Economía del Imperio Romano: Agricultura, comercio y la fuerza del Estado

Economía Imperio Romano Qué Es

¿Qué es la economía del Imperio Romano?

La economía del Imperio Romano, que se desarrolló entre el año 27 a.C. y el 476 d.C., se caracterizaba por su fuerte base agrícola y comercial. La agricultura era la actividad principal, y la población pagaba impuestos al Estado a cambio de poseer y explotar las tierras.

  • El Estado recaudaba impuestos para financiar el ejército, la administración y las obras públicas.
  • Las bases de la economía romana eran la agricultura y el comercio, sostenidas por una extensa red de infraestructuras.
  • La explotación de minas de metales preciosos y otros recursos naturales era esencial para la economía.

Economía del Imperio Romano: Explicación sencilla

Dicho de otra manera, la economía romana era como una gran máquina que funcionaba gracias a la agricultura, la minería, la artesanía y el comercio. El Estado era el «motor» de esta máquina, alimentándola con los impuestos para que funcionara sin problemas.

Gracias a este sistema, Roma pudo expandirse y dominar un vasto territorio, construyendo grandes infraestructuras y manteniendo un poderoso ejército.

La agricultura, que proporcionaba alimentos y productos básicos. Los impuestos, tanto directos como indirectos, financiaban el Estado, incluyendo la enorme maquinaria militar y los gastos públicos.

Los impuestos directos eran pagados por la población en proporción a sus ingresos, mientras que los impuestos indirectos se aplicaban a cosas como las herencias, esclavos y artículos de lujo importados. Además, las minas de metales preciosos y otros recursos naturales eran una fuente crucial de ingresos.

El comercio, facilitado por una vasta red de carreteras y puertos, permitía el intercambio de bienes dentro y fuera del Imperio.

El papel del Estado en la economía del Imperio romano

No era muy habitual la intervención del Estado en la actividad económica, por lo que se permitía la libre competencia. Únicamente podía haber intervención por parte del Estado si las necesidades públicas lo requerían.

Las cuentas públicas de la Antigua Roma se financiaban fundamental a través de impuestos directos, llegando a pagar tributos que iban del 5% al 10% de los ingresos. Si bien es cierto, que también existían impuestos indirectos sobre las herencias, los esclavos, los juegos de gladiadores y por la importación de artículos de lujo. Igualmente, las minas de oro, plata y cobre, también suponían una importante fuente de ingresos para Roma.

En el capítulo del gasto público nos encontramos con que Roma necesitaba mantener un gran ejército para mantener su vasto territorio. De ahí que una parte importante de los gastos se destinase al mantenimiento del ejército. También el aparato burocrático del Estado se llevaba buena parte del gasto, sin olvidar los fondos empleados en el mantenimiento de las calzadas, las estaciones de postas de correos y los gastos de palacio.

En caso de que la plebe o los soldados necesitasen ayudas económicas, se otorgaban ciertas exenciones de impuestos o se realizaban donaciones.

Minería en la Antigua Roma

La actividad minera fue de gran importancia como fuente de recursos para la Antigua Roma. Así, de la Galia se obtenía el hierro, mientras que las minas de Britania aportaban cobre y las minas de Pangeo (Grecia) ofrecían oro.

El mármol se conseguía de las minas de la Isla de Paros y del Pentélico, cuyo comercio se extendía desde Grecia a la Península Ibérica. Por otra parte, de Asia Menor se obtenía oro, plata, cobre y hierro, mientras que las minas de Egipto brindaban el pórfido y el mármol necesarios para construir esculturas.

Mientras que las minas más rentables solían quedar en manos del Estado, las menos productivas se entregaban en régimen de alquiler. Por lo que, quienes las explotaban, debían abonar un canon a Roma. Quienes explotaban las minas tenían libertad para elegir entre mano de obra libre y mano de obra esclava.

Actividades agropecuarias

En la economía de la Antigua Roma, la agricultura estaba valorada como una actividad prestigiosa, pues dicha civilización tenía como origen a una sociedad agrícola y ganadera.

Los patricios, como la élite social, disponían de lujosas villas y explotaban grandes extensiones de terreno o latifundios. Mientras tanto, los esclavos se encargaban del trabajo en el campo, donde se producían diversos alimentos. Estos productos, al ser perecederos, se transportaban diariamente a los mercados.

También existían pequeños agricultores que poseían pequeñas propiedades o que arrendaban tierras a los patricios. Como contraprestación, los pequeños agricultores libres entregaban parte de la cosecha a los patricios.

La artesanía

La producción artesanal era muy variada y prácticamente todos los trabajos de edificación locales les eran encargados a los artesanos de la ciudad.

Más aún, los artesanos solían servirse de materias primas locales para sus trabajos. Así, profesiones como los carpinteros, los herreros y las mujeres tejiendo en los telares jugaron un papel importante en la economía del Imperio romano.

Al tratarse de una producción artesanal, rara vez se recurría a una producción en masa. Solo en ciertos casos como en el del textil, la cerámica o el vidrio podía llegarse a producir a gran escala.

Las ciudades de Asia Menor se situaron a la vanguardia en la artesanía del textil y de los tintes, sin olvidar zonas de Oriente Próximo como Beirut, Tiro, Biblos, Tiberiades y Palestina, que, a su amplio abanico de textiles, sumaban la seda procedente de China.

En cuanto a la producción de medicinas y perfumes, destacaban las ciudades egipcias de Alejandría y Tebas. Precisamente también desde Egipto, Roma se abastecía de papiro.

El comercio

En la época del Imperio romano, el mayor nivel de tráfico comercial, tuvo lugar dentro de las fronteras del propio Imperio.

Para facilitar la circulación de las mercancías se erigieron vías y se ofrecieron mapas y guías. En cambio, el transporte marítimo, permitió el desplazamiento de importantes cargamentos de mercancías. Así, los barcos más grandes de la época, no llegaban a transportar cargas superiores a las 150 toneladas.

El puerto de Ostia resultó vital para la economía del Imperio romano, mientras que, en Oriente, el puerto de Alejandría era el más importante. Dada la importancia comercial de los puertos, el Estado efectuó importantes obras para su mejora. En este sentido, los puertos eran dotados de faros y almacenes.

Precisamente la actividad de los puertos implicaba la necesidad de trabajos y servicios complementarios como los de los barqueros, carpinteros y sogueros. Estos profesionales llegaron a formar asociaciones denominadas collegia, todo ello con la finalidad de proteger sus intereses.

Ciertos meses, las malas circunstancias meteorológicas, obligaban a detener el comercio. Era lo que se conocía como “mar cerrado”. Para favorecer la seguridad del comercio marítimo, solo se autorizaba el comercio de cabotaje, donde el barco navegaba próximo a la costa.

La balanza comercial resultaba deficitaria para el Imperio romano, pues importaba artículos de lujo tales como marfil, especias, ungüentos, animales exóticos, seda y piedras preciosas. Todo ello requería efectuar los pagos con oro y plata. Este tipo de importaciones resultaron dañinas para la economía del Imperio romano.

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David López Cabia , 01 de julio, 2020
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