Martes Negro
El Martes Negro fue el 29 de octubre de 1929, día en que se registró una caída del 12% en el Promedio Industrial Dow Jones. Dicho índice mide el desempeño de algunas de las principales empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York.
La jornada del Martes Negro reportó un descenso similar al día previo, lunes 28 de octubre de 1929, cuando la baja en la Bolsa de Nueva York fue del 13%. De ese modo, continuó la tendencia bajista que había iniciado el jueves 24 de octubre, cuando la caída fue de 11%.
Durante la jornada bursátil del Martes Negro se dio una gran ola de ventas de acciones, y muchas empresas emblemáticas del mercado estadounidense vieron cómo sus títulos se desplomaron, como fue el caso de General Motors.
Todas estas pérdidas en la bolsa norteamericana, ubicada físicamente en la calle Wall Street de la gran manzana, marcaron el inicio de la Gran Depresión que duró hasta 1932. Esta fue la mayor crisis económica del siglo XX.
Origen del Martes Negro
En los años veinte, varias industrias comenzaron a florecer en Estados Unidos, como el sector automotriz. Además, se comenzó a popularizar la compra a crédito, brindándose mayor accesibilidad al financiamiento.
Otro punto a tomar en cuenta es que un gran número de personas comenzaron en los años 20’s a invertir en el mercado de valores. Muchos de ellos habían adquirido los bonos de la libertad. Estos eran títulos de deuda que emitió el gobierno estadounidense para financiar el gasto militar.
Lo que sucedió es que, al adquirir estos bonos del gobierno, nuevos inversores comenzaron a familiarizarse con los mercados financieros. Muchas de estas personas incluso se animaron a especular con valores como acciones de empresas. De ese modo, buscaban aumentar su riqueza.
Martes Negro y materias primas
Otro factor que impactó en el Martes Negro fue la caída de los precios de las materias primas agrícolas a mediados de 1929. Esto, en vista de una gran cosecha en Europa que empujaría los precios hacia abajo.
Además, se comenzó a registrar un declive en la compra de bienes inmuebles y automóviles, dado que los consumidores ya estaban cargados con deudas.
Con todo lo anterior, se gestó una tormenta perfecta que dio lugar al Crac del 29.