Nueva Rumasa: Qué fue, red de sociedades y estafa
- Fue un entramado de sociedades que combinaban negocios inmobiliarios, turísticos, vinícolas y alimentarios.
- Alcanzó un nivel de endeudamiento excesivo y supuso una gran estafa a bancos e inversores.
- Muchas de sus sociedades operaban en paraísos fiscales y territorios de baja tributación.
¿Qué fue Nueva Rumasa?
Nueva Rumasa fue un entramado empresarial español que englobaba negocios inmobiliarios y turísticos, así como también bodegas y compañías alimentarias.
Una red de sociedades
Nueva Rumasa estaba conformado por un complejo entramado de sociedades. Sin embargo, estas empresas no contaban con una matriz común.
Pese a todo, el entramado societario estaba en manos de la familia Ruíz Mateos. Así, las empresas de Nueva Rumasa estaban inscritas en paraísos fiscales y países con bajos niveles impositivos.
Nueva Rumasa comenzó su andadura en 1996, cuando la familia Ruíz Mateos destinó los recursos que no les habían sido expropiados para crear un nuevo entramado de sociedades.
Las empresas de la familia Ruíz Mateos se caracterizaron por operar de manera poco transparente y por contar con una intrincada estructura financiera.
La estafa bancaria
Nueva Rumasa llegó a disponer de 4.067 cuentas abiertas en 117 bancos distintos. Todo ello complicaba su seguimiento desde el punto de vista legal y financiero.
Las deudas fueron creciendo en Nueva Rumasa hasta situarse en 577 millones de euros en el año 2009. El entramado empresarial no podía hacer frente a los pagos más inmediatos y desde el punto de vista financiero no podía continuar con su actividad.
Aquel año debían pagar una deuda de 197,5 millones de euros y el siguiente estaban en la obligación de abonar otros 194,6 millones de euros. Era urgente conseguir financiación para poder afrontar semejante nivel de endeudamiento.
Para ello, Nueva Rumasa optó por el descuento de efectos. A su vez, se crearon 25 sociedades que emitían facturas de operaciones inexistentes. Estas facturas se entregaban a las entidades financieras para conseguir el descuento de efectos.
A través de esta estafa, Nueva Rumasa logró conseguir el dinero que necesitaba. Pero este tipo de fraude acabó convirtiéndose en algo piramidal, pues Nueva Rumasa debía devolver los fondos dispuestos al tiempo que aumentaban sus gastos financieros.
Engaño a los inversores
Al no poder conseguir más financiación bancaria, Nueva Rumasa optó por ocultar su dramática situación financiera a sus acreedores. La situación del entramado empresarial era crítica y la familia Ruíz Mateos debía hacer frente a sus desorbitados gastos personales.
Los siguientes en ser estafados serían los inversores. Para ello, Nueva Rumasa recurrió a una intensiva campaña de publicidad en medios de comunicación. Ofreciendo una imagen de solvencia y fortaleza, la compañía animaba al público a invertir en sus pagarés.
A cambio del préstamo mediante un pagaré, Nueva Rumasa prometía una atractiva rentabilidad a los futuros inversores. Para ello, los inversores debían hacer una aportación mínima de 50.000 euros, cuantía que se estableció sin tener en cuenta los límites marcados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
En el posterior juicio se acreditó que, a través de estos pagarés, Nueva Rumasa consiguió más de 243 millones de euros entre 2009 y 2011. Por otra parte, Nueva Rumasa debía abonar 48 millones a sus inversores en concepto de intereses.
La estafa adquirió una estructura piramidal. Los primeros inversores lograron cobrar sus intereses, pero, a medida que el número de inversores aumentaba, la espiral de deuda se incrementaba hasta alcanzar los 289,1 millones de euros.
¿Dónde estaba el dinero?
El dinero obtenido fraudulentamente se destinó a propiedades inmobiliarias, vehículos de la familia Ruíz Mateos y se ingresó en cuentas en el Banco Etcheverría.
Las retiradas de fondos diarias y los ingresos en efectivo permitían ocultar los traspasos entre cuentas.
El rastreo del dinero se tornó especialmente complicado, puesto que las sociedades de Nueva Rumasa estaban domiciliadas en países opacos como Belice, Panamá, Suiza, Andorra, Holanda, Estados Unidos y Chile.
El final de los Ruíz Mateos
En 2011 la situación financiera de Nueva Rumasa era insostenible y se puso en marcha un concurso de acreedores voluntario.
Los Ruíz Mateos eran conscientes de que no podrían devolver las cantidades estafadas. Para ello pusieron al frente de sus empresas a los liquidadores Gerardo Díaz Ferrán y Ángel de Cabo Sanz.
Estos liquidadores compraron las empresas de los Ruíz Mateos, permitiendo a la familia conservar el 80% del patrimonio y quedándose ellos con el 20% restante.
En 2017 se abrió juicio a Ángel de Cabo Sanz, Gerardo Díaz Ferrán y seis de los miembros de la familia Ruíz Mateos por blanqueo de capitales, estafa agravada, blanqueo de capitales y delitos contra la Hacienda Pública.