Las pérdidas para el sector aéreo ya son muy dañinas. Las estimaciones oscilan entre los 63.000 millones y los 113.000 millones de dólares. El sector se muestra muy preocupado ante el impacto del Coronavirus.
Desde que comenzó la expansión del Coronavirus en el mundo, la economía se ha visto sometida a un conjunto de situaciones de estrés que ha provocado el pánico de los principales agentes económicos. Un estrés al que le ha precedido esa paralización que está viviendo la economía mundial en estos momentos. Y es que, visto simplemente desde el punto de vista chino, uno de los principales bloques económicos del mundo —el 17% del producto interior bruto (PIB) mundial— ya ha vivido una de las mayores paralizaciones de la actividad económica de su historia. Para ser exactos, desde la revolución cultural China, de la que hace ya más de 40 años.
Una situación que, precisamente, nunca antes habíamos tenido que abordar. Estamos ante un escenario completamente nuevo, muy agitador y convulso y en el que la incertidumbre se ha apoderado de la situación, e incluso de la política. Sin embargo, si hay un sector especialmente afectado por esta situación, ese es precisamente el sector que, sin quererlo, se ha encargado de propagar el virus por todo el planeta. Efectivamente, el sector aéreo. Un sector que, en estos momentos y tras la quiebra de la aerolínea británica Flybe, se encuentra en una situación de extremada vulnerabilidad.
Si observamos la situación a nivel global, estamos siendo testigos de un bloqueo fronterizo que tiene como fin la contención de la pandemia en todos los lugares del mundo. Comenzó con China, continuó con Europa y, hace una semana, lo veíamos con Estados Unidos. El tráfico aéreo, en estos momentos, está paralizado. Una situación en la que, ante la histeria colectiva, las medidas adoptadas por los distintos gobiernos ha sido el confinamiento de la sociedad en sus hogares, permitiendo que sean únicamente aquellas personas con necesidades vitales o laboral, las que salgan de sus viviendas para acometer sus tareas.
Y es que, precisamente, ese es el principal problema. Estamos ante una situación en la que han confrontado dos escenarios de crisis: una sanitaria y una económica. Una situación a la que, como mencionábamos anteriormente, nunca antes nos habíamos enfrentado; al menos esta sociedad que hoy convive en el mundo. Es por ello que, de no adoptar medidas efectivas, la economía, en estos momentos, corre un grave peligro. Y así lo ha avisado el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como otros organismos globales, pues de consolidarse las pérdidas, podríamos estar ante un nuevo desastre económico sin precedentes.
Unas pérdidas millonarias para el sector
Como mencionábamos anteriormente, si hay un sector que especialmente se está viendo afectado por la situación, ese es el sector aéreo. De acuerdo con la IATA (Asociación Internacional del Transporte Aéreo, por sus siglas en inglés), las pérdidas estimadas para el sector aéreo en su totalidad podrían oscilar entre los 63.000 millones de dólares y los 113.000 millones de dólares. En ambos escenarios, hablamos de pérdidas millonarias en las que, como poco, acabarían con cerca del 10% de todo el beneficio generado por las aerolíneas en 2019.
Sin embargo, con el avance que está teniendo el Coronavirus en el planeta, las pérdidas estimadas ya se acercan más a los 113.000 millones de dólares que a los 63.000 millones. Es más, estamos hablando que la IATA, que es la agencia encargada de representar a la aviación en el mundo, ya ha desestimado la cifra de 63.000 millones de dólares. Por su parte, comunicando únicamente la de 113.000 millones de dólares. Sin lugar a dudas, un impacto económico que, de darse —y muy probablemente se dé— dejaría una marca imborrable para este destacado sector; el cual goza de vital importancia para la economía.
Hablamos de unas repercusiones que pasarán a la historia de las aerolíneas, así como de la propia economía. Tal es la situación que, sumado a un escenario en el que se produjeron desastres como el anterior de Thomas Cook, las aerolíneas están solicitando una ayuda por parte de los Gobiernos que les permita, como poco, salvar la situación con garantías de liquidez. Pues de no darse esos requisitos, la paralización de un sector con unos costes fijos de mantenimiento tan elevados, podría ahogar a las compañías, provocando la quiebra de nuevas aerolíneas que, en estos momentos, se encuentran en la cuerda floja.
Estamos hablando que, en términos económicos, las pérdidas que estima la IATA para el sector aéreo suponen una quinta parte de todo el beneficio generado por el elenco total de aerolíneas durante el ejercicio pasado. Es decir, el 20% del beneficio generado durante todo el año pasado por el sector aéreo se está esfumando en cuestión de dos meses. Es por esto por lo que nos referimos a las pérdidas como un desastre histórico, pues va a ser muy difícil remontar la situación durante este 2020, con las pérdidas que, de partida, ya arrastra el sector.
Solo el hecho de recortar las rutas transatlánticas, tan lucrativas para el sector aéreo, ha provocado un shock de demanda, así como de oferta, en las aerolíneas que va a ser muy difícil de evitar. Estamos hablando de unas rutas que representan, en ingresos para las aerolíneas, cerca de 20.000 millones de euros todos los años en beneficios para el sector. Ahora, ante la suspensión de estas rutas tras declarar el Presidente Donald Trump la suspensión de llegadas viajeros procedentes de Europa, estos ingresos, con una fiabilidad muy elevada, no se van a producir; acercando aún más a las aerolíneas a ese “stop loss” de 113.000 millones de dólares.
Relajación en las políticas de slots para contener pérdidas
No obstante, pese a la situación, estamos hablando de que el escenario podría ser incluso peor de lo que vemos ahora mismo. En este sentido, por las políticas de los aeropuertos, todas las compañías, a pesar del escenario, se estaban viendo obligadas a cumplir con los que estos denominan “políticas de slots”. Estas políticas tienen como fin que las aerolíneas no pierdan esos “slots”, los cuales no son más que los derechos de aterrizaje y despegue de las aerolíneas en los distintos aeropuertos que integran el planeta.
Debido a estas políticas, para que las compañías puedan seguir gozando de esos slots en propiedad, estas deben mantener en vuelo, como mínimo, el 80% de sus vuelos en el aire, así como un 20% en los aeropuertos. Ahora bien, ante este escenario, estamos hablando que, debido a estas políticas, las aerolíneas no solo se estaban teniendo que enfrentar a la situación de pérdidas que, de partida, planteaba la situación del Coronavirus, sino que, a su vez, obligaba a estas a incurrir en costes, emitiendo vuelos fantasma —sin pasajeros—, provocados por las políticas de Slots y los requisitos para mantenerlos en el futuro.
Ante la situación, el primero en pronunciarse fue Donald Trump. El cual, desde la Administración Federal de Aviación norteamericana, la FAA (por sus siglas en inglés), anunció la suspensión de las políticas de «slots» en todos los aeropuertos del país, permitiendo la cancelación de la totalidad de los vuelos, así como los vuelos fantasma, sin el perjuicio de perder esos derechos. Ahora bien, pese a ello, el Presidente norteamericano dio la advertencia de que si no se seguía la misma decisión en los distintos aeropuertos del mundo, este se vería obligado a, junto a la FAA, retomar la política de slots, ya que sería un perjuicio para las aerolíneas norteamericanas.
Ante el aviso, Europa, así como el resto de países de Latam, siguieron los paso del presidente norteamericano y eliminaron las políticas de slots en todos los aeropuertos del mundo. De esta forma, aun siendo una política muy sencilla de aplicar, se ha relajada la situación para las aerolíneas. Y es que, dados los excesivos requisitos que se planteaban en relación al escenario impuesto por el Coronavirus, estas políticas solo estaban generando el asfixiamiento de las aerolíneas, condenándolas al pago de unos costes que, en estos momentos, solo agravan las pérdidas que, ya de por sí, el Coronavirus está generando en uno de los sectores más dimensionados de nuestra economía.