Crac bursátil
Un crac bursátil es una caída vertiginosa de un título cotizado o un conjunto de ellos, muy frecuentemente originada por situaciones de pánico o alarma financiera.
Suele considerarse que los cracs son la antesala de un periodo de recesión económica, como respuesta a la posible explosión de una burbuja económica. No obstante esto no es absolutamente imprescindible. En muchas ocasiones los efectos de un crac bursátil no se extienden en el tiempo y se vuelve gradualmente a la situación anterior de normalidad quedando como un simple fenómeno pasajero. Estas fluctuaciones se deben a los ciclos bursátiles, que son a su vez provocados por los ciclos económicos.
No existe un punto definido en el cual se fije esta bajada para que se considere un crack bursátil. Aun así, se suele marcar en una caída del 20% o mayor, porque cuando el mercado cae más de un 20% se considera un mercado bajista. Este nivel supone una quinta parte del valor total dentro de un periodo breve de tiempo.
Algunos de los cracs bursátiles destacados en la historia económica reciente son el crac de 1929 (suceso que dio nombre a este concepto), la burbuja tecnológica de la punto-com y la de las subprime y la quiebra de Lehman Brothers en 2008. Adicionalmente, entre finales de febrero y principios de marzo del año 2020, se produjo una de las mayores caídas de la historia de la bolsa.
En el siguiente gráfico podemos ver señalados en rojo, verde y azul las peores caídas de la bolsa de valores hasta el año 2020. Concretamente, el gráfico refleja el tiempo que tardó el S&P500 en caer un 20%. En algunos casos hay crack bursátil y en otros, simplemente hay bajadas prolongadas en el tiempo con bajadas puntuales más pronunciadas.
Fases de un crack bursátil
Las fases de un crack bursátil se pueden resumir en dos:
- Un inicio frecuentemente a causa de una burbuja especulativa. Lo cual provoca que los inversores comiencen a adquirir acciones con la expectativa de que el valor de estos aumente. El aumento de valor que se produce invita al resto a invertir en los mismos productos. El estado de euforia se propaga y el resultado son acciones por encima de su valor real.
- En este punto los inversores iniciales se deshacen de las acciones a este alto precio, haciendo que este baje y el resto de individuos desee quitarse de encima también sus inversiones ante el desplome provocado. Lo cual provoca un efecto cadena que crea un estado de pánico generalizado en bolsa en un corto periodo de tiempo.
En los mercados financieros tienen lugar muchos movimientos especulativos. Así, en algunos de ellos, no en todos, ocurre que un gran número de inversores sea arrastrado por modas o tendencias actuales, actuando en una especie de marea. En este tipo de situaciones, los que disponen de menor información generalmente son los más perjudicados y los que se encuentran con mayor volumen de pérdidas ante los desplomes en bolsa.
Es por eso que usualmente se recomienda en épocas de sobrevaloración de acciones máxima atención, ya que es habitual que precedan a cracks bursátiles y quizás lleguen a ser buenas ocasiones para no actuar como la mayoría eufórica y encontrar otras oportunidades de inversión.
Causas de un crac bursátil
Habitualmente, un crac bursátil se produce en situaciones de alarma y pánico. Ahora bien, ¿por qué se produce este pánico en las bolsas? Generalmente por malas noticias, sucesos inesperados o burbujas especulativas. Esta última es la más conocida, pero no la única. Tal es el caso, por ejemplo, del crac de 2010. Este, según indican las investigaciones, fue provocado por una manipulación del mercado a través de algoritmos que vendieron sin parar. Horas después el mercado se había recuperado de una caída del 9%.
Así pues, aunque los crac más recordados y famosos tienen como causa una gran burbuja o una subida injustificada de los precios, no siempre es así. Otro caso es el de 1987. El Dow Jones llegó a caer un 22% en un solo día, pero meses después ya se había recuperado. Distintos son los del año 2000 y 2008 en los que el crac bursátil atendía a un problema que perduró durante varios meses.
Entre esas malas noticias, pueden estar peores resultados de una empresa de lo esperado, datos macroeconómicos muy negativos, anuncios de impagos de deuda o, incluso, epidemias.