Cuenta a la vista
Una cuenta a la vista es una cuenta bancaria con disponibilidad de todo el saldo y sin plazos. Suele utilizarse para administrar los ingresos y pagos habituales del cliente.
Imaginemos que una persona necesita una cuenta bancaria donde cobrar su salario. Al mismo tiempo, también está buscando una manera de domiciliar el pago de sus gastos corrientes, como la luz o el alquiler. Se trata, en definitiva, de una cuenta no para ahorrar, sino para administrar el día a día.
En estas circunstancias, la opción más recomendable suele ser una cuenta corriente. De no ser posible, también existen alternativas como las cuentas a la vista, que explicaremos a continuación.
¿Qué es una cuenta a la vista?
Los requisitos suelen ser menores que los exigidos para una cuenta corriente
Las cuentas a la vista, en esencia, son contratos basados en un depósito bancario. El cliente ingresa en su cuenta una cantidad de dinero y, por un tiempo indefinido, el banco lo mantiene disponible. El titular (y las personas autorizadas) en cualquier momento pueden disponer de todo el saldo, sin restricciones de ningún tipo.
Esto implica que no existe, a diferencia de otras cuentas, ningún compromiso por parte del cliente a mantener su dinero durante un tiempo determinado. Precisamente, esta es la principal diferencia con el depósito a plazo, otro producto bancario muy popular.
Los requisitos para abrir una cuenta a la vista dependen de la entidad bancaria y de la legislación del país. En general, suelen ser menores que los exigidos para una cuenta corriente.
Ingresos y gastos
Muchos bancos permiten emitir cheques o asociar una tarjeta de débito a las cuentas a la vista
Para depositar dinero en la cuenta, puede hacerse en efectivo, acudiendo a una sucursal del banco. Otra opción es hacer una transferencia desde otra cuenta.
Para disponer de dinero, se pueden utilizar los dos métodos anteriores.
Una vez abierta la cuenta, el cliente puede seguir depositando dinero de la misma manera. También puede domiciliar sus ingresos, como su salario, para que se ingresen a la cuenta directamente.
En cuanto a los pagos, hay distintos medios para afrontarlos. Uno de ellos es la domiciliación de los gastos, que permite que se cobren directamente de la cuenta, deduciendo su importe del saldo disponible.
Además, muchos bancos ofrecen al cliente la posibilidad de emitir cheques o asociar una tarjeta de débito a las cuentas a la vista. En ambos casos, se trata de pagos que se cargan sobre el saldo, sin necesidad de efectivo. Naturalmente, esto solo es posible en la medida en que haya dinero suficiente en la cuenta del pagador.
Ventajas y desventajas
Estas cuentas apenas suelen ofrecer remuneración por el dinero depositado
Como hemos mencionado anteriormente, las cuentas a la vista son un instrumento muy útil para gestionar los ingresos y gastos habituales del cliente. Suelen abrirse con rapidez, y sin grandes requisitos por parte de la entidad bancaria.
De hecho, esta es una de las grandes ventajas con respecto a las cuentas corrientes. Recordemos que, en este tipo de producto bancario, muchas entidades exigen condiciones que son difíciles de cumplir para algunas personas. Siendo el más importante de ellos, en ocasiones, garantizar un nivel de ingresos a domiciliar en la cuenta.
Por este motivo, muchos clientes, especialmente con bajos ingresos, optan por las cuentas a la vista. De esta manera, pueden acceder a servicios muy similares, aunque a veces tengan que pagar algo más en comisiones.
La segunda ventaja es que, al no exigir ningún saldo mínimo en cuenta, el cliente puede retirar todo su dinero cuando quiera. Por el contrario, si en su lugar tuviera un depósito a plazo, debería pagar una cantidad al banco para hacerlo, normalmente un porcentaje del saldo dispuesto.
La gran desventaja de estas cuentas, en cambio, es que apenas suelen ofrecer remuneración por el dinero depositado. En este sentido, son similares a las cuentas corrientes, o incluso peores.
Por esta razón, si el objetivo es ahorrar el dinero que vamos ingresando, puede que una cuenta a la vista no sea la mejor opción. En su lugar, un depósito a plazo podría ser más recomendable, dado que estos productos suelen remunerar mejor al cliente. Todo ello, naturalmente, a costa de limitar la disponibilidad de los fondos.