad del robot, esta capacidad de adaptación a cambios en el entorno o en la propia naturaleza de su trabajo llega en algunos casos al extremo de ser sistemas autodidactas, es decir que toman decisiones de acuerdo a parámetros que van adquiriendo con la experiencia diaria.
Por último, los avances de la tecnología han permitido reducir sensiblemente el coste de la producción de robots, aumentando de esta manera los incentivos para que los empresarios inviertan en este tipo de automatización. Podemos decir, por tanto, que se trata de un proceso de mejora con un coste inicial relativamente bajo con respecto a la automatización tradicional (maquinaria industrial, aplicaciones informáticas, etc.) y con un impacto relativamente rápido en la producción, lo que incide en una mejora visible en los índices de productividad en las empresas.
Desventajas de los robots
Del lado contrario no faltan objeciones a la aplicación de robots en la economía, siendo la más destacable entre ellas la creciente preocupación con respecto al impacto de la robotización sobre el empleo. En este sentido son muchos los analistas que vaticinan una destrucción de puestos de trabajo como consecuencia de la sustitución de empleados humanos por robots, con el consiguiente crecimiento del desempleo y caída del consumo, así como de un deterioro de las arcas públicas (al reducirse la base de contribuyentes activos y aumentar la de beneficiarios de ayudas sociales).
Según este punto de vista, la robotización de la economía podría constituir el germen de crisis económicas en el futuro, ya que la destrucción de puestos de trabajo daría lugar a mayores tasas de desempleo e incluso a una reducción de los salarios a la vez que aumentaría la producción de las empresas, lo que generaría un desajuste entre oferta y demanda que podría desestabilizar las economías. La preocupación es tan grande que algunos analistas han propuesto la creación de impuestos especiales e incluso cotizaciones sociales para los robots, con el objetivo de desincentivar su implantación y a la vez obtener recursos adicionales con los que compensar a los trabajadores desplazados por ellos.
Otra desventaja de los robots es que su coste directo de producción puede ser reducido. En ocasiones el hecho de insertarlos en un sistema productivo complejo requiere una serie de costes indirectos mucho más difíciles de estimar y orientados a adaptar las partes que interactúan con el nuevo sistema automatizado. Se trataría, en otras palabras, de estandarizar todo el input que llega a manos de robot para asegurar que funciona de manera óptima sin desperdiciar recursos.
En definitiva, se trata de una revolución que ya estamos viviendo y que, probablemente, seguirá evolucionando. Queda por ver, eso sí, la evolución de los robots, cómo afectan al empleo, los posibles beneficios y las posibles pérdidas derivadas de ello.