¿Quién no compra en un supermercado? Casi todos lo hacemos y alguna vez nos hemos preguntado, ¿cuánto ganarán por cada producto que venden? En Economipedia hemos arrojado luz a esta pregunta.
Entre los corredores de los supermercados, con multitud de ofertas, descuentos y productos, los consumidores buscan los mejores precios o la mayor calidad a la hora de hacer la compra. Precisamente en un sector tan competitivo como el de los supermercados, estos establecimientos pugnan por conseguir unos buenos márgenes.
Pero, ¿cómo consiguen ingresos los supermercados? La respuesta es muy sencilla: vendiendo lo máximo posible al mayor número posible de personas. Ahora bien, estas superficies comerciales trabajan con unos márgenes muy estrechos. Estamos hablando de unos márgenes que van del 0,5% al 1,5%.
La clave está en las rotaciones
La realidad demuestra que los supermercados trabajan con los márgenes de beneficio más bajos del sector agroalimentario. Y es que, al precio de coste de los productos hay que añadirle los costes fijos que debe soportar el propio supermercado, lo que termina por dejar el beneficio de estos establecimientos en escasos céntimos.
Por tanto, como anteriormente explicábamos, la clave para que un supermercado funcione bien se basa en vender lo máximo posible. Así, la rentabilidad económica de un negocio se calcula multiplicando los márgenes por la rotación. Pues bien, en el caso de los supermercados, como los márgenes son muy reducidos, lo fundamental son las rotaciones, es decir, dar salida al stock, vender. Consecuencia de ello será que, para que un supermercado obtenga una buena cifra de beneficio, será necesario que venda inmensas cantidades de sus productos y de forma muy rápida.
Bajos precios y mucha competencia
A diferencia de otras superficies comerciales o establecimientos, en los que se venden electrodomésticos, los supermercados trabajan con productos alimenticios, que se venden a bajos precios, de los cuales los supermercados se quedan con entre el 0,5% y el 1,5%. Hay que subrayar que el margen que se lleve el supermercado dependerá del tamaño, de su poder de negociación, de sus estrategias comerciales y de su política de precios. Así, encontramos que la mayoría de los supermercados opera con unos márgenes inferiores al 1%.
La razón de operar con unas ganancias tan reducidas se debe a la fiera competitividad que existe entre los distintos supermercados. Hay multitud de ofertas, descuentos y los clientes tienen muchas cadenas entre las que elegir. En el caso de empresas como Mercadona, la clave se encuentra en que cuentan con precios bajos, clientes de alta fidelidad y que compran muchos productos.
Puede haber quien piense que los supermercados podrían optar por subir los precios para mejorar sus ganancias. Sin embargo, todo lo que conseguirían sería perder clientes, pues éstos buscarían otras superficies comerciales en las que hacer la compra.
¿Cómo se fijan los precios?
Una nueva pregunta que nos planteamos es cómo fijar el precio. Los supermercados tienen total libertad para establecer los precios de los productos, si bien es cierto que sus proveedores les asesoran indicándoles un precio de venta recomendado. Pues bien, debido a la elevada competencia, los supermercados suelen fijar precios muy similares.
Aquellos productos en los que el grado de competencia es mayor son los de primera necesidad. En este sentido cabe mencionar como ejemplos la leche y el aceite.
Secciones como las de pescadería y carnicería pueden ser fruto de importantes costes para los supermercados. De no vender los productos de estas dos secciones, puede afectar negativamente a las cuentas del supermercado, dado que el coste del mantenimiento de los productos de carnicería y pescadería es elevado.
Por tanto, con unos precios bajos, márgenes reducidos y una competencia brutal, la estrategia de los supermercados se basa en alcanzar la eficiencia intentando minimizar los costes fijos.
Los precios irán fijados en función de la oferta y la demanda, sin olvidar que también influirá si ha habido una buena o mala cosecha. Hay casos en los que la situación es francamente complicada para un supermercado. Esto ocurre cuando, ante una mala cosecha, los agricultores optan por subir el precio. Así, para evitar perder clientes por una subida de precios, los supermercados no pueden trasladar toda esa subida de precios al consumidor. Por el contrario, si los supermercados encuentran que, con una amplia oferta por parte de sus proveedores, podrán trabajar con mejores márgenes.
En cuanto a la fijación de precios, hay que señalar una restricción muy clara: no se puede vender a pérdidas. En otras palabras, la ley prohíbe terminantemente vender por debajo del precio de compra.
Intereses contrapuestos en la cadena de distribución
Mencionábamos antes que la estrategia para mantener un supermercado en marcha y con buen rendimiento pasaba por minimizar los costes fijos. Por ello, será fundamental una buena negociación de precios con los proveedores. Prueba de ello es que los supermercados luchan por unos precios de compra más bajos.
Es habitual que se produzcan tensiones en la cadena de distribución. Los agricultores tratan de obtener mejores precios y el coste de la logística o del transporte también encarece mucho el precio final de los productos.
Un elemento que también entra en juego es el poder de negociación. En este sentido, las empresas de mayor tamaño, al comprar mayores volúmenes podrán acceder a mejores precios de compra (ver rappel sobre compras). Si bien es cierto que una empresa pequeña tendrá mayor flexibilidad puesto que no necesita trabajar con grandes volúmenes de stock.
Hay quienes afirman que el ahorro se puede derivar al consumidor a través de un aumento de precios. No obstante, lo más frecuente es que el ahorro en costes logísticos se traduzca en menores precios para los consumidores.