La Segunda Guerra Mundial no solo se ganó en campos de batalla como Stalingrado, Normandía o Midway. La capacidad industrial y el modo en que se financiaba la contienda resultaron claves en la victoria aliada. Un instrumento de financiación ampliamente utilizado por Estados Unidos fueron los bonos de guerra.
Embarcarse en un conflicto bélico de descomunales proporciones como la Segunda Guerra Mundial requería contar con un poderoso ejército. Pero, dotar de armas, vehículos y suministros a un ejército como el estadounidense suponía un gasto colosal para el erario público.
¿Qué eran los bonos de guerra?
Existían dos grandes alternativas para financiar la participación estadounidense en la contienda. La primera, según las tesis del economista británico Keynes, implicaba una subida de impuestos. La segunda alternativa, propuesta por el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos Henry Morgenthau, consistía en solicitar préstamos a empresas y particulares mediante la emisión de bonos de guerra.
Pero, ¿qué eran los bonos de guerra? La Segunda Guerra Mundial, para desgracia de millones de seres humanos, se antojaba larga y sangrienta, por lo que el Gobierno de los Estados Unidos iba a requerir una amplia financiación. Así pues, el Tesoro estadounidense optó por emitir títulos de deuda pública llamados bonos de guerra que, transcurrido un plazo de tiempo determinado, brindasen intereses a los tenedores (empresas y particulares).
¿Cómo funcionaban los bonos de guerra?
Siguiendo las medidas propuestas de Morgenthau, Estados Unidos pasó a emitir títulos de deuda pública, inicialmente conocidos como bonos de defensa. Sin embargo, con el bombardeo japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, la denominación de estos títulos cambió, pasando a denominarse bonos de guerra. Estamos hablando de unos títulos que proporcionaban a sus tenedores una rentabilidad que se situaba alrededor del 2,9% anualizada a 10 años.
Estos bonos se emitían por un valor nominal que iba desde los 25 dólares hasta los 10.000 dólares. Para poder adquirirlos, en el momento de la compra había que desembolsar el 75% de su valor nominal. Esto significa que, si un estadounidense se hacía con un bono de guerra con un valor nominal de 100 dólares, debía afrontar un coste de 75 dólares en el momento de la emisión. Buscando mejorar los intereses que ofrecían, estos bonos se extendieron incluso hasta los 40 años.
Una gran campaña de marketing
Las necesidades de la guerra apremiaban. Era necesario obtener un colosal volumen de financiación para poder proveer a los soldados de armas, municiones, medicinas, alimentos, uniformes, aviones, barcos y carros de combate. Por ello, el Consejo Publicitario de Guerra orquestó espectaculares campañas de publicidad para fomentar la compra de bonos de guerra.
Apelando a la defensa de la libertad y a la responsabilidad, el gobierno emitió gran cantidad de anuncios en la radio, que también fueron publicados en periódicos y revistas. Ya en aquella época se recurrió al poder de todos los instrumentos publicitarios. También las más destacadas estrellas del espectáculo se sumaron a la causa. Entre las diversas celebridades más destacadas de esta gran campaña se encontraban Marlene Dietrich, Cary Grant, Bette Davis, Hedy Lamarr, Bing Crosby y Dorothy Lamour. Más aún, el gobierno estadounidense incluso recurrió a la ficción, pues los dibujantes animaban al público a comprar bonos a través de sus cómics.
También la ciudadanía norteamericana se involucró en la campaña. Numerosos voluntarios ocuparon casetas en las que vendían bonos de guerra impresos en papel. Un ambiente festivo rodeaba a aquellos eventos, caracterizados por la omnipresente música y la abundancia de banderas.
No solo los medios de comunicación, las grandes estrellas del mundo del espectáculo y la ciudadanía formaban parte de la gran campaña de marketing. Fueron numerosos los veteranos que, aclamados como héroes, recorrieron la geografía estadounidense animando a sus compatriotas a comprar bonos de guerra. Un claro ejemplo de ello fue la Seventh Bond Tour, en la que tomaron parte los tres marines que figuraban en la icónica fotografía en la que los norteamericanos izaban la bandera en Iwo Jima.
Ocho emisiones de bonos
Las autoridades estadounidenses apostaron por ocho grandes emisiones de bonos de guerra, todo ello en función de las necesidades de financiación. En cada emisión se marcaba un objetivo de recaudación, que, curiosamente, fue superado en todas y cada una de las emisiones. Tal fue la implicación de los estadounidenses que, más de 85 millones de norteamericanos habían comprado bonos, alcanzando un total de más de 185.000 millones de dólares.
Sin embargo, de entre las ocho giras o emisiones de bonos, la séptima merece especial atención. La guerra se acercaba a su fase final y se temía que decayese la participación en la compra de bonos. El Secretario del Tesoro Morgenthau advirtió al entonces presidente Truman de la desastrosa situación de las finanzas públicas. De un presupuesto total de 99.000 millones para el año 1945, ya se habían gastado 88.000 millones de dólares y los ingresos del gobierno federal se situaban en 46.000 millones. Estados Unidos volvía a librar una desesperada batalla en el campo económico. Todo dependía de la Séptima Gira de Bonos.
La guerra era una sangría para las finanzas públicas de los Estados Unidos y, por delante, quedaba la invasión de Japón (que no llegó a materializarse), que se presentaba larga y dolorosa. Era necesario recaudar 14.000 millones de dólares para una guerra que cada día costaba 250 millones de dólares.
Con elementos muy similares a anteriores giras, comenzó la conocida Seventh Bond Tour, aunque esta vez con la participación de tres marines que fueron utilizados a modo de reclamo publicitario. Ira Hayes, John Bradley y Rene Gagnon, que se hicieron famosos al ser inmortalizados erigiendo la bandera estadounidense en la isla de Iwo Jima, recorrieron el país pidiendo a sus conciudadanos que comprasen bonos de guerra.
El resultado de la Seventh War Loan Drive fue un rotundo éxito, pues se recaudaron 26.300 millones de dólares, prestando a su país una cantidad que casi alcanzaba el 50% del presupuesto del gobierno federal para el año 1946. En ninguna otra emisión de deuda se consiguió recaudar una cantidad tan elevada.