Cláusula cero
La cláusula cero es una clausula contractual hipotecaria según la cual el banco se garantiza que los intereses cobrados tengan un mínimo del 0%. De esta manera, aun con intereses de referencia negativos, el interés total cobrado no se situará por debajo de este valor.
De forma sencilla, lo que hace el banco es blindarse ante la bajada de los tipos de interés de referencia, normalmente el euribor. Por tanto, afecta a las hipotecas con tipos variables Así, si este interés tomara valores negativos, el banco se asegura una rentabilidad mínima. Así, si los tipos se sitúan en negativo y tenemos una cláusula cero, el banco se asegura que el interés no sea inferior al 0%, ya que en este caso, la entidad debería pagar por prestar dinero.
Los problemas jurídicos de la cláusula cero
Todo comenzó con la cláusula suelo que impedía que los intereses de las hipotecas se situaran por debajo de un valor determinado. La falta de transparencia en los contratos, unida a la crisis económica, llevó a muchos usuarios a demandar a su entidad. Los jueces comenzaron a publicar sentencias en las que esta clausula era declarada ilegal y aquello fue el inicio de demandas masivas. Todo acabó siendo corroborado por el Tribunal Supremo, que sentó jurisprudencia.
En la cláusula cero el asunto es algo más confuso. Hay expertos que consideran que en este caso no existe un abuso claro. De hecho, consideran que puede parecer más una justa pretensión del banco de asegurarse unos ingresos por la prestación de un servicio. En definitiva, es una opción que, siempre que sea voluntaria, dependerá de las partes. Eso sí, la transparencia, aunque es mayor que en las otras, tiene que darse.
Ejemplo de cláusula suelo
Es muy similar al de la cláusula suelo. Consiste en establecer un límite por dejado del cual no bajarán los tipos de interés de la hipoteca. Quizá con un ejemplo se vea más claro. Imaginemos una situación ficticia en que el euribor baje hasta situarse en el -1.5%. Esta situación es más que improbable, pero nos sirve para el ejemplo.
Nuestro banco nos cobra un diferencial del 1% sobre ese euribor. De esta forma, al sumar ambos, nos queda un interés total de -0,5%. El banco debería pagarnos a nosotros. Puede parecer una buena noticia, pero en esta situación lo que sucedería es que nadie estaría dispuesto a prestar dinero. Esta cláusula cero le garantiza al banco que como mínimo, el tipo de interés sera del 0% y solo pagaríamos el capital del préstamo.