Venezuela se encuentra inmersa en una de las crisis más complejas de su historia, pero su hasta ahora presidente, Nicolás Maduro, se siente víctima de una estrecha trama política contra su mandato.
El Gobierno de Venezuela decidió hace un año guardar absoluto silencio sobre las cuentas de su estado financiero, siendo los únicos datos conocidos los que administran organizaciones y consultoras internacionales. Como resultado, y ante la ausencia de una información oficial, las estimaciones más fehacientes son las ofrecidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que cifra la tasa inflacionaria de 2015 en un 200%, la más alta del mundo. Igualmente, la caída registrada en el precio del barril de petróleo, así como el desplome de las exportaciones, han ocasionado que Venezuela termine el año con una contracción del 10% del PIB. Una nota inquietante ya que, según añade el FMI, la situación está lejos de mejorar; el organismo prevé que en 2016 se agudice la recesión en un 6% más, lo que se traduce en un nivel similar al que viven países en estado de guerra.
Patatas fritas de McDonald’s a 126 dólares
La última demostración de la crisis por la que atraviesa Venezuela se define con el precio de las patatas fritas de sus McDonald’s: una ración grande puede costar 126 dólares o, en su propia moneda, 800 bolívares.
El origen del desajuste nace cuando el país limitó las importaciones de patata, de forma que la producción de éste no resultó suficiente para cubrir la demanda de los ciudadanos, ocasionando así un precio desproporcionado de la oferta.
Sin embargo, no hay que olvidar que el Gobierno de Maduro estableció tres tipos de cambio diferentes. Con el “Dólar oficial”, el tipo de cambio es de 6,3 bolívares por cada dólar, por lo que, según esta opción, las patatas fritas de Venezuela posiblemente sean las más caras del mundo.
Los otros tipos de cambio son el “Dólar Sicad”, que son 12 bolívares por cada dólar, el “Dólar Simadi”, que representa 199 bolívares, y el “Dólar Negro” -no está entre los oficiales- que muestra que para comprar un dólar se necesitarían más de 700 bolívares, es decir, menos de un 1% del valor oficial que establece el Gobierno de Maduro. Con todo, si se toma de referencia el tipo de cambio del mercado negro, el precio de las patatas sería poco más de un dólar.
Venezuela, aislada del exterior
Tras las elecciones celebradas el pasado 6 de diciembre, queda plasmado de manera evidente que los venezolanos han dado la espalda a la gestión de la crisis económica por parte de Maduro, marcada por la inseguridad y el desabastecimiento. Además, los aliados de Venezuela en el exterior se van eliminando poco a poco.
La victoria de Macri en Argentina le ha restado un colaborador cercano y en cuanto a la brasileña Rousseff, acuciada por su propia depresión económica y por un más que probable proceso de destitución, la situación del país caribeño no se incluye entre sus mayores problemas.
De modo paralelo, entre los objetivos prioritarios de Cuba tampoco se encuentra salvaguardar el proyecto chavista ni -sin duda- dejar atrás el proceso de deshielo de sus relaciones con Estados Unidos. Mientras, Ecuador y Bolivia están plenamente enfocados en sus propias iniciativas de desarrollo y crecimiento, lo que deja escaso margen para interesarse en cuestiones venezolanas.