Minarquismo
El minarquismo es, en filosofía política, una corriente de pensamiento que propone que el tamaño, el papel y la influencia del Estado en una sociedad debería ser el mínimo.
El minarquismo, por tanto, defiende un modelo en el que el Estado se limite a proteger el espacio aeroterrestre de un país. Es decir, un Estado cuyas únicas funciones sean las de proporcionar a sus ciudadanos la defensa y los tribunales, protegiéndolos de cualquier posible violación de las libertades por parte de un tercero. En este sentido, que garantice la reparación del daño.
En otras palabras, el minarquismo o los minarquistas son aquellos que defienden que el Estado debe ocupar un papel mínimo en la sociedad. Por tanto, no debe influir en nada. Su papel es el de vigilar que se respetan las libertades de los individuos, así como garantizar que, de no respetarse, se reparará el daño.
Por tanto, es un concepto muy relacionado con el liberalismo. Pues los liberales abogan por una presencia mínima del Estado en la sociedad. Precisamente es el grado de intervención del Estado lo que diferencia a unos liberales de otros, pudiendo ser anarcocapitalista, si se defiende la inexistencia del Estado, o minarquista, si se aprueba una intervención mínima.
Origen del minarquismo
El origen del minarquismo se remonta al año 1862.
El término fue acuñado por el socialista alemán Ferdinand Lassalle, en un discurso impartido en la ciudad de Berlín, Alemania.
Lassalle comparó al Estado con un agente nocturno. Para el socialista alemán, el Estado era un vigilante que debía limitarse a proteger del robo. Sin intervenir en su funcionamiento y centrándose, únicamente, en la protección de los que en esta sociedad interactúan.
Una frase que se popularizó, proponiéndose como una buena descripción del Gobierno que precisan aquellas economías capitalistas.
Pensadores minarquistas destacados
Entre los pensadores minarquistas más destacados, podemos señalar a los siguientes:
- Ludwig von Mises.
- Friedrich Hayek.
- Ayn Rand.
- Milton Friedman.
- Herbert Spencer.
- Robert Nozick.
Entre otros muchos autores liberales y no tan liberales.
El minarquismo y el libertarismo
Dicho lo cual, veamos la relación, muy brevemente, entre minarquismo y libertarismo.
En este sentido, y dado que ya hemos definido el concepto «minarquismo», veamos qué es el libertarismo.
Así pues, el libertarismo es una corriente dentro de la filosofía política y legal. Dicha corriente persigue la defensa de la libertad del individuo en su sociedad, el derecho y el respeto a la propiedad privada, así como una asignación de recursos en la que prima una economía de mercado.
En este sentido, el minarquismo, junto al ordoliberalismo, el neoliberalismo o el liberalismo clásico, entre otros, es una rama más del libertarismo. Es decir, el minarquismo se integra dentro del libertarismo, siendo el libertarismo la corriente de pensamiento madre, y el minarquismo la rama.
Por tanto, cuando hablamos de minarquistas, estamos hablando de liberales que aprueban la existencia de un Estado mínimo.
Diferencia entre minarquismo y anarcocapitalismo
Por último, es interesante señalar las diferencias entre un anarcocapitalista y un minarquista.
Muy brevemente, un minarquista es, como hemos dicho, aquel que defiende la existencia de un Estado en la sociedad, pero limitando la capacidad de este al mínimo. Es decir, defiende un Estado mínimo que garantice la defensa de las libertades. De esta forma, garantizando el cumplimiento de una Ley frente a la que todos son iguales.
Por otro lado, el anarcocapitalista es aquel que defiende la inexistencia de una estructura gubernamental. Es decir, aquel que aboga por suprimir el Estado y acabar con toda estructura estatal. Para el anarcocapitalista, la existencia del Estado no es viable, pues considera que no se puede limitar la presencia del Estado, una vez este se encuentra dentro. Dado que tiene el poder, tiene la capacidad de alimentar su tamaño en la sociedad.
Por tanto, pese a que ambos defienden las ideas liberales o libertarias, difieren en el grado de intervención deseado. Unos desean un Estado mínimo, mientras que los otros no quieren ningún Estado.