Frederick Winslow Taylor (1856-1915) fue un ingeniero estadounidense que impulsó la organización científica del trabajo. Sus aportaciones han resultado claves en las organizaciones empresariales y en particular en la industria.
Gracias a su formación como ingeniero y a sus observaciones en el mundo industrial, Taylor aportó unas ideas que resultaron vitales en la transición de una producción artesanal a los modernos sistemas de producción en masa.
Nacido en 1856 en Filadelfia, Taylor padecía problemas visuales y físicos. Todo ello le llevó a observar los movimientos e instrumentos que utilizaban quienes practicaban deportes como el béisbol y el tenis. Gracias a la observación, más allá incluso del deporte, descubrió formas de organización del trabajo más productivas en el mundo industrial.
Trayectoria de Frederick Winslow Taylor en el sector industrial
Tras prestar servicio en una compañía siderúrgica en su Filadelfia natal, en 1879 llegó a la Compañía del Acero Midvale, situada en la localidad de Utah. Fue allí donde en 1881 empezó a analizar minuciosamente los procesos de cortado del metal.
Dos aspectos eran claves para Taylor: un respeto escrupuloso por los tiempos de realización de las tareas y unos procedimientos sencillos.
Mientras trabajaba para Midvale, Taylor consiguió su titulación como ingeniero mecánico por el Stevens Institute of Technology. No tardaría en ascender en la empresa y ser designado ingeniero jefe. Pero su deseo de seguir profundizando en los procesos industriales le condujo a la Manufacturing Investment Company, donde realizaba labores más orientadas hacia el asesoramiento.
Finalmente, concluyó su carrera profesional en la Bethlehem Steel Corporation, donde se ocupó de diseñar unos procesos siderúrgicos más eficientes.
La teoría de la administración científica
Si por algo es conocido Frederick Winslow Taylor en el mundo industrial y empresarial, es por la teoría de la administración científica. Así, las tesis de Winslow se basan en que empresario y empleado buscan alcanzar el mayor beneficio posible.
Para alcanzar este beneficio, será imprescindible una gran especialización de los trabajadores. Por tanto, cuanto mayor sea la especialización, mayor será la eficiencia de la organización.
Según Taylor, será necesario valorar cuáles son las habilidades de los distintos empleados. De hecho, la formación del trabajador, combinada con sus habilidades naturales, contribuirá a incrementar la eficiencia.
Si bien otras teorías indicaban que los objetivos de trabajador y empresario no podían coincidir, Taylor afirma que ambas figuras tienen una meta común: la eficiencia.
Para que empresarios y trabajadores colaboren en el objetivo común de la eficiencia, Taylor sostiene que es necesario que los empleados reciban una retribución en función de su productividad. Así, este sistema de remuneración funcionará en la organización como un elemento motivador.
Respecto a las distintas actividades del trabajo, deben ser sencillas y los tiempos establecidos de ejecución tendrán que estar determinados. En relación con las actividades desempeñadas en las distintas áreas de una fábrica, los capataces jugarán un papel clave coordinando los distintos procesos, señalando los fallos y proponiendo mejoras para las mismas.
Críticas a las ideas de Frederick Winslow Taylor
Los más críticos con la administración científica sostienen que organizar una empresa por actividades produce alienación en los trabajadores. Las tareas repetitivas y continuas los desmotivan y afectan negativamente a su salud física y mental.
Por tanto, la visión de Taylor del trabajador, deja a un lado al hombre como ser social e ignora los efectos de la fatiga.
Igualmente, el afán de los empleados por alcanzar la máxima eficiencia para conseguir una mayor retribución, puede terminar generando un excesivo individualismo dentro de la organización.
Desde el punto de vista de la organización, Taylor únicamente se centra en las actividades, tiempos de ejecución y la especialización de los trabajadores. Esto supone un enfoque únicamente centrado en los aspectos formales, que no tiene en cuenta las relaciones que surgen entre los distintos miembros de la organización. En este sentido, también hay que señalar que la única comunicación que tendrá lugar en la organización será la que fluya de los directivos a los trabajadores.
Si bien su contribución es de gran valor en el área de producción, su visión limitada de la organización, no toma en cuenta aspectos de gran trascendencia como los comerciales y financieros.
El modo en que Taylor expone sus teorías no explica el funcionamiento de las organizaciones, sino que está más bien planteado como una serie de instrucciones u órdenes que deben ser cumplidas en el marco de la organización.
El legado de Taylor
Pese a las críticas a las tesis de Taylor, los métodos de organización del trabajo planteados por el ingeniero estadounidense han permitido una mejor gestión de los procesos, un incremento de la eficiencia y, por tanto, una reducción de los tiempos empleados en las distintas actividades de producción.
Cabe señalar que, en aras de la eficiencia, la planificación de las actividades contribuye a organizar mejor las tareas.
En lo que se refiere al trabajador y a su selección, Taylor tiene en cuenta las habilidades y el desempeño del mismo. De hecho, la productividad del trabajador es un indicador muy valorado por los departamentos de recursos humanos.
Otro aspecto que abordaba Taylor y que se valora ampliamente en el mundo empresarial es la formación. Por ello, la formación del trabajador será un elemento decisivo en la productividad.
Más aún, el control de los procesos industriales que proponía Taylor, la gestión del trabajo y de la producción, fueron el origen de la ingeniería industrial como disciplina.