Cartera de renta variable
La cartera de renta variable es una cartera de inversiones compuesto básicamente por acciones. Igualmente, se incluyen otros activos que tengan rendimientos de alta volatilidad.
Esta cartera, propiedad de una o más personas naturales o jurídicas, se caracteriza por la incertidumbre. La rentabilidad que ofrece al inversionista varía mucho en el tiempo, e incluso puede registrar pérdidas en algunos periodos.
Sin embargo, cabe resaltar que en el largo plazo una cartera de renta variable siempre obtendrá mayores ganancias. Ello, en comparación a un portafolio de renta fija.
Activos de una cartera de renta variable
Los activos de una cartera de renta variable principalmente son:
- Acciones: Títulos valores financieros que representan una pequeña parte del capital social de una empresa. Su precio depende del valor de la compañía, el cual varía en función de diversos factores internos y externos al negocio. Por ejemplo, un evento geopolítico puede afectar la cotización de una acción.
- Bonos convertibles: Son títulos de deuda de una empresa que tienen la opción de convertirse en acciones en un momento determinado. De esta forma, los acreedores pasan a ser socios. Cabe acotar que es el poseedor del bono quien determina si le interesa ser accionista.
- Warrants sobre acciones: Es un derivado financiero que otorga el derecho a adquirir un activo (que en este caso es una acción) luego de un tiempo determinado, por ejemplo, tres meses. Culminado ese plazo, el comprador tiene la opción de concretar o no la transacción.
- Productos estructurados: Son instrumentos financieros que invierten la mayor parte del capital del inversionista en renta fija. Sin embargo, una pequeña porción se destina a derivados cuyo rendimiento depende, por ejemplo, del desempeño de un índice bursátil o del precio de un commodity.
- Fondos de renta variable: Fondos de inversión que invierten exclusivamente en instrumentos de renta variable.
Riesgos de una cartera de renta variable
Una cartera de renta variable está expuesta principalmente a dos tipos de riesgos:
- Riesgos específicos: Son aquellos que están relacionados a la propia actividad de la empresa que emite la acción. Es decir, están condicionados por la gestión de los directivos y por la eficiencia de las operaciones.
Estos riesgos pueden disminuir con la diversificación, es decir, invirtiendo en diferentes sectores y compañías.
- Riesgos sistémicos: Son aquellos a los que todo el mercado está expuesto. Por ejemplo, la incertidumbre en el entorno político.