Las políticas fiscales aplicadas por los gobiernos en Latinoamérica han ido enfocadas a la liberalización de las economías y la baja presión fiscal. Sin embargo, los altos niveles de corrupción siguen asfixiando el progreso económico en la región.
Latinoamérica es una región que, aunque está adaptando sus políticas públicas al nuevo marco económico y político que requiere el nuevo escenario geopolítico, siempre se ha caracterizado por tener un sistema fiscal bastante liviano. En Latinoamérica, si observamos los datos que recoge la presión fiscal de los distintos países de la región, podemos observar como, en promedio, hablamos de una presión fiscal bastante moderada.
Como ocurre en todo lo que concierne a la ciencia económica, hablamos de una presión fiscal moderada por el hecho de que en contraste con otros países como los que conforman el elenco de la OCDE, Latinoamérica, posee unos niveles de presión fiscal más bajos. Y es que, en promedio, en Latinoamérica la presión fiscal alcanza alrededor del 23% del Producto Interior Bruto (PIB), mientras que en los países miembros de la OCDE, la media ronda el 34% del PIB.
Como podemos observar, una media dista mucho de la otra. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que hablamos de un promedio de los países que conforman Latinoamérica, Centroamérica y El Caribe, pues entre todas las regiones integrantes podemos observar una gran disparidad entre las tasas de presión fiscal de unos y otros. Una muestra más de la desigualdad que presenta la región .
¿Quieres ser el maestro de tus finanzas?
Utiliza los 2 nuevos programas de Economipedia para convertirte en un experto en educación financiera e inversión 💰
Prueba una clase gratis y da el primer paso 🚀!
La presión fiscal en latinoamérica
Si sacamos la lupa y observamos individualidades, Perú, por ejemplo, con un 16% de presión fiscal, o República Dominicana, con un 13,7%, son muestras de países donde la presión fiscal es claramente inferior a otras regiones como Cuba, donde la presión fiscal roza el 42% del PIB. Una peculiaridad de extremos en la que también se pueden encasillar a países como Argentina o Brasil, los cuales muestran una presión fiscal superior al 30% del PIB.
Otro casos peculiar, pero por el lado opuesto de la moneda, es el caso de Guatemala. Si observamos los casos de República Dominicana o Perú, las cifras de crecimiento económico y de actividad económica en las regiones dan soporte a la política fiscal aplicada. Estamos hablando de dos de los países que mayor crecimiento han tenido en los años predecesores. Además, República Dominicana, en concreto, es el país con mayor crecimiento económico de toda la región.
Sin embargo, el caso de Guatemala es bien distinto, pues para poseer una presión fiscal tan baja, el país atraviesa una tortuosa situación económica, percibiendo una situación de pobreza extrema y que está derivando en una masiva migración de personas a los países colindantes, tratando de huir de un país en el que el hambre, así como de la inseguridad que se percibe en el territorio. Por esta razón, a simple vista, no es comprensible como un país que carece de servicios tan básicos, a su vez, aplica políticas fiscales que, a priori, no tratan de paliar la situación.

Con otra perspectiva y en la que sí se podría justificar la política aplicada por el país es en la atracción de capital ajeno. Es decir, Latinoamérica es una región que se ha caracterizado por la dependencia de los países integrantes de la inversión extranjera. Ante una situación de aplicación de políticas fiscales laxas, podríamos entenderlo como un incentivo a la atracción de inversión extranjera y empresas al país, por lo que, solamente así, podríamos justificar dichas medidas.
La fiscalidad oculta de la región
El problema que Latinoamérica y que siempre ha significado la “mano negra” de su economía ha sido el problema, o fenómeno, de la corrupción en los países. Hablamos de una fiscalidad baja en algunos territorios, aunque cabe destacar que las tasas de presión fiscal que presentan los países no recogen la presión fiscal oculta, aquellas tasas ocultas que derivan de la corrupción, y que, como es obvio, presenta un coste agregado a los ciudadanos en el país.
Según el ranking que mide los índices de corrupción de los países que conforman la región, los resultados que se muestran vuelven a poner el foco sobre el destacado y curioso caso de Guatemala. Como digo, curiosamente, uno de los países que presenta mayores índices de corrupción en Latinoamérica. Un país que aplica una baja presión fiscal, pero que, sin embargo, soporta una de las mayores tasas de corrupción de todo el territorio.
Junto a Guatemala se encuentran Venezuela, Nicaragua o México. Como decía, una compleja curiosidad, pues estos países mencionados, salvo Nicaragua, el resto presentan unos niveles de presión fiscal moderadamente bajos. En el caso de Venezuela, esta se encuentra en el 14,4% del PIB, mientras que en el caso de México, la presión fiscal se encuentra en el 16,2%. Claro, como he dicho anteriormente, todo ello sin tener en cuenta la corrupción, disciplina en la que estos países completan la cabecera del ranking.
Como es obvio, la elevada corrupción que presentan estos países dificultan el correcto funcionamiento de la economía, lastrando todo el progreso en el país. Una corrupción difícilmente suprimible, pues muchos ciudadanos latinoamericanos perciben la corrupción como un caso cotidiano, sin poder presentar lucha para acabar con ella. Tal es el caso que en países como los mencionados anteriormente, la democracia corre el riesgo de desaparecer por el simple hecho de ser, el gobierno, el mayor foco de corrupción en el país.
La economía sumergida toma un papel muy relevante
Si hablamos en términos de economía informal o economía sumergida, los datos nos van a sorprender bastante, pues fijémonos en lo que decíamos anteriormente. Latinoamérica, en contraste con los países de la OCDE, presentaba unos niveles de presión fiscal muy bajos y moderados. Ahora bien, si observamos los últimos registros que nos facilitaba el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la economía informal en la región de América Latina, el promedio es excesivamente elevado y muy distante del que presentan los países de la OCDE.
Mientras la OCDE presenta un promedio de economía sumergida del 18%, o Europa, que presenta un promedio del 22%. Latinoamérica presenta un nivel promedio aproximado de economía sumergida del 40% del PIB. Hablamos de que la economía sumergida en los países de la región suponen casi la mitad del Producto Interior Bruto. Según el FMI, en Latam hay, aproximadamente, 130 millones de personas trabajando en situación irregular, a la vez de que países como Bolivia, muestran la friolera del 62% de su PIB como economía sumergida en el país.
Si volvemos al caso de Guatemala, recordemos que hablábamos de una de las presiones fiscales más bajas de la región. Sin embargo, si hacemos alusión a las aproximaciones que nos facilitaba el World Economic Forum (WEF) en 2016, la economía sumergida en el país alcanzaba el 70% del PIB. Como podemos ver, la economía sumergida en el país supone casi tres cuartas partes (3/4) de la economía en el país. Una situación que, pese a la baja presión fiscal, dificulta en exceso el progreso económico de los países de la región.
Por no hablar del esfuerzo fiscal, un indicador que daría para otro artículo comparativo completo y que arrojaría luz adicional al asunto.