Los hechos acaecidos esta semana han llenado de euforia a los mercados. Las medidas tomadas en Europa van a traer repercusión durante mucho tiempo y todo apunta a que la inundación de liquidez ha venido para quedarse.
Eso sí, la volatilidad financiera ha dado quebraderos de cabeza a más de uno. La expectación venía de la semana pasada, cuando el Banco Nacional de Suiza, en una jugada inesperada, decidió eliminar el suelo que fijaba el cambio euro-franco en 1,20 francos por cada euro, lo que provocó que el franco se apreciara casi un 20% con el euro en un solo día. Siendo esto una auténtica carnicería para los traders de divisas.
Draghi, que como presidente del BCE pasará a la historia por su amor a la impresión de billetes, el Jueves sacó la artillería pesada, comprometiéndose a invertir más de un billón de euros en compra de bonos públicos y privados durante veinte meses a partir del próximo mes de marzo. Jugada, que por cierto, a Alemania no le gusta ni un pelo.
El país germano hasta ahora había evitado que el BCE se dejarse llevar por las corrientes de inyección de liquidez impulsadas desde Estados Unidos y Japón. Con sus políticas de austeridad trataba de protegerse de la inflación, cosa que siempre ha causado pánico entre los alemanes. Ahora que los fantasmas de la deflación están asolando Europa, es hora del dinero para todos. El dinero llegará a todos los estados miembros de la Unión Europea, pero según su peso en el banco, por lo que la cartera del BCE tendrá un 25,6% de bonos alemanes.
A los bonos españoles les corresponderá un 12,6% de ese dinero, lo que significa que casi 150.000 millones de euros irán para España. ¿Os acordáis del famoso rescate? Al final el Estado recibió 41.300 millones: ahora llegará tres veces esa cantidad de dinero y sin ruido ni polémicas, no como en aquellos tiempos en que la prima de riesgo salía todos los días en los medios de comunicación. Ya que el dinero llegará, esperemos que vaya a donde tiene que ir, los bolsillos de los ciudadanos.
Por último, mencionar que estas medidas han provocado una severa depreciación del euro, que no es poca cosa. Ayer por la noche cerró a 1,12 dólares, un 23 por ciento menos que hace tres meses. La ventaja de esto es que los productos europeos resultarán más baratos en el exterior y así se logrará aumentar las exportaciones.