Todos hemos oído muchas veces la expresión coloquial “cobrar en negro”. Esto supone desempeñar una actividad laborar sin pagar impuestos ni cotizar a la Seguridad Social. Estamos hablando de la denominada “economía sumergida”. En Economipedia explicamos las consecuencias negativas que puede tener este fenómeno sobre la economía de un país.
Desafortunadamente, muchas personas se ven forzadas a trabajar en negro, es decir, sin declarar las cantidades percibidas a Hacienda. La necesidad aprieta y cobrar en negro se convierte en la única alternativa. En este sentido, un escenario de precariedad laboral es el caldo de cultivo ideal para este tipo de situaciones. Con trabajadores desprotegidos, con unos derechos laborales débiles, son muchos quienes se aprovechan de esa posición de vulnerabilidad.
Vulnerabilidad laboral, mala reputación empresarial y caída de la recaudación
Precisamente en España, la crisis económica de 2008 propició un considerable incremento de la economía sumergida. Y es que son muchas las familias que precisan el dinero de esos trabajos en negro para poder subsistir.
La proliferación de la economía sumergida supone un deterioro de los derechos de los trabajadores, lo que conlleva un incremento de personas que tienen un trabajo pero que dados sus niveles de renta, se considera que son pobres.
En caso de producirse un accidente en el trabajo, el trabajador no puede percibir indemnización alguna, puesto que el empresario o empleador no ha cotizado por él a la Seguridad Social.
El hecho de no estar dado de alta en la Seguridad Social supone un hándicap para el trabajador, pues no podrá acreditar su experiencia laboral en su currículum. Al no haber cotizado, en su vida laboral no figurará el trabajo desempeñado.
La existencia de economía sumergida no solo afecta a los derechos del trabajador. Las previsiones económicas y los cálculos de los datos macroeconómicos pueden no ser fieles al no tener en cuenta una actividad económica que escapa a la regulación fiscal y laboral del estado. En consecuencia, las políticas económicas que aplique el gobierno, guiándose por una información imprecisa terminarán por ser ineficaces.
Para colmo de males, serán muchos quienes, desalentados por esta situación, decidan eludir el pago de impuestos y se incorporarán a la economía sumergida. La recaudación del estado caerá y habrá menos recursos financieros disponibles para el sostenimiento de los gastos del estado. Esto perjudica gravemente a los servicios públicos, a las pensiones y a las infraestructuras estatales.
Toda empresa seria y que desee gozar de una buena reputación, debe cumplir como condición necesaria un escrupuloso respeto de la legislación vigente. Por ello, aquellas empresas que deseen destacar en el mercado, no podrán consolidarse, por no hablar de que les serán negadas las subvenciones.
En la economía de libre mercado, la competencia es un elemento imprescindible, pero este sistema se verá perturbado si hay empresas que ejercen una competencia desleal al no cumplir con sus obligaciones en materia laboral y tributaria.
Medición del impacto en la economía y posibles soluciones
Respecto a los métodos para estimar el impacto o el volumen de la economía sumergida de un país nos encontramos con diversos métodos. Esto puede realizarse a través de inspecciones y auditorías por parte de Hacienda y la Seguridad Social. También puede calcularse el PIB máximo que podría haberse alcanzado en función de la cantidad de dinero. Y como el dinero en efectivo es la clave de la economía sumergida, otra forma de calcular su volumen, es observando los movimientos de efectivo en las empresas.
En cuanto a las posibles soluciones, nos encontramos con diversas propuestas. La primera de ellas consiste en inspecciones de Hacienda y la Seguridad Social a las empresas, así como fuertes sanciones para quienes eludan impuestos y no coticen a la Seguridad Social. Por otra parte, se propone una menor carga de impuestos y de obligaciones de cotización para aliviar la presión a las empresas, reduciendo así la posibilidad de que muchas empresas opten por la economía sumergida. Y como recomendación final, se apuesta por un sistema en el que trabajador y empresario puedan disfrutar del rendimiento de su trabajo.