El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha hecho pública la actualización de sus previsiones para la economía mundial y los efectos provocados por el Coronavirus. En Economipedia hemos analizado el informe publicado por el organismo.
Hace unos días conocíamos las previsiones sobre la economía mundial, las cuales hacía públicas el FMI. Una publicación muy esperada, tras la última realizada en Davos por el 50 aniversario del Foro Económico Mundial (WEF); incluyendo, eso sí, los efectos de una crisis económica y sanitaria que, a diferencia del resto, no incluían sus precedentes. Una revisión a la baja en los pronósticos, muy esperada por unos analistas que, ante lo ocurrido, no consiguen ver claridad en el horizonte próximo.
En este sentido, el FMI comunicaba esa misma percepción a los analistas. Pues, pese a que las previsiones muestran unos resultados bastante explícitos, dicho informe resalta esa incertidumbre que, en aras de la situación que nos acontece, impide la medición objetiva de unas variables sobre las que, por el momento, desconocemos el comportamiento. Unas variables que, ante la incapacidad de monitorear y proyectar un comportamiento de la mismas, siguen dejando un incierto horizonte para la economía en su conjunto.
La trayectoria de la pandemia, la intensidad y eficacia de los esfuerzos de contención, el grado de las perturbaciones en la oferta, las repercusiones del endurecimiento drástico de las condiciones en los mercados financieros mundiales, variaciones de los patrones de gasto, cambios de comportamiento, efectos en la confianza y volatilidad de los precios de las materias primas, son algunas de las variables que, por el momento, son una incógnita más para el conjunto de analistas y económicas, incapaces de proyectar un comportamiento objetivo de las mismas ante la posibilidad de que estas puedan sufrir variaciones en el muy corto plazo.
Y es que, precisamente, estamos ante un fenómeno en el que, como pronostica el propio FMI, no podemos saber con objetividad cual va a ser el comportamiento de un virus que, hasta ahora, era un completo cisne negro para los economistas. De acuerdo con diversas agencias de research, en este sentido, estamos en un escenario en el que los fenómenos que se van dando en el día a día obligan a los economistas a dar palos de ciego, tratando de prever cual será el nivel y la intensidad con la que la economía sufrirá esa esperada, y tan temida, contracción económica.
En el plano general, pese a que los pronósticos van en la misma línea, sí podemos apreciar una gran diversidad de pronósticos y previsiones. Y es que, dependiendo del cálculo realizado y del comportamiento atribuido a cada variable de las anteriormente citadas, el resultado que arrojan la infinidad de modelos creados para extraer proyecciones es distinto en cada uno de ellos. Es decir, existen tantas proyecciones como modelos.
Y es que, pese a todo lo mencionado hasta ahora, podríamos estar ante la mayor contracción de la economía mundial desde la Gran Depresión de 1929.
En líneas generales
De acuerdo con el informe y los pronósticos que este arroja, la crisis del Coronavirus, y los efectos de esta en la economía, ha acabado generando una doble crisis: económica y sanitaria. Pese a que la sanitaria prima sobre el resto, estamos en un escenario en el que otro tipo de actuaciones solo agravarían la situación. Y es que, de nada sirve contener los efectos económicos si posteriormente no logramos disipar los efectos de una crisis sanitaria que, precisamente, es la causante del gran bloqueo y el shock de oferta que vive la economía mundial en su conjunto.
Lograr salir del atolladero en el que se encuentra la economía es lo importante, y para ello, sea como sea, precisamos salir de esta crisis sanitaria, amainando los efectos de un virus que, como sabemos, es el causante de todo este desastre. Sin embargo, como decíamos anteriormente, seguimos sin conocer algunas variables tan importantes como la trayectoria de la pandemia y el comportamiento de esta. Se pueden hacer estudios de seguimiento que se encargan de monitorear aquellas variables que tratan de estimar cómo se comportará el virus pero, ¿cómo se prevé el comportamiento de un virus que ni siquiera se preveía que existiera?
Este es el principal problema. El FMI, para ello, ha optado por una base de cálculo, a la vista de muchos economistas como una visión muy optimista, en la que el virus se disipa durante el primer semestre del año, permitiendo a la economía reanudar su actividad durante el segundo semestre y cerrando el año con una economía completamente normalizada; con contracción, sí, pero normalizada. Así, la previsión que arroja el organismo para la economía sitúa la contracción económica en el -3%. Una contracción de 3 puntos porcentuales en el producto interior bruto (PIB), los cuales sitúan la contracción como la peor desde la Gran Recesión de 2008, llegando incluso a superarla.
Una contracción que, no es más que el producto de una base de cálculo que toma en consideración la reanudación de la actividad económica durante el segundo semestre, pero que, por el momento, somos incapaces de visualizar. Con esto, en el escenario seleccionado, el PIB mundial remontaría su crecimiento en el próximo año, con un crecimiento proyectado para la economía mundial que se situaría en el 5,8%. Un crecimiento optimista el que apunta el FMI, pero que está sujeto a esa extrema incertidumbre que tanto recalca el organismo multilateral, ante la alta probabilidad de que las previsiones sufran desviaciones en el corto plazo.
En líneas generales, estamos ante unas previsiones que recogen un pronóstico que, pese a estar ante el peor pronóstico desde la Gran Recesión de 2008, sigue siendo un pronóstico muy precoz. Es decir, un pronóstico en el que todavía persisten muchas variables que podían fijar nuevos rumbos en las proyecciones futuras, invalidando unas previsiones que, por el momento, siguen sin ser tan pesimistas como otras que arrojan una mayor contracción que la proyectada por el FMI. En este sentido, monitorizar estas variables y realizar ajustes constantes, y de forma reiterada, es clave para controlar la situación, pues si hay algo claro en todos los pronósticos, si existe un denominador común en todas las proyecciones, ese es el grado de incertidumbre al que están sometidos.
Una contracción asimétrica
Si analizamos las previsiones desglosándolas en bloques económicos, rápidamente nos damos cuenta de la asimetría que presentan los distintos bloques para el FMI. Así, las previsiones que arroja el organismo para las distintas economías en el planeta, muestran esa variación en la intensidad de dicha pandemia. Variaciones que, por otro lado, provocan esa diversidad de pronósticos, con contracciones tan distintas en los distintos bloques que integra la economía mundial. Una situación que complica aún más el escenario vigente, pues muchas de estas economías están comenzando a experimentar la pandemia, mientras que otras ya muestran una tenue estabilización.
De acuerdo con los pronósticos, la previsión que hace el organismo para la economía estadounidense muestra una contracción muy en la línea de las economías emergentes de América Latina y el Caribe. En este sentido, la economía norteamericana sufriría una contracción de un -5,9% en su producto interior bruto, reanudando su crecimiento en el año próximo, con un crecimiento del 4,7%. Una previsión muy preocupante para su Presidente, Donald Trump, el cual se enfrentaba a la reelección en las urnas durante este año, presentando una economía que, años atrás, venía de cosechar grandes crecimientos, así como unos niveles bastante favorables en los principales indicadores macroeconómicos.
En este sentido, la economía latinoamericana también muestra un comportamiento similar. Muy dependiente del comportamiento que experimentará el comercio y la evolución de los precios en las materias primas, las economías emergentes de Latinoamérica siguen preparándose para enfrentarse a un virus que, por el momento, desconoce la intensidad con la que someterá a las economías latinoamericanas. Y es que, una contracción del -5,2%, en un escenario en el que el virus aún no ha hecho alarde de su presencia en la región, puede ser incluso muy optimista. La evolución del virus, y la capacidad de contención del mismo, como indica el propio FMI, va a ser clave para la economía latinoamericana y los efectos que de este derivan.
Europa, por su parte, y como región más afectada por el virus, muestra esa mayor contracción de la economía. Hablamos de una contracción del -7,5%, producto de esa mayor intensidad y de ese confinamiento tan intenso que han aplicado los distintos gobiernos europeos. En este sentido, con economías como China o Italia, paralizadas por un virus que, hasta ahora, mostraba su peor cara en la Unión Europea, los pronósticos del organismo se han cebado con la economía europea. No obstante, la evolución del virus en estos países, así como la posibilidad de salir del confinamiento antes que otros países que entraron en esta crisis mucho más tarde, podrían beneficiar a estas economías, situando el crecimiento futuro en niveles más optimistas que los que, por el contrario, presentan otros bloques económicos.
La menor intensidad a la que se han tenido que enfrentar bloques como África o el conjunto de economías emergentes de Asia, también están recogidos en los pronósticos que emite el organismo. Así, tanto África, a la espera de un posible contagio y con una economía dependiente de la venta de materias primas, muestra una contracción bastante moderada en los pronósticos que hacen referencia al bloque económico. En este sentido, un pronóstico que recoge, como decíamos, esa menor intensidad del virus en continentes que, como África, ha presentado unos niveles de infección bastante leves. Sin embargo, la paralización del comercio y los riesgos de un posible contagio siguen estando muy presentes.
Las economías emergentes de Asia, por su parte, son las que mejor desempeño muestran, tal y como recoge el propio FMI. Los pronósticos que arroja el organismo no dejan visualizar, siquiera, una contracción en la economía. De acuerdo con el organismo, un bloque económico que cerraría el ejercicio con un crecimiento del 1% del PIB. En este sentido, una economía que, al igual que ocurre en el caso de África, no se ha visto tan afectada por los efectos de un virus que, al fin y al cabo, es el causante de todos los problemas que vive la economía en estos momentos. Y es que debemos recordar que estos pronósticos no son más que la traducción que hace el organismo de los efectos de una pandemia vírica en la economía mundial; así, aquellos países menos expuestos, de esta forma, también presentan contracciones menos acusadas y con impactos más limitados.
Cabe destacar, sin haberlo mencionado en el caso anterior, la situación de China ante el Coronavirus. Al estar ante la primera economía afectada, esa rápida reanudación de la actividad económica y la, a priori, recuperación en “V” que presentaba la economía del gigante asiático, ha provocado que los pronósticos no se vean tan lastrados como, al inicio del virus y por entonces, se esperaba. Sin embargo, aún es pronto para dar un veredicto final, pues los nuevos casos de contagio y una posible recaída de la economía china podría provocar desviaciones en los pronósticos, lastrando ese crecimiento que destaca el organismo para este conjunto económico.
Por último, no podemos olvidarnos de la previsión realizada para los países de Oriente Medio y Asia Central. Unas previsiones que, de la misma forma que en Asia emergente, presentan una menor intensidad en la contracción pronosticada. En este sentido, estamos ante una contracción del -2,8% para este año, a la espera de ver, al igual que ocurre en China, el comportamiento que experimentará el virus en estos países, así como los posibles episodios de contagio y recaídas de los que, por el momento, no se encuentran exentos. No obstante, en resumen, los pronósticos arrojan un mayor optimismo que para otros bloques económicos, producto de que, al igual que ocurre con China, estos países han vivido unos periodos de confinamiento mucho más concentrados, pero con tramos de tiempo mucho más acotados que, por ejemplo, en Europa.
Por países, la tabla que se muestra aquí arriba recoge algunos de los principales pronósticos que muestra el propio FMI. En relación a lo anterior, podemos observar ese mayor grado de impacto en economías europeas como España o Italia que, siendo el epicentro del Coronavirus hasta el día de hoy, están teniendo efectos económicos más acusados que, por ejemplo, el resto de sus homólogos europeos; con contracciones que muestran ese impacto más limitado.
El resto de países, como recoge la tabla del FMI, muestran contracciones en una línea similar, acusando las mismas a la paralización que tanto hemos citado en el análisis. Unas contracciones que oscilan, en tanto en cuanto el virus muestra un mayor grado de presencia en los distintos países que integran la economía global.
En resumen, la economía mundial se enfrenta a una contracción generalizada de las economías, acusada por una desaceleración económica que acechaba al conjunto de economías, incluso antes de la crisis del Coronavirus. En este sentido, la economía mundial se muestra optimista, dentro del pesimismo que deja un Coronavirus que ha paralizado cualquier actividad económica que se estuviese desarrollando en el planeta. No obstante, seguimos siendo testigos de una pandemia que aún sigue persistiendo y extendiéndose por el planeta, aunque ya con menor intensidad en economías que, como la europea, muestran una curva de contagio más limitada que al inicio.
Sin embargo, la extrema incertidumbre a la que se encuentran sometidos los pronósticos siguen mostrando un escenario muy incierto. Controlar y monitorear los distintos comportamientos que van experimentando variables, como las citadas en el punto anterior, es clave, y así lo ha indicado el FMI, para ir ajustando los pronósticos con la realidad que presenta la situación. Por esta razón, contemplar todos los escenarios posibles y no descartar los pronósticos es la mejor decisión que pueden adoptar los Gobiernos, pues ante semejante incertidumbre, descartar escenarios, por catastróficos que sean, podrían generar autocomplacencias injustificadas que podrían llevarnos a recaídas mucho más profundas.