Caja de ahorros
Las cajas de ahorros son fundaciones de carácter social que operan en el negocio bancario y financiero a través de agencias y sucursales.
La caja de ahorro es una figura que destaca por su implantación social en España y en otros países como Alemania, Italia, Francia, Suiza, Brasil entre otros. Todas tiene una característica común, y es la de ayudar a la mejora y el crecimiento en áreas menos propensas o con menos posibilidades.
Estas figuras fueron creadas a menudo por la burguesía, comerciantes, fundadores de instituciones públicas, territoriales, personas ilustradas y gobernantes. Suelen agruparse en torno a un organismo que sirva de defensa de sus intereses, como por ejemplo la CECA.
Origen de las cajas de ahorros
La figura de la caja de ahorros aparece a mediados del siglo XVIII en España y en Europa donde han desempeñado un papel fundamental en la captación de pequeños ahorradores y financiación a pymes y agricultores.
En un primer momento, los Monte Piedad, que eran como se conocían en España, trataban de dar financiación mediante avales. Avales, que eran generalmente metales preciosos (oro, plata, joyas..). Estaban centradas particularmente en el mundo rural y alejadas de las grandes ciudades. Con el tiempo fueron asumiendo más un papel de agente financiero equiparable a los bancos, contando con la tecnificación y productos financieros complejos de los bancos.
Ventajas y desventajas de las cajas de ahorros
El papel de las cajas de ahorros ha sido importante en cuanto a la financiación de proyectos y captación de ahorro. En este sentido, tuvieron una importancia creciente conforme se eliminaron las restricciones iniciales a las fundaciones (territorialidad, productos, inversiones…). Todo ello, hasta alcanzar las mismas funciones que un banco. Eso sí, con el inconveniente de tener un menor potencial que estos, por lo que muchas sociedades acabaron siendo intervenidas, sostenidas y absorbidas por bancos.
Una de las principales críticas a estas instituciones han sido los métodos de elección de sus administradores. La ley permitía que en los órganos de gestión de las cajas de ahorros pudiera haber representantes políticos. Esto provocó que la gestión de las mismas dejará de ser independiente y quedara en entredicho.
Sin embargo, la gran joya de la corona de las cajas de ahorros es su función de carácter social. De este modo, al tener la personalidad jurídica de una fundación no puede tener beneficios. Así, los beneficios, denominados excedentes, deben ser dedicados a la obra social que cada caja tenga. La obra social acapara todo tipo de acciones sociales que revierten en la sociedad civil.