La economía de la Edad Media se desarrolló entre el siglo V y XV. Era principalmente agraria: los campesinos trabajaban la tierra y la nobleza y el clero ostentaban la propiedad. Los artesanos, en las ciudades, se organizaron en gremios para proteger sus intereses. También, el comercio de alimentos, especias, vinos y paño pasó a ser una importante parte de la actividad económica.
En la Edad Media, el feudalismo fue el sistema que organizó la economía agraria, mientras que, en las ciudades, emergerían con fuerza artesanos y burgueses.
No por ello el comercio fue menos importante, pues permitió abastecer a las ciudades y acceder a materias primas y bienes de tierras muy lejanas. También resulta destacable la consolidación de las monedas como forma de pago en los mercados y el desarrollo de la contabilidad.
Economía de la Edad Media: Un sistema feudal
No puede entenderse la Edad Media ni su economía sin el feudalismo. Así pues, el feudalismo implicaba que la mayor parte de la población, que eran campesinos, debían lealtad a un señor feudal a cambio de protección. Esta lealtad no solo suponía obediencia, sino el deber de pagar impuestos al noble para el que trabajaban la tierra.
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De este modo, el feudo, organizado por el señor feudal, pasó a convertirse en la unidad de producción básica de la Edad Media. Por ello, el excedente de las cosechas debía ser entregado al señor feudal. Los pagos a los nobles debían efectuarse en monedas o en especie.
De la mano del feudalismo surge el señor feudal, que se presenta como garante de la seguridad y protección a cambio del excedente. Y es que los nobles locales debían proteger a sus súbditos de posibles invasiones o ataques. Por otra parte, la Iglesia, que también era propietaria de la tierra, jugaba un papel mediador entre nobles, reyes y el campesinado.
Economía de la Edad Media: Los gremios
En la economía de la Edad Media, al ser fundamentalmente agrícola, la actividad manufacturera quedaba en un segundo plano. La producción de manufacturas quedaba, por tanto, en manos de artesanos que se ubicaban en las ciudades.
Tratando de proteger sus intereses políticos y económicos, los artesanos se agruparon en gremios. Cada actividad artesanal tenía su propio gremio (alfareros, herreros, joyeros, sastres, carpinteros, zapateros, tejedores, panaderos, panaderos y carniceros, entre muchos otros). Así, los gremios, se convirtieron en estructuras muy cerradas y con una jerarquía muy marcada. De este modo, un aprendiz se formaba en un oficio determinado y tras un periodo de tiempo pasaba a ser oficial. El siguiente paso implicaba pasar de oficial a maestro, donde el artesano, después de exponer ante el maestro su «obra maestra», ya podría llevar las riendas de su propio negocio.
La razón de los gremios surgió ante la ausencia de mecanismos de protección social por parte de los Estados. Por ello, entre miembros del mismo gremio se ayudaban en situaciones de enfermedad o a la hora de atender a huérfanos y viudas.
Más allá de las formas de protección social que explicábamos anteriormente, el gremio también permitía defender los derechos económicos de los artesanos. Por ello, se encargaban de asegurarse el abastecimiento de materias primas, de fijar las condiciones de entrada en un gremio o de establecer los precios de venta de los productos.
Economía de la Edad Media: El comercio
La creciente importancia de la burguesía y de las manufacturas permitió dar impulso al comercio.
Gracias a ello, los mercados, ubicados en las ciudades, se convirtieron en el gran lugar de intercambio comercial. También, el crecimiento de la población y el avance en las técnicas agrícolas contribuyeron a la expansión comercio, pues permitía obtener un mayor excedente agrario con el que comerciar.
Los mercados permitieron abastecer a la población, hecho a lo que también contribuyó la progresiva mejora de las rutas de comunicación. Por otro lado, el comercio trajo consigo la utilización frecuente de monedas como medio de pago, lo que permitió consolidar un sistema monetario y dar unidades de referencia a la hora de valorar las mercancías.
Ahora bien, el comercio no se limitó a áreas regionales o locales, sino que también se daba un comercio de larga distancia que cobró importancia a partir del siglo XII. En esta expansión del comercio tienen una gran importancia las cruzadas y las rutas comerciales desarrolladas hacia Oriente. Los elementos de intercambio más frecuentes eran especias, alimentos, vino, paños y, tristemente, el comercio de esclavos. Así, las áreas de influencia de los comerciantes más emprendedores pasarían a situarse en el Mediterráneo y en el Báltico.