La Nueva Ruta de la Seda se presenta como una oportunidad para el desarrollo y el comercio en todo el mundo. No obstante, la falta de transparencia por parte de China podría frenar los deseos de su Gobierno.
A lo largo de estos primeros compases del año, e inmersos en un escenario de excepcional incertidumbre, China centraba las miradas de los principales mandatarios en el planeta al comunicar al mundo sus perspectivas de crecimiento para los próximos años, así como las cifras que dejaba en el país asiático el ya pasado 2020. Y es que, mientras las economías en el planeta se debatían entre una contracción similar o superior a la sucedida en la pasada crisis de 2008, China, por su parte, anunciaba que el país, habiendo sido el epicentro mundial de la pandemia, pretendía cerrar el año con crecimientos de hasta el 2,3%.
En lo que respecta a esta situación, hemos de decir que sorprende bastante este crecimiento de la economía china. Precisamente, por el hecho de que estamos ante el país en el que se desató el fenómeno que hoy está provocando que las principales economías en el planeta acusen contracciones nunca vistas en su serie histórica.
Sin embargo, el mejor comportamiento de la economía China, debido a unas características que le han permitido sortear mejor los efectos de dicha pandemia, ha situado al dragón asiático a la cabeza del mundo en materia de crecimiento económico y recuperación.
Entre estos fenómenos que han dotado de mayor resiliencia a la economía asiática en tiempos de crisis, destaca el comercio internacional y la fuerte apuesta de China por ampliar su participación en este rentable fenómeno. La prueba de ello es el protagonismo de las exportaciones en el producto interior bruto (PIB), las cuales han pasado de representar, en 1960, el 4,31% del PIB, a representar, en los últimos años, el 19%, según datos del Banco Mundial. Una evolución similar a la que viven las importaciones, lo cual nos permite concluir que el grado de apertura de la economía china al mundo ha ido creciendo, generando en el camino acuerdos muy prometedores como la Nueva Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés), o el reciente RCEP.
Más acuerdos comerciales, y más ambiciosos
Pese a que las relaciones de China con el mundo no hayan sido tan buenas en los últimos años, e incluso habiéndose generado tensiones como las que mantenía con Estados Unidos, China no ha dejado de alimentar un proyecto que, como muestran los crecimientos del gigante asiático en los últimos años, ha contribuido ampliamente con el crecimiento de la economía asiática. Un proyecto basado en esa mayor participación en el comercio internacional, y que comienza a materializarse a través de tratados como el alcanzado con otros países asiáticos bajo el nombre “RCEP”.
Aunque hablamos de un tratado regional, estamos ante un acuerdo que integra a 15 países, con una población agregada de 2.200 millones de personas. Un acuerdo que, combinando los distintos niveles de producto interior bruto (PIB), supone un agregado de 22,14 billones de dólares. En resumen y valga la redundancia, un acuerdo que acapararía el 28% del comercio mundial, pudiendo absorber una cuota superior en los próximos años. A la vez que, de la misma forma, hablamos de un PIB combinado que acapararía el 30% del PIB mundial. Como vemos, hablamos del mayor tratado comercial de la historia.
Sin embargo, al margen de este acuerdo, China no ha querido desatender al resto del mundo, por lo que ha puesto en marcha otra serie de acuerdos que podrían ampliar esta participación aún más. En este sentido, ya en 2014, Xi Jinping propuso la creación de una nueva ruta comercial que conectase a China con el resto de las potencias económicas del planeta; incluyendo también economías emergentes como las de Latinoamérica y África, donde China está incrementando su participación.
A esta nueva ruta la denominó “la Nueva Ruta de la Seda”. Un acuerdo para el que se establecerían dos rutas combinadas, una de infraestructuras terrestres y otra marítima, con el objetivo de mejorar las conexiones chinas tanto en el continente asiático como hacia el exterior, dando a China más influencia económica y política a nivel mundial.
Según el Banco Mundial, esta Nueva Ruta de la Seda podría fomentar el comercio mundial en hasta un 9,7%, así como reducir el tiempo de transporte de las mercancías en hasta un 12%. Es por ello que, desde su puesta en marcha, el volumen total de comercio entre los países involucrados en la Nueva Ruta de la Seda ha alcanzado los 6.000 billones de dólares, según los datos oficiales que ofrece el gobierno chino. Desde su nacimiento, 130 países han participado de alguna forma en este acuerdo, lo que supone cerca del 42% del PIB global, así como del 78% de la población mundial. En resumen, otro gran acuerdo que acerca a China cada vez más a su ansiado objetivo.
La Nueva Ruta de la Seda: ¿Un acuerdo para el desarrollo o para controlar el mundo?
Desde su creación en 2014, son tantos los líderes que han alabado la creación de esta nueva ruta, como los que la han criticado. El Banco Mundial, en su caso, considera que este acuerdo podría ayudar a sacar de la pobreza extrema a 7,2 millones de personas en todo el mundo, así como de la pobreza moderada a 32 millones; muy similares a las declaraciones que hacía la ONU o el FMI. Por su parte, la guerra comercial con Estados Unidos ejemplifica la opinión de otros tantos mandatarios que consideran esta ruta un mecanismo para ampliar el dominio de China en el planeta, a la vez que va consolidando su papel como economía dominante en los mercados internacionales.
Sea como sea, lo cierto es que el nuevo acuerdo, que trata de replicar la histórica Ruta de la Seda que tanto benefició a los países en el pasado, es un proyecto firme que espera ver la luz en los próximos años. La inversión de China en infraestructuras en todo el planeta es cada vez mayor, habiendo destinado ya una cantidad ingente de capital a muchas economías vecinas que pretende reactivar e impulsar con esta ruta. Y es que, atendiendo a los proyectos que contempla dicha ruta, teniendo en cuenta también las infraestructuras (marítimas y terrestres) hablamos de una inversión que prevé superar los 500.000 millones de dólares. Un capital empleado en la construcción de carreteras, puertos, vías férreas, plataformas logísticas y otras infraestructuras en más de 60 países.
Sin embargo, pese a que las intenciones que dice tener el mandatario chino son las de conectar los cinco continentes mediante mejoras en las telecomunicaciones, el transporte, así como todo tipo de infraestructuras, lo cierto es que estas inversiones que hace la economía china en otras economías comienzan a preocupar a muchos mandatarios en el planeta. Pues, tras lo ocurrido con Sri Lanka, o los indicios que se observan en otras economías similares, se observa una situación no tan agradable como la que dice mostrar China.
En este sentido, hablamos de un endeudamiento que acaba comprometiendo a los países interesados con China, generando una dependencia peligrosa que podría comprometer la imparcialidad, y la justicia y equidad en las decisiones multilaterales.
Pues, de la misma forma que hablamos de una notable mejora en las infraestructuras terrestres y marítimas, los grandes volúmenes de gasto que requiere dicha ruta comercial exigen el endeudamiento de muchas economías. Un endeudamiento que acaba en manos de China, generando esta relación de dependencia a la que temen muchos países. Por este motivo, son muchos los mandatarios que, pese a alabar la propuesta, han encomendado reformas a China que garanticen una transparencia en los acuerdos. Lo ocurrido en otras economías, donde el control de China sobre la deuda externa ha podido comprometer los intereses del propio planeta en favor de China, genera una especie de escepticismo en unos líderes económicos que no terminan de ver las buenas intenciones de Xi Jinping.
Con todo, y ante lo que ha ocurrido en el planeta con la pandemia, que siga hablándose de cooperación y multilateralismo, así como de comercio internacional, es una buena señal. Las tensiones afloraban en el planeta, y esta globalización, que tanto beneficio económico ha traído a los países, comenzaba a verse amenazada. Sin embargo, de no controlar todos los detalles que exigen los mandatarios para sumarse al proyecto, así como revisar las inversiones que se precisan para poner este acuerdo en marcha, lo que hoy se presenta como una oportunidad, mañana podría sembrar el inicio de una batalla campal por el dominio del comercio global.
Alejandro Gonzalez dice
Buen articulo , esto indica que habra cambios el las relaciones comerciales a nivel mundial , y por su puesto que china tendra una influencia muy significante , que puede haber una guerra comercial , es cierto , pero eso puede traer ciertos beneficios para algunos paises en desarrollo , porque estas guerras desatan precios bajos en articulos que no producen , estas economias en desarrollo , por ejemplo la informatica , herramientas que no se producen , y de alguna forma esto beneficia ha una gran poblacion de escasos recursos .
free temp Mail dice
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