Guerras del Opio

Las guerras del Opio fueron un conflicto bélico que enfrentó a China y Gran Bretaña. Primero entre 1839 y 1842 (primera guerra del Opio) y, más tarde, entre 1856 y 1860 (segunda guerra del Opio).

El control de los recursos, la supremacía económica y el comercio siempre han sido fruto de tensiones y conflictos entre diversos países. Precisamente, en el siglo XIX, los intereses comerciales británicos en China terminarían por desembocar en las llamadas guerras del Opio.

La China manchú del siglo XVIII era un estado hermético, cerrado al comercio internacional. La diplomacia británica se encontró en repetidas ocasiones con el rechazo chino a establecer relaciones comerciales. Prueba de ello fue la respuesta del emperador Quianlong en 1794, que se negó a acceder a las peticiones británicas de libre comercio.

Precedentes de las guerras del Opio

Existían unos límites claramente marcados en las relaciones exteriores. De hecho, el comercio solo era posible a través de unos pocos puertos, entre los que destacaba Cantón. Al mismo tiempo, las trabas burocráticas y los aranceles complicaban las exportaciones a China.

Mientras tanto, los chinos exportaban ingentes cantidades de productos como porcelana, té y seda. Sin embargo, este tipo de relaciones comerciales estaban perjudicando a los británicos, pues además de los elevados aranceles y de las trabas burocráticas que soportaban, los chinos apenas demandaban los productos británicos. De hecho, los chinos apenas sentían interés por las manufacturas europeas, al tiempo que veían una calidad inferior en los productos textiles británicos.

Por su parte, los chinos únicamente aceptaban pagos en plata. Si bien los chinos podían producir té año tras año, la plata británica no era infinita, por lo que existía el riesgo de que las reservas de plata se agotasen y no tuviesen el suficiente metal precioso para respaldar su moneda. En semejantes condiciones, la balanza comercial presentaba un saldo claramente negativo para Gran Bretaña.

Causas de las guerras del Opio

Desesperadamente, los británicos buscaban una forma de abrir las puertas de China al comercio. Era imperativo corregir el desequilibrio en la balanza comercial. La respuesta estaba en el opio, una planta que se cultivaba en la India. Gracias a que la región india de Bengala se hallaba bajo control británico, se pudo producir y exportar masivamente esta planta a China.

En China, el opio había sido vista como una planta medicinal. Sin embargo, esta droga podía resultar terriblemente adictiva. Así, rápidamente se extendió el consumo entre la población china, hasta tal punto que los campesinos llegaron a gastar dos tercios de su renta en el consumo de opio. Tal fue el auge del opio que los británicos no solo recurrieron a la producción de la India, sino que también introdujeron en China el opio procedente de Persia y del Imperio Otomano.

Debido a la alta rentabilidad del negocio del opio, los comerciantes chinos estaban dispuestos a pagar en plata a los británicos. De este modo, las grandes cantidades de plata gastadas en China regresaban a manos británicas.

Los gobernantes chinos empezaron a percatarse de los efectos que estaba teniendo el comercio del opio en su país. Socialmente había un problema, pues decenas de millones de chinos se habían vuelto adictos al opio, al tiempo que el negocio del opio provocaba una importante corrupción. En el plano económico las cosas tampoco marchaban bien. Los beneficios derivados del comercio del té se desvanecían rápidamente por culpa del opio.

Prohibición de la venta de Opio

En vista de tan grave situación, el emperador Daouang decidió tomar cartas en el asunto, prohibiendo la venta del opio en 1839. Para poner fin al consumo del opio y a la corrupción que había generado su comercio, Daouang puso al frente a uno de sus más eficientes funcionarios, Lin Hse Tsu.

El propio Lin enviaría una misiva a la reina Victoria, advirtiendo de la inmoral actitud británica, pues mientras comerciaban con el opio en China, en Gran Bretaña, su venta estaba prohibida. Pese a ser interceptada, la carta terminaría haciéndose pública gracias al diario The Times.

Firmemente comprometido con su misión, Lin exigió a los traficantes británicos la entrega de todos los cargamentos de opio. Ante la negativa de los traficantes, los barcos británicos fueron incomunicados y un total de 20.000 cofres de opio ardieron. Se estimaba que las pérdidas británicas alcanzaban los 5 millones de libras.

La primera guerra del Opio

Este incidente terminó por forzar la intervención militar británica en China, pues el libre comercio de Gran Bretaña peligraba. Entre 1839 y 1842, los británicos lograron derrotar a China en lo que se conoció como la primera guerra del Opio. El tratado de Nankín certificó el final de la guerra y sus principales consecuencias fueron:

  • Apertura de cinco grandes puertos chinos al comercio.
  • Hong Kong pasaba a ser colonia británica.
  • China debía pagar el coste económico de la guerra e indemnizar a los traficantes.
  • Supresión de los aranceles.

La segunda guerra del Opio

Sin embargo, la primera guerra del Opio no sería el único conflicto entre China y Gran Bretaña. De este modo, de 1856 a 1860 se produjo la segunda guerra del Opio, también motivada por intereses comerciales. Así, en China, el opio continuaba siendo ilegal, mientras que los chinos continuaban manteniendo un importante hermetismo hacia el comercio internacional. Por ello, Gran Bretaña intentó renegociar el tratado de Nanking. Pero los chinos rechazaron las propuestas británicas y comenzó la segunda guerra del Opio.

En esta ocasión, Gran Bretaña consiguió incorporar al conflicto a Francia, Rusia y Estados Unidos. Ante tan poderosa coalición internacional y con el emperador Xianfeng tratando de poner fin a la rebelión Taiping en su propio país, la victoria volvió a caer del lado de las potencias extranjeras.

La segunda guerra del Opio concluía con nuevas ventajas para los vencedores (Gran Bretaña, Francia, Rusia y Estados Unidos). Las consecuencias fueron las siguientes:

  • Apertura de nuevos puertos al comercio.
  • Los barcos comerciales podían navegar a través del río Yangtsé.
  • China debía abonar compensaciones económicas por el coste de la guerra.
  • El comercio del opio quedaba legalizado.
  • Compensaciones económicas a los comerciantes.
  • Libre circulación de ciudadanos extranjeros en territorio chino.
  • Mayor apertura religiosa para los cristianos, que también podían adquirir propiedades.

Otra consecuencia de las guerras del Opio y del comercio de dicha planta, fue la creación del Hong Kong Shangai Bank Corporation (HSBC) en 1865. Precisamente, la finalidad de un banco como el HSBC consistía en gestionar los beneficios derivados del comercio del opio.

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David López Cabia , 02 de diciembre, 2019
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