George A. Akerlof (1940-actualidad) es un economista estadounidense que forma parte de la Nueva Economía Keynesiana. En 2001 ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas, junto con Michael Spence y Joseph E. Stiglitz.
George Akerlof nació en New Haven (Conneticut) en 1940. Su padre era de origen sueco y su madre hebrea. Desde su infancia, Akerlof sintió interés por cuestiones sociales. De hecho, con solo 11 años, la inestabilidad laboral de su padre y el miedo a que perdiera el empleo, le llevaron a realizar sus primeras reflexiones sociales y económicas. Su sensibilidad por este tipo de asuntos influyó en que a lo largo de su carrera se acercada a posiciones keynesianas.
En 1962 se licenció en Economía por la Universidad de Yale. Durante esta etapa trabajó en el diario The Yale Daily News, que condicionó su forma de ver el mundo e influyó en su objetivo de desarrollar una teoría económica íntimamente ligada a cuestiones políticas. Posteriormente se doctoró en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en 1966.
Una larga trayectoria
Protagonista de una larga trayectoria académica y profesional, George Akerlof ha ejercido como profesor en instituciones de gran prestigio, como la London School of Economics o la Universidad de California. También ha sido investigador en la Universidad de Harvard. Es miembro de los Economistas para la Paz y la Seguridad y codirector del programa Interacciones Sociales, Identidad y Bienestar del Instituto Canadiense de Investigaciones Avanzadas (CIFAR). Participa en el consejo consultivo del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico. Fue elegido miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias en 1985. En 2007 fue el presidente anual de la American Economic Association.
Está casado con la economista estadounidense Janet Yellen, quien ocupó el cargo de presidenta de la Reserva Federal entre 2014 y 2018.
El pensamiento de George A. Akerlof
George Akerlof forma parte de la Nueva Economía Keynesiana. Ha realizado importantes aportaciones a la ciencia económica. Su principal campo de estudio es la relación entre la falta de información y la ineficiencia de los mercados. Se ha mostrado crítico con el neoliberalismo y es partidario de una moderada intervención gubernamental, con el objetivo de garantizar el correcto funcionamiento del mercado.
El mercado de los «limones» y la información asimétrica
La aportación más popular de Akerlof se encuentra en su artículo «The Market for Lemons: Quality Uncertainty and the Market Mechanism» («lemons» en Estados Unidos se refiere a coches de segunda mano de baja calidad), publicado en la revista «Quarterly Journal of Economics», en 1970.
En este artículo afirma que en algunos sectores existe un modelo de información asimétrica. Un ejemplo lo encontramos en el mercado de coches de segunda mano. En este, se da una asimetría de información entre el vendedor del coche (que conoce la calidad de su vehículo) y el comprador, que solo conoce el precio al que se vende, pero que desconoce el estado en el que se encuentra. Esta situación puede alterar el correcto funcionamiento del mercado.
Según Akerlof el problema reside en que los propietarios de coches de mala calidad, intentarán hacer pasar sus vehículos por otros que se encuentran en buen estado. En cambio, quienes quieran vender coche en buen estado pueden encontrarse con la desconfianza del potencial comprador. Esta situación de desconfianzas mutuas puede acabar con el mercado de un determinado producto. Una solución posible es obligar al vendedor a ofrecer garantías para mantener la confianza de los posibles compradores.
Esta hipotética situación de asimetría en la información es extrapolable a la compra-venta de cualquier producto, que, al igual que el de los «lemons» puede verse afectado de forma muy negativa.
Economía de la identidad
En su artículo «Economy of Identity», publicado en «Quarterly Journal of Economics» en 2000, George Akerlof y su colaboradora Rachel Kranton, de la Universidad Duke, introducen la identidad social como un factor a tener en cuenta en el análisis económico formal. Con ello, se crea un nuevo campo de estudio conocido como economía de la identidad, que se apoya en otras disciplinas como la psicología social.
En el artículo, los autores argumentan que el comportamiento económico de los individuos se basa tanto en incentivos monetarios como en factores identitarios. Ello se deriva de la identidad influye en sus preocupaciones e intereses. La consecuencia es que en una hipotética situación en la que existen nulas o pocas variaciones en los incentivos monetarios, las personas prefieren evitar acciones que entran en conflicto con el concepto que poseen de sí mismas, que a su vez, se encuentra condicionado por factores sociales y culturales. Por ejemplo, un individuo que se siente identificado con la categoría de padre, tratará de adecuar su comportamiento al ideal que se asocia a esa figura.
Decisiones y racionalidad
En 2009, George Akerlof y Robert Shiller, Premio Nobel en 2013, publicaron «Animal Spirits: How Human Psychology Drives the Economy, and Why It Matters for Global Capitalism». El titulo es un claro homenaje al economista británico J. M. Keynes, que ya habló de los espíritus de animales en su «Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero» (1936).
Con esta obra, basada en la economía conductual, los autores pretenden describir el funcionamiento real de la economía, en la que, en su opinión, las emociones juegan un papel fundamental. Así, critican que uno de los problemas de la economía clásica es que no se ha tenido en cuenta las emociones o factores psicológicos, por la dificultad para cuantificar sus efectos. Y esta ausencia en los análisis es una de las causas por las que los economistas no han podido prever las crisis económicas.
Akerlof y Shiller comenzaron a escribir el libro en 2003. Antes de terminarlo sobrevino la crisis financiera de 2007. En este contexto, los autores quisieron usar el libro para promover una intervención del gobierno de Estados Unidos, dirigida a restaurar los flujos de crédito y a contrarrestar los bajos niveles de confianza.
George Akerlof es un referente en muchos campos de la economía. Sus numerosas aportaciones y haber conseguido un Premio Nobel, así lo atestiguan