La guerra comercial entre China y Estados Unidos, el retroceso del comercio internacional y la desaceleración económica se ciernen amenazantes sobre América Latina. Para colmo de males, la gran dependencia de las materias primas puede ser otro problema para el crecimiento de la región.
América Latina es una región rica en materias primas. No hace muchos años, sus exportaciones de materias primas pasaban por un momento dulce. Alimentos, metales, petróleo y gas natural eran exportados desde Latinoamérica a los países más desarrollados. Sin embargo, el actual entorno económico ha cambiado la perspectiva sobre América Latina, suponiendo un factor de riesgo para sus principales economías.
Un entorno económico desfavorable
Se perfila un horizonte de incertidumbre, con las principales economías mundiales entrando en un escenario de desaceleración. Las economías europeas ven cómo su crecimiento económico se ralentiza, al tiempo que la economía china crece al 6,6% (2018), muy lejos de aquellos años en los que su PIB crecía por encima del 10%. Precisamente la desaceleración de un gigante como China tendrá consecuencias sobre Latinoamérica, que exportaba gran parte de sus materias primas al coloso asiático.
Las tensiones comerciales también se encuentran detrás de la desaceleración económica. Por ello, al estar en una economía globalizada, América Latina tampoco se ha librado de esta ralentización de la economía. Así, el precio de los productos básicos caerá un 7%, mientras que las previsiones de crecimiento se moderan. En este sentido conviene analizar los datos del informe de CEPAL, que auguran un crecimiento para América Latina del 1,7% (cifra muy inferior al 3,2% mundial). La situación será aún más difícil para los países que muestran un mayor nivel de dependencia de las materias primas, dado que solo crecerán un 1,4% en 2019.
El panorama con el que se encontrarán los países latinoamericanos será especialmente complicado. Las ventas de materias primas disminuirán y sus precios también, lo que afectará especialmente al petróleo y al cobre. A todo ello habrá que añadir que a la desaceleración de China se sumarán Europa y Estados Unidos.
Brasil y Argentina, los más afectados
Por su peso económico en América Latina, conviene explicar la situación que atraviesan dos países: Brasil y Argentina. Ambas economías se encuentran especialmente expuestas a la evolución de los precios de las materias primas.
Uno de los países a los que puede afectarle esta situación en mayor medida es Brasil. De hecho, la economía carioca es líder mundial en la exportación de materias primas como el café, la soja o el azúcar.
El horizonte se presenta especialmente complejo para Brasil, que ya ha atravesado por malos momentos económicos. De hecho, la caída del precio de las materias primas, combinada con un descenso de las ventas, podría ser un durísimo varapalo para un Brasil que mantiene una deuda externa que supone el 77,2% del producto interior bruto (PIB).
La caída del crecimiento económico chino afectará inevitablemente a Brasil, que parece estar meditando cómo dar salida a sus exportaciones de materias primas, máxime cuando el sector agropecuario supone el 23,5% de su PIB.
Otra economía muy dependiente de las materias primas es Argentina. Solo Venezuela muestra una peor caída en su PIB. El caso argentino es uno de los más complejos, pues el presidente Macri aceptó un rescate del FMI cifrado en 57.000 millones de dólares. Este no era el único de los problemas, dado que el peso argentino se devaluó a la mitad mientras que los precios aumentaban por encima del 40%. Las desgracias continuaron cebándose con Argentina y una fuerte sequía fue la causa de una caída del 33,1% de la producción agrícola.
La caída de los precios y la disminución de las ventas de materias primas supondrá un mayor agobio para los países de Sudamérica. Todo ello complicará más las cosas en aquellos países que estén llevando a cabo medidas de ajuste fiscal encaminadas a reducir el déficit primario. En otras palabras, que los más afectados serán aquellos que estén realizando esfuerzos para hacer frente a los gastos previos al pago de la deuda.
Así pues, América Latina tiene un horizonte plagado de importantes retos que afrontar. Una gestión correcta del endeudamiento y unas medidas económicas que contribuyan al crecimiento serán claves, sin embargo, los países más endeudados van a disponer de poco margen de maniobra.