Desde 1850 se produjo en algunos países, sobre todo europeos, el fenómeno conocido como Segunda Revolución Industrial. Gran parte de los historiadores sitúan el fin de este proceso en 1914, coincidiendo con el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Este fenómeno puede considerarse la segunda fase de aquella primera Revolución Industrial que se vivió en el Reino Unido. En este caso, los países en los que se expandieron los avances industriales fueron Francia, Alemania, Bélgica, Japón y Estados Unidos. Posteriormente, la industrialización se extendería a España, Rusia e Italia y más tarde por el resto de países occidentales. Décadas más tarde vivimos una tercera e incluso una cuarta revolución industrial.
La Segunda Revolución Industrial significó que los avances tecnológicos y científicos salieron desde el Reino Unido, llegando a otros lugares. Obviamente, la expansión de estos elementos, también tuvo repercusiones en estos países.
Características de la Segunda Revolución Industrial
Las principales características de la Segunda Revolución Industrial son las siguientes:
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- La expansión económica e industrial no solo se limita a Gran Bretaña, sino que también se produce en países como Alemania, Japón y Estados Unidos.
- Se introducen nuevas materias primas y fuentes de energía como el petróleo y la electricidad.
- Evolución de las comunicaciones gracias a la aparición del teléfono y la radio.
- La productividad se ve incrementada gracias a la implementación de los sistemas de producción en cadena.
- Surgen nuevos transportes, entre los que destacan los automóviles y los aviones.
Causas de la Segunda Revolución Industrial
Son diversos los motivos que condujeron a la Segunda Revolución Industrial, con un crecimiento industrial y económico que trascendió en diferentes países. Entre los principales factores se encuentran los siguientes:
- El liberalismo y el papel central de la burguesía contribuyeron al desarrollo industrial de las naciones.
- La fuerte competencia entre las grandes potencias propició el desarrollo industrial.
- El colonialismo permitió a las principales potencias abastecerse de las materias primas o inputs que precisaban para sus actividades industriales.
- El crecimiento industrial estuvo acompañado por una profesionalización y especialización de la mano de obra.
- El incremento de la población europea favoreció la expansión industrial.
Consecuencias socio tecnológicas de la Segunda Revolución Industrial
El crecimiento de la actividad industrial fue acompañado por un notable desarrollo científico que permitió el acceso a nuevas fuentes y formas de energía.
Asimismo, los avances tecnológicos y científicos también tuvieron un fuerte impacto en los medios de transporte, erigiéndose cientos de miles de kilómetros de vías férreas en Europa y Estados Unidos.
Si bien la Segunda Revolución Industrial representó el triunfo del capitalismo, este sistema provocó descontento y protestas entre las clases trabajadoras. Todo ello hizo proliferar los movimientos obreros, entre los que destacan el socialismo y el anarquismo. Agrupados en torno a sindicatos, las clases trabajadoras reivindicaban unos salarios y unas condiciones laborales dignas.
La industrialización de las grandes potencias conllevó una rivalidad económica que desembocó en una rivalidad política y en una creciente pugna por los recursos que condujo a la Primera Guerra Mundial. Como parte de esta rivalidad, las potencias europeas, requerían de materias primas que obtuvieron gracias a la expansión colonial de sus imperios.
La fuerte expansión industrial vivida en este periodo también afectó a la distribución de la población, lo que se plasmó en un importante crecimiento de las principales ciudades de los países más industrializados.
¿Qué países lideraron la Segunda Revolución Industrial?
La Primera Revolución Industrial consolidó a Gran Bretaña como la principal potencia económica. Sin embargo, las avances técnicos y científicos terminaron expandiéndose a otros países como Estados Unidos y Alemania.
Así, Estados Unidos experimentó un gran crecimiento gracias a la amplia disponibilidad de materias primas, al desarrollo del ferrocarril y a su fuerte influencia en América Latina.
Otro país que también sufrió una gran transformación fue Alemania. Tras su unificación y debido a las políticas proteccionistas, Alemania vio cómo su industria se expandía hasta superar a Gran Bretaña como principal potencia industrial europea.
Pero, la transformación más espectacular fue la de Japón. El archipiélago nipón, que prácticamente había estado anclado en el feudalismo, incorporó en buena medida la cultura occidental a su sistema político y económico durante la era Meiji. Todo ello supuso una fuerte modernización e industrialización del país impulsada por su gobierno.
El uso de nuevos materiales fue un elemento clave en la II Revolución Industrial

En este momento, los avances tecnológicos y científicos comienzan a tomar un cariz más complejo. Con ello, se fue consiguiendo el acceso a diferentes recursos naturales, indisponibles o poco útiles hasta ese momento. Entre ellos, destaca el uso de metales como el acero, el zinc, el aluminio, el níquel o el cobre, entre otros.
Además, comienzan a ser tenidos en cuenta productos químicos, gracias al avance de esta industria. Productos como la sosa, colorantes artificiales, materiales explosivos o fertilizantes pasan a ser utilizados de forma cada vez más frecuente.
De forma paralela comienzan a aparecer nuevas formas de energía. Los avances tecnológicos permitieron lograr un aumento de la energía disponible que, además, se diversificó. Esta fenómeno fue posible, en primer lugar, a la mejora de aquellas técnicas que ya se conocía. En este sentido, podemos hablar de la máquina de Watt, de las turbinas o de la industria del gas. Asimismo, se consiguieron nuevas formas de obtener energía, como la electricidad o el petróleo.
Principales inventos de la Segunda Revolución Industrial
Por lo que se respecta a los medios de transporte, cabe destacar la irrupción del automóvil y del avión. Si bien, Daimler y Benz crearon el primer automóvil propulsado por gasolina en 1885, su expansión se debe al industrial estadounidense Henry Ford.
En este sentido, cabe señalar el automóvil modelo Ford T, un vehículo producido en masa a precios asequibles por la Ford Motors Company. Gracias a los procesos de producción del Ford T, era posible fabricar automóviles con rapidez y a bajo coste.
El ferrocarril experimentó un fuerte crecimiento especialmente en Gran Bretaña, pero también destacó la llegada del tranvía eléctrico en los núcleos urbanos. Fue en 1881, cuando la ciudad de Berlín dispuso del primer tranvía.
En cuanto al transporte marítimo, el acero se convirtió en el principal material de fabricación de barcos, que pasaron a ser propulsados por turbinas de vapor.
No menos desdeñable fue el logro de los hermanos Wright en 1903, que consiguieron llevar a cabo el primer vuelo controlado de la historia.
Sin embargo, la Segunda Revolución Industrial no se limitó al desarrollo de los transportes. La cada vez mayor importancia de la energía eléctrica en los procesos industriales llevó a Thomas Alva Edison a inventar la primera bombilla en 1879. Gracias al invento de Edison, fue posible el alumbrado público en el hogar, quedando atrás las lámparas de queroseno.
El uso de la energía eléctrica también permitió importantes inventos en el campo de las telecomunicaciones. Así, el italiano Guillermo Marconi, estudiando las ondas electromagnéticas, creó un teléfono inalámbrico que terminó con el desarrollo de la radio.
En esta apasionante etapa de desarrollo económico, industrial y tecnológico, Alexander Graham Bell patentó el teléfono en 1876, mientras que, en Francia, allá por 1895, los hermanos Lumiére crearon el cinematógrafo, que permitía grabar imágenes, aunque sin sonido.
Otras áreas de la ciencia también experimentaron grandes avances. Es el caso de la pasteurización para conservar los alimentos, descubierta en 1864 por Louis Pasteur. Asimismo, la pasteurización tuvo una destacada importancia en las investigaciones relacionadas con vacunas y antibióticos. El desarrollo de la química permitió a Alfred Nobel inventar la dinamita en 1866, así como también favoreció la aparición de fertilizantes que incrementaban la productividad agrícola.
El ferrocarril: un nuevo modo de transporte

Una de los efectos más importantes de la Segunda Revolución Industrial podemos encontrarlo en los transportes. Durante esta nueva época el mundo de los transportes se modernizó, acortando distancias y reduciendo el coste. Ello significó la posibilidad de poner en contacto mercados hasta el momento no mantenían ningún tipo de relación. Por tanto, se facilitó tanto el transporte de personas como el de mercancías, lo que acercó países, pueblos y culturas.
La ferrocarril fue el medio de transporte que simbolizaba esta nueva época. Una época basada en la fe en la tecnología y en la posibilidad de superar todos los límites. Un dato que demuestra esta importancia. En 1840 existían menos de 4.000 kilómetros de vía; en 1870, en Europa se superaron los 100.000 kilómetros y en Estados Unidos los 70.000.
Facilitó la emergencia de nuevas potencias
Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, con la II Revolución Industrial se consolidaron nuevas potencias mundiales. Alemania, Estado Unidos y Japón se convirtieron en actores internacionales de primer orden. El éxito de estas nuevas potencias se podía observar en diferentes aspectos. Alemania mostró su poderío en la guerra franco-prusiana, en la cual se impuso a Francia. Estados Unidos potenciaba su expansión hacia el oeste buscando nuevas tierras para colonizar. Japón, con la restauración Meiji, que condujo a la modernización del país, salió de su tradicional.
De forma paralela se consolidó una nuevo modo de capitalismo, que tendía hacia un carácter monopolista. Por otra parte, la necesidad de buscar nuevos mercados llevó a una aceleración de proyectos imperialistas. Esta nueva situación, en las cuales las potencias industriales rivalizaban por conquistar nuevos territorios y ampliar sus mercados llevó a episodios de franca tensión, e incluso a conflictos bélicos. El culmen de esta situación fue, en última instancia, el estallido de la I Guerra Mundial.
En definitiva, podemos señalar que esta II Revolución Industrial significó la expansión de la primera. Se generalizaron y mejoraron los avances que en su momento logró el Reino Unido. Por último, esta nueva situación tuvo como efecto una nueva configuración del capitalismo y del orden internacional, lo cual dio lugar a una época de tensión entre las diferentes potencias industriales, en su intento de ampliar sus mercados.