600.000 clientes en tierra y una suspensión de pagos parecen ser el triste final de una gran empresa del turismo como Thomas Cook. Sin embargo, la caída de una compañía con una tradición de 178 años era una tragedia anunciada.
Eran muchos los síntomas que hacían presagiar la caída de Thomas Cook: una colosal deuda de unos 1.700 millones de euros, los nuevos modelos de negocio turístico vía internet, el impacto del Brexit, el desplome de la libra y la volatilidad del petróleo.
Sin embargo, la andadura de Thomas Cook comenzó en 1841, con pequeños viajes en ferrocarril por Inglaterra para asistir a reuniones del Movimiento de la Templanza, una organización defensora de la abstinencia en el acohol. Llegado 1845, la empresa daría un salto y organizaría su primer viaje turístico a la ciudad de Liverpool. En 1855 Thomas Cook dio un importante paso y se lanzó al turismo internacional con un viaje comercial a París. Así, la compañía continuó creciendo, permitiendo viajar a la clase media británica y ofertando nuevos destinos como Egipto, Suiza, Italia y Estados Unidos.
Un modelo de negocio en decadencia
Pero el modelo de negocio tradicional de Thomas Cook ha terminado naufragando 178 años después. Los ingresos procedentes de los 19 millones de viajes que organizaban anualmente eran engullidos por el pago de los intereses de deuda, un verdadero agujero para una empresa como Thomas Cook.
Por otra parte, frente a los nuevos negocios digitales, Cook contaba con una plantilla de 20.000 trabajadores y 570 oficinas. Todo ello significa afrontar costes muy superiores frente a los operadores digitales, que disponen unas plantillas mucho más reducidas.
Los paquetes de las agencias de viajes tradicionales se encuentran hoy en día con la fuerte competencia de las compañías digitales. Y es que, a día de hoy es muy sencillo organizar un viaje que incluya desplazamientos y alojamiento. A todo ello hay que añadir que, frente a los tradicionales paquetes turísticos cerrados, internet ofrece una gran flexibilidad.
Historia de un declive financiero
La reciente situación financiera de Thomas Cook también había sido indicativa de lo que podía ocurrir con este grupo de viajes. Desde 2018, Thomas Cook había entrado en caída libre y, ante las malas perspectivas, se anunciaron hasta tres profit warning o advertencias sobre beneficios, lo que le llevó a suspender el reparto de dividendos.
Este desastroso panorama financiero también se plasmó en la cotización en bolsa de Thomas Cook. Prueba de ello es que sus acciones llegaron a caer un 97% desde mayo de 2018. Incluso los acreedores desconfiaban de Thomas Cook, por lo que exigían pagos por adelantado. Esa desconfianza también se trasladó al público, pues cada vez había menos personas dispuestas a organizar sus viajes con Thomas Cook.
No obstante, convendría volver la vista más atrás de 2018. Todo comenzó en 2007, con la adquisición de MyTravel, otra empresa dedicada a la organización de viajes tradicionales. A partir de ahí comenzó el declive. Las reservas de viajes por internet dieron un vuelco al sector turístico y triunfaron entre los consumidores más jóvenes. Todo ello terminó perjudicando notablemente a Thomas Cook. Así, en 2011, el grupo de viajes británico logró esquivar por poco la catástrofe gracias a un acuerdo con sus bancos acreedores (Royal Bank of Scotland, Hong Kong Shanghai Bank Corporation, Barclays Bank, Royal Bank of Canada y Unicredit).
Pero los acuerdos alcanzados con sus acreedores tenían un elevado precio. Como explicábamos anteriormente, los intereses de deuda eran tan elevados que absorbían los ingresos anuales de la compañía.
Para colmo de males, acontecimientos como la primavera árabe de 2011 desanimaron a muchos consumidores a viajar a lugares como Egipto y Túnez. También la fuerte ola de calor del verano de 2018 provocó que muchos viajeros optasen por quedarse en casa. No hay que dejar de lado que la incertidumbre provocada por el Brexit o la caída de la libra, que ha afectado negativamente en las cuentas de Thomas Cook, también han lastrado a la ya de por sí maltrecha empresa.
En 2015 entró un nuevo actor en juego: Fosun. Un grupo chino, que desembarcaba en el accionariado de Thomas Cook y que, a la postre, pasaría a convertirse en el principal accionista. A finales de agosto de 2019, con la situación de la compañía británica deteriorándose gravemente, el conglomerado empresarial chino se comprometió a su rescate. Thomas Cook había alcanzado un acuerdo con Fosun para recapitalizar la empresa por un total de 900 millones de libras. Pero los acreedores exigían nuevas reservas para que el grupo de viajes británico pudiera continuar desarrollando su actividad en invierno. Así, la falta de acuerdo ha terminado por provocar la suspensión de pagos, al tiempo que cientos de miles de clientes quedan en tierra.
Manu Ibanez dice
Estupendo artículo. Muy clarificador
José Francisco López dice
¡ Gracias Manuel ! Economipedia para lo que necesites.
Manuel Roldan dice
Excelente Articulo, en realidad me gustan mucho los artículos que publican en esta pagina.