Tratado de Versalles
El Tratado de Versalles (28 de junio de 1919) fue el más significativo de los acuerdos de paz firmados al término de la Primera Guerra Mundial. El tratado se caracterizó por las estrictas condiciones que los aliados impusieron a Alemania.
Un 11 de noviembre de 1918, una Alemania exhausta firmaba el armisticio y se dejaba de escuchar el tronar de los cañones en las trincheras. Meses después, los aliados se reunieron para concretar cuáles debían ser las condiciones de la rendición de Alemania.
Las consecuencias del Tratado de Versalles fueron especialmente duras para Alemania, pues perdió buena parte de sus territorios y todo su imperio colonial. Por otra parte, los alemanes se vieron obligados a reducir drásticamente el tamaño de su ejército, a retirar toda presencia militar de la región de Renania y a pagar el coste económico de la guerra. Así pues, el tratado no satisfizo ni a los aliados ni a los países derrotados, por lo que Versalles no contribuyó a cerrar las heridas de la Primera Guerra Mundial.
Efectos del tratado sobre Alemania
Las posturas de los aliados respecto a la paz eran muy dispares. Por una parte, Estados Unidos, liderada por el presidente Wilson, pretendía la creación de una Sociedad de Naciones como organismo para resolver los conflictos pacíficamente. Sin embargo, más tarde, las propuestas del presidente Wilson sufrieron un fuerte revés cuando su propio Congreso rechazó participar en la Sociedad de Naciones.
No obstante, la posición francesa era muy distinta a la de sus aliados estadounidenses. En esta línea, el primer ministro francés Georges Clemenceau pretendía neutralizar a Alemania como posible enemigo en futuras guerras. Alemania debía ser debilitada al máximo y las regiones de Alsacia y Lorena, abundantes en recursos mineros, fueron incorporadas a Francia.
En cuanto a la región alemana del Sarre, sus importantes zonas mineras fueron a parar a manos francesas, mientras que de la gestión del territorio se ocupó la Sociedad de Naciones.
Las pérdidas territoriales de Alemania fueron más allá y la localidad portuaria de Danzig pasó a ser una ciudad libre, mientras que Prusia quedaba dividida. También las colonias alemanas fueron a parar a manos de los aliados, mientras que el ejército alemán no podría superar la cifra de 100.000 hombres. De hecho, se privó a la marina de guerra alemana de sus buques más pesados.
El aspecto económico tampoco quedó al margen en el Tratado de Versalles. Así, Alemania se vio obligada a pagar lo que se denominó “reparaciones”. Estas reparaciones incluían los daños causados a la población civil en Bélgica y Francia, el coste de la reconstrucción y los intereses de los préstamos de guerra. Se trataba de una cifra tan astronómica que, sencillamente, resultaba inasumible para Alemania.
Tan rigurosas eran las condiciones fijadas por los aliados, que Alemania, a quien le venían impuestos los términos del tratado, se refirió a Versalles como un “diktat” o dictado.
Austria-Hungría y Turquía
Tanto el Imperio Austrohúngaro como el Imperio Otomano, que habían luchado junto al Imperio Alemán, tuvieron que afrontar las duras consecuencias del Tratado de Versalles.
Así, el final de la Primera Guerra Mundial, marcó la disolución del Imperio Austrohúngaro y la caída de la casa de los Habsburgo. Cabe destacar que los aliados impidieron cualquier tipo de unión política entre Austria y Alemania.
Derrotados también en la guerra, los turcos vieron cómo su imperio se desvanecía. De este modo, Francia y Gran Bretaña se repartían sus territorios, convirtiéndolos en nuevos estados que quedaban bajo su control: Siria, Irak, Arabia Saudí, Líbano, Transjordania y Palestina.
¿Por qué Versalles fracasó en el plano económico?
Si antes de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña había sido la gran potencia económica, el conflicto catapultó a la hegemonía económica a los Estados Unidos. De hecho, la economía boyante de Estados Unidos y sus préstamos habían contribuido en buena medida a financiar la guerra. Por ello, Estados Unidos había pasado de ser una nación deudora en 1914 a ser un país acreedor en 1919.
El dólar sustituyó a la libra al operar como la única divisa que podía convertirse en oro y se erigió como sinónimo de la estabilidad financiera. Más aún, la economía de Estados Unidos fue clave en la recuperación de Europa.
Pero la paz de Versalles no dio respuesta a los problemas económicos que asolaban a Europa tras una guerra de proporciones nunca vistas. Y es que, los tratados no diseñaron cuál debía ser el nuevo orden económico tras la guerra.
Otra consecuencia nefasta fue el hecho de señalar a Alemania como culpable y obligarle a abonar unas reparaciones de guerra inasumibles, ahondando en la herida económica y social. De hecho, se necesitaba una Alemania próspera para que Europa alcanzase la recuperación económica.
El insigne economista John Maynard Keynes, que formaba parte de la legación británica durante el Tratado de Versalles, se mostró muy crítico con los acuerdos de paz. En este sentido, Keynes afirmaba que impedir la prosperidad económica de Alemania, provocaría hambre y miseria. Por tanto, Keynes proponía que Alemania volviese a restaurar su poderío económico para hacer más sencilla la reconstrucción económica y política de Europa. Pero las propuestas de Keynes no triunfaron y abandonó su puesto en la legación británica.
Las consecuencias económicas sobre la población alemana fueron terribles. Alemania se vio incapaz de asumir el coste económico de las reparaciones de guerra. Ante la suspensión de pagos por parte de Alemania, el ejército francés ocupó la región industrial del Ruhr. A su vez, la hiperinflación, el hambre y la pobreza causaban estragos en una desgarrada sociedad alemana. Con Alemania atravesando semejante panorama social y económico, se había precipitado una situación idónea para que emergieran ideologías totalitarias como el nazismo.