Estructura financiera de la empresa
La estructura financiera de una empresa es la forma y el peso que poseen en la composición del balance, tanto el patrimonio neto como el pasivo.
Es decir, la estructura financiera de la empresa trata de definir en qué cuantía se ha incurrido en recursos propios o ajenos a la hora de financiarse.
En la ciencia contable el estudio de las cuentas anuales es de vital importancia para conocer el estado económico-financiero de una empresa, siendo una de las cuentas anuales el balance de situación.
La estructura financiera de la empresa y el balance
En el balance de situación podemos ver la relación que existe entre el activo, el pasivo y el patrimonio neto. Así pues, la suma del pasivo y el patrimonio neto debe dar como resultado siempre la totalidad del activo: activo = pasivo + patrimonio neto.
El activo engloba todas las propiedades tangibles e intangibles, además de los derechos de cobro y las divisas que tenemos en bancos o caja. Por otra parte, el pasivo y el patrimonio neto nos dice cómo y en qué cantidad se ha financiado todo el activo de la empresa.
Por tanto, a más pasivo que patrimonio neto, más financiación ajena se habrá utilizado. Si, en cambio, nos encontramos con que el patrimonio neto es superior al pasivo, se denotará un uso de la autofinanciación superior.
Luego, la estructura financiera sirve para mostrarnos el grado de financiación ajena o propia que se ha utilizado en la empresa.
Escenarios y ratios relacionados
Después de haber expuesto cómo funciona el reparto en la financiación y su interpretación en la estructura de la empresa en balance, podríamos pensar que tener el pasivo al mínimo y el patrimonio neto al máximo sería la estrategia ideal en términos económicos y contables.
En primer lugar, antes de tal afirmación debemos tener en cuenta el coste de oportunidad. Este nos explica que la toma de una decisión nos excluye automáticamente de otra. Un ejemplo fácil de entender es si decidimos ir al cine, no podemos dedicar ese espacio de tiempo a estudiar.
Pues bien, a la empresa le pasa exactamente lo mismo, el rechazo al pedir financiación ajena nos impide atender a dos inversiones a la vez, por lo que nos limitamos a la elección de una sola. Esto puede ser que a veces sea interesante para la empresa, pero si necesitamos por una parte la compra urgente de mercaderías y por otra la reparación también urgente de maquinaria, aquí en teoría no se podría elegir, se debería atender a ambas necesidades aunque ello significase el uso de la financiación ajena.
Cada caso es diferente. Por tanto, dependerá de situación. Puede haber situaciones en las que sea mejor financieramente hablando pedir prestado (recursos ajenos) y otras pedir dinero a inversores (capital propio). Ambas tienen un coste. Los costes de los recursos ajenos tienen que ver fundamentalmente con el interés, y los costes de los recursos propios tienen que ver fundamentalmente con la remuneración a los accionistas.