Sir Winston Churchill (1874-1965) fue un primer ministro británico y ganador del Premio Nobel de Literatura. Sin duda alguna, Churchill ha sido recordado por su oratoria y por su determinante papel al frente de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras enrolarse en el ejército británico, sirvió en la India y combatió en Sudán. Posteriormente, trató de dar el salto a la política, pero no logró un escaño. Así, Churchill terminó como corresponsal de guerra en Sudáfrica durante la guerra de los bóers, en la que fue hecho prisionero y consiguió escapar.
Primeros años en política
Incorporándose al Partido Conservador, se hizo con un escaño por Oldham en 1900. Tuvo sus discrepancias con los conservadores en materia económica, pues consideraba que el gasto dedicado al ejército era desmesurado y se opuso a unos aranceles que supuestamente buscaban la preponderancia comercial de Reino Unido. Así, sus discrepancias con el Partido Conservador le llevaron a unirse al Partido Liberal, con quienes se hizo con un escaño en 1906.
Continuando con su carrera política, fue sumando nuevos cargos a su palmarés, siendo Secretario de Estado para las Colonias y estando al frente de las carteras de Interior, Comercio y Marina.
Primera Guerra Mundial
Como Primer Lord del Almirantazgo llevó a cabo cambios drásticos, pues Gran Bretaña pasó de consumir carbón a proveerse de petróleo. En este afán por garantizarse el suministro de petróleo se encargó de que se llevasen grandes obras de ingeniería al tiempo que se encargaba de hacerse con los derechos de extracción del petróleo en Mesopotamia. El ejército también sufrió importantes cambios durante su etapa, introduciendo la aviación y los tanques. Sin embargo, fue muy criticado durante su etapa como Primer Lord del Almirantazgo, especialmente por la desastrosa derrota militar de Gallípoli.
Llegado 1917 fue nombrado ministro de Municiones y entre 1919 y 1920 fue ministro de la Guerra y del Aire. Con la Primera Guerra Mundial ya concluida, no era necesario destinar colosales partidas al ejército, por lo que abogó por la reducción del gasto militar.
El periodo de entreguerras
Tras regresar al Partido Conservador, en 1924 fue puesto al frente de la Hacienda británica. Así, Churchill se ocupó de vigilar el retorno del Reino Unido al patrón oro. Consecuencia de aquella medida fue un escenario marcado por la deflación, las protestas de los trabajadores de la minería y un incremento del paro.
Precisamente esta decisión de regresar al patrón oro conllevaría fuertes críticas por parte del célebre economista John Maynard Keynes y el propio Churchill reconoció su grave error.
Preocupado por el ascenso del nazismo, alertó del peligro que suponía la llegada al poder de Adolf Hitler. Para ello, Churchill hizo hincapié en que Gran Bretaña debía llevar a cabo un esfuerzo industrial que le permitiese tener una fuerza aérea superior a la alemana. Mientras que Alemania continuaba aumentando el gasto militar y su producción de material bélico crecía, Churchill contemplaba con impotencia cómo el entonces primer ministro Chamberlain llevaba a cabo una política de pactos con Hitler.
La Segunda Guerra Mundial
Fracasada la estrategia de apaciguar a Hitler, estalló la Segunda Guerra Mundial. Las sucesivas derrotas militares provocaron la caída de Chamberlain y el ascenso al poder de Churchill en mayo de 1940. Con Gran Bretaña luchando en solitario contra la Alemania de Hitler, encarnó la resistencia contra el nazismo y formó un gobierno de unidad nacional.
Precisamente sus buenas relaciones con Estados Unidos y en particular con su presidente Franklin D. Roosevelt permitieron que Gran Bretaña pudiese abastecerse de armas y suministros a través del Atlántico Norte. En este sentido, Estados Unidos aprobó la denominada Ley de Préstamos y Arriendo, por la cual países como Gran Bretaña pagarían los materiales proporcionados al concluir la Segunda Guerra Mundial.
Participó en el diseño de la estrategia de la victoria aliada en las conferencias de Washington, Moscú, Casablanca y Teherán. En febrero de 1945, en Yalta, advirtió del riesgo que pesaban sobre los territorios liberados por el ejército soviético y de lo que podía suceder con los países de Europa del Este, lo que denominó “telón de acero”, dividiendo a Europa en un bloque occidental y un bloque comunista. Efectivamente, el mundo quedaba partido en un bloque occidental con economía de libre mercado y en un bloque comunista, con un sistema de planificación central, en la que el estado tomaba las riendas de la economía.
Pese a su incuestionable liderazgo durante la Segunda Guerra Mundial, Churchill era impopular entre los soldados y la ciudadanía, especialmente por su posición contraria en servicios públicos como la educación y la sanidad. Todo ello le costó la derrota en las elecciones de 1945 ante el laborista Clement Atlee.
Posguerra y últimos años
Tras la guerra, se mostró un firme defensor de una Europa unida, con unos estados que cooperasen y superasen las discordias del pasado. Precisamente su espíritu europeísta le valdría la entrega del Premio Carlomagno en 1956, que se entrega a quienes han luchado por la paz y la unión de Europa.
Churchill tuvo que esperar hasta 1951 para recuperar la jefatura del gobierno, manteniendo viva la estrecha relación de amistad con Estados Unidos y reduciendo el grado de intervención del estado. Permaneció al frente del gobierno hasta 1955 y en 1953, su labor literaria le fue reconocida con la entrega del Premio Nobel de Literatura.