¿Os gustan las películas de zombis? Esas en las que un zombi muerde a una persona normal y la convierte en otro comedor de cerebros hambrientos en una carrera sin fin.
En la mayoría de esas películas no se pregunta a los zombis si saben que son zombis, probablemente porque casi nunca son capaces de hablar coherentemente, pero seguramente no sabrían que se han transformado y que ya no son humanos.
La banca tradicional está viviendo el mismo proceso, ha sido mordida no una sino tres veces y la han transformado irremediablemente en un muerto sin voluntad propia, aunque no sea consciente de ello.
Las tres mordeduras fatales se las han dado la regulación, las fintech y el cambio generacional. Las tres se retroalimentan e interrelacionan entre sí para poco a poco ir comiéndose los servicios y productos que los bancos han ofrecido tradicionalmente al mercado en exclusiva.
Primera mordida: La regulación financiera
La regulación financiera, cuyo máximo exponente sería Basilea III, pretende un sistema financiero más sano, fuerte y estable para que no sucedan crisis financieras como la de 2008.
El problema es que, al mismo tiempo, las limitaciones que imponen a la banca para que sean más seguras, les impide adaptarse a los nuevos tiempos. Y nunca ha habido tiempos más rápidos y cambiantes que los actuales.
Ojo, la regulación no es mala en sí misma, dependerá mucho de cómo esté enfocada e implementada, pero como todo en esta vida, los excesos son malos y acaba siendo peor el remedio que la enfermedad.
Adicionalmente, la propia banca en un intento de ser el alumno más aventajado de la clase, se auto impone regulaciones internas de control que limitan aún más su capacidad de actuación.
Segunda mordida: Las fintech
Las fintech han tenido y seguirán teniendo el impacto más visible y directo en el fin de la banca tradicional como la conocemos. Cada día aparece una nueva empresa que se especializa en un producto o servicio de la banca, pero haciéndolo mejor, más rápido y más barato.
Las empresas de crowdfunding y crowdlending les quitan el negocio del crédito a los bancos tradicionales. Las pasarelas de pago como Paypal se llevan el proceso de pagos entre los clientes. Compañías emblemáticas como VISA, Mastercard o más recientemente N26, Revolut u otras, van copando todo el negocio de las tarjetas de crédito. Y podríamos seguir así con todas las fuentes de ingresos de la banca tradicional.
Los seguros, el brokerage, el asesoramiento financiero o incluso los depósitos, dónde las estrategias de generación de rendimiento con las criptomonedas empiezan a ser una alternativa para los depósitos a plazo, están siendo dominadas cada vez más la nueva banca digital.
La última mordida: el cambio generacional
¿Hace cuánto que no vais a una oficina bancaria? Y lo que es peor, ¿para qué iríais a una oficina bancaria? Probablemente las respuestas sean por obligación o porque no quede alternativa. Eso es un cambio exponencial respecto a la generación anterior que le gustaba ir a la oficina física y tener un trato personal directo.
El cambio generacional va unido al cambio en las dinámicas de consumo y preferencias de los usuarios, que son los que al final provocan todos los cambios importantes.
Los bancos obviamente lo saben y reaccionan tratando de imitar a las fintech, cierran de manera masiva oficinas y las que mantienen las modifican para que la experiencia de usuario sea más dinámica y veloz.
En paralelo, ponen todos sus esfuerzos en que su oferta de valor se asemeje lo más posible a las nuevas empresas financieras. Lamentablemente, para ellos, la brecha tecnológica y la brecha en la cultura empresarial no son fáciles de salvar ni siquiera con grandes inyecciones de capital.
Las fintech son por naturaleza empresas más pequeñas y, por tanto, más ágiles y rápidas. Además, han sido muy inteligentes en su ataque a los grandes bancos, no pretenden sustituirlos sino hacer mejor lo que ellos hacen.
¿Google o Amazon serán los nuevos bancos?
¿Os acordáis cuando decían que Amazon, Facebook o Google iban a convertirse en bancos por las enormes bolsas de liquidez que tienen? No lo han hecho ni lo harán porque el negocio general de los bancos es muy poco rentable y sobre todo porque no lo necesitan.
Todas las empresas de la nueva banca que hemos comentado se aprovechan de los bancos para desarrollar sus servicios. Utilizan las cuentas corrientes que ya existen y la infraestructura bancaria tradicional para pivotar sus productos y servicios sin tener que invertir en replicar esas estructuras.
Incluso eso está cambiando rápidamente y cada vez los necesitan menos, como muestran la tecnología blockchain y la corriente de las finanzas descentralizadas.
La cultura empresarial es un clavo adicional en el ataúd de los bancos tradicionales, ya que sus estructuras internas son lo más parecido a un ministerio anquilosado y obsoleto.
Demasiados años haciendo lo mismo y de la misma forma, hacen muy complicado que los bancos vean otra manera de hacer su trabajo y entregar valor a sus clientes. Al final, si solo tienes un martillo en tu caja de herramientas, todo lo que ves a tu alrededor te parecen clavos.
Y entonces, ¿es el final de los bancos tradicionales?
El fin de la banca tradicional como la conocemos no significa que sea el fin de todos los bancos comerciales que existen en la actualidad.
No parece realista asumir que todos vayan a ser reemplazados por las fintech, sobre todo porque ninguna empresa de la nueva banca va a querer ocuparse del necesario e imprescindible negocio fiduciario: el depósito y custodia del dinero de sus clientes.
El escenario más probable es la coexistencia temporal entre ambos modelos al tiempo que la banca tradicional se va consolidando y haciéndose aún más tradicional al quedarse con el negocio más básico y de menor valor añadido para los clientes.
Los zombis al final van a poder coexistir con los humanos, pero pasando mucha hambre.