Historia del dinero
La historia del dinero recorre desde el trueque hasta los apuntes bancarios en cuenta, el dinero ha sufrido una evolución importante. Veamos el origen del dinero, por qué cambió y, en definitiva, la razón por la que llegó a ser lo que conocemos hoy.
El dinero es algo asumido por en nuestra vida cotidiana. De hecho no solemos fijarnos en él. Sin embargo, cuando nos hablan de este concepto, la imagen que viene a nuestra mente es un billete en la moneda oficial de nuestro país. En México es el peso mexicano, en Venezuela el bolívar, en Hungría el forinto, en Suiza el franco suizo, en Noruega la corona noruega y en Alemania el euro.
Pero ¿que pasaría si esa misma pregunta sobre el dinero se la hubiéramos hecho a un legionario de la antigua Roma?. Es más que probable que él pensara en sextercios, la moneda de la época. Si nos remontamos a la prehistoria y pudiéramos preguntar a aquellos habitantes, algo harto difícil, la respuesta podría ser ¡un queso o una vaca! e incluso la sal.
El origen del dinero fue el trueque
Imaginemos una época sin tecnología y sin bancos. Los humanos ya nos habíamos hecho sedentarios, así que unos elaboraban quesos y otros criaban vacas. Uno de los maestros queseros ese día quería comer vaca y tenía que buscar el momento en que el vaquero quisiera queso. A eso se unía la dificultad del transporte. O bien él iba con el queso o el otro venía con la vaca. Todo esto era complicado y lo hemos exagerado, pero es el trueque.
El trueque fue el origen del dinero que conocemos hoy. Yo quiero algo y te doy algo a cambio. Su problema fundamental era que podía suceder que en ese momento nadie quisiera mis quesos y yo me quedara sin comer vaca. Por tanto, alguien pensó que sería interesante utilizar algo que fuera fácil de transportar a modo de unidad de intercambio y así, apareció el primer concepto de dinero.
La historia del dinero. De la sal al oro o la plata
Se utilizaron varios productos destacando el maíz o la sal, de esta proviene la palabra salario. Ambos servían perfectamente como dinero, pero solo en una de sus dos funciones, el intercambio. Pero hay otra, el ahorro, y para eso, era necesario que fuera duradero. El maíz se pudre y la sal, si se moja, pierde todo su valor. Había que buscar otra cosa y surgieron el oro y la plata. Estos eran fáciles de transportar y duraderos, sobre todo el primero.
Comenzaron a acuñarse monedas de estos dos metales preciosos, pero surgió un problema. Es cierto que cumplían las funciones de intercambio y de ahorro o que eran fáciles de transportar, pero esto no era suficiente. Por un lado, cierta cantidad de dinero suponía una bolsa muy grande y la incomodidad que eso conlleva. Además, si te lo robaban te quedabas sin él. Había que inventar otra cosa y después de cierto tiempo, surgió el dinero como hoy lo conocemos, en monedas y billetes.
Y llegaron los bancos
Con los problemas de delincuencia y el miedo a los robos, algunos agudizaron el ingenio y el proceso de origen del dinero dio lugar a los bancos, que pensaron que una buena idea era emitir dinero en algo que no fuera oro o plata , los billetes. Los clientes dejaban su «dinero» en depósito y a cambio recibían este otro dinero. Era más fácil de transportar y el verdadero valor estaba seguro.
También comprobaron que nunca iban todos los clientes a retirar su oro a la vez. De hecho, eran pocos los que lo hacían y pensaron: ¿por qué no prestar esos excedentes? Y lo hablaron con sus clientes, contestando ellos que les parecía bien. Pero claro, si antes pagaba por la custodia, ahora querían cobrar algo por hacer estos préstamos a través del banco.
Historia del dinero: Primeros préstamos y las hipotecas
Así pues, aquellos «depositarios de dinero» se convirtieron en los bancos. Los billetes de no hace tanto tiempo (que estaban respaldados por oro) después de los acuerdos de Bretton Woods» se convirtieron en promesas de pago del banco central del país correspondiente. Es el llamado dinero fiducitario. Y la moneda de referencia surgida de aquel pacto fue el dólar norteamericano.
De esta forma, si tenemos un billete de veinte euros quiere decir que el Banco Central Europeo (BCE) promete que nos pagaría ese dinero. Algo que en la realidad nunca va a suceder, ya que con ese dinero podemos comprar y ahorrar, es decir, cumple las dos funciones que necesitamos de él.
En la mayoría de países, los bancos tienen muy poco dinero físico. La mayoría está en las anotaciones en cuenta. Además, existe el «coeficiente de caja» que es un indicador que informa al banco de que cantidad (en porcentaje) debe tener de dinero físico, que respalde el que presta. Así, si ese coeficiente es del 10% quiere decir que si el banco tiene en circulación 100 millones de € debe tener en dinero 10 millones de € en su caja fuerte.
Por ejemplo, si tenemos una hipoteca, el banco no nos da esos 200.000 de € del valor de nuestra casa. Lo que hace es ingresarlo en nuestra cuenta a través de un apunte contable. Luego nosotros ese dinero se lo transferimos al vendedor. A su vez, la entidad debe respaldarlo con 20 millones de € en dinero físico, si el coeficiente de caja fuera del 10%.
Internet ha facilitado estas transacciones y en la actualidad lo habitual es operar con cuentas online. Sin embargo, muchos usuarios siguen prefiriendo las oficinas físicas y el dinero en billetes, sobre todo personas jubiladas que no recibieron suficiente educación tecnológica.
Una curiosidad sobre la inflación. El sextercio romano
La inflación, que es una subida continuada de precios de bienes o servicios, puede tener un origen monetario. Esta es al menos una de las teorías de la escuela austriaca de economía, cuyo fundador fue Ludwing Von Mises, economista de los llamados «liberales». Lo cierto es que dependiendo del punto de vista, los factores puede ser variados, desde los aumentos de costes, hasta los excesos de demanda, como predicaba John Maynard Keynes.
Esto nos lleva a una curiosidad respecto a la moneda más habitual en Roma, el sextercio. Parece ser que algunos emperadores, ávidos de poder, descubrieron que podían adulterar el sextercio de oro mezclando otros metales más baratos. De esta forma, podían acuñar monedas por un valor nominal muy superior al real y así, financiar sus enormes campañas de conquistas. Pero claro, esas monedas, en realidad, estaban infladas.
Sin embargo, los empresarios acostumbrados a estar ojo avizor se dieron cuenta. La moneda no valía su peso en oro. ¿Y qué hicieron? Pues incrementar sus precios para compensar esa pérdida de valor. Así apareció, según estos teóricos austriacos, el fenómeno de la inflación, con su causa monetaria que se explica a través de la depreciación del dinero. Como vemos, todo tiene relación con el origen del dinero.