Guerra de la Independencia

La guerra de la Independencia española se desarrolló entre 1808 y 1814. Con el pretexto de invadir Portugal, las tropas francesas de Napoleón entraron en España. Así pues, Napoleón designó a su hermano José Bonaparte como monarca español. Ante el resentimiento por la presencia militar francesa, los españoles se alzaron contra las fuerzas napoleónicas, desencadenándose un conflicto bélico en el que España contó con el apoyo de Portugal y Gran Bretaña.

La Francia de finales del siglo XVIII atravesaba profundos cambios políticos, económicos y sociales. La Revolución francesa y la ejecución del monarca francés Luís XVI dieron paso a una nueva etapa. Sin embargo, la Revolución causaba recelos entre los gobernantes españoles.

Los revolucionarios franceses y las monarquías europeas mantenían posiciones antagónicas. Por ello, España se embarcó en la guerra de la Convención (1793-1795). Inicialmente, las tropas francesas sufrieron derrotas, pero, a medida que avanzaba el conflicto, lograron revertir la situación. Así, los franceses salieron airosos de sus numerosos enfrentamientos con las distintas potencias europeas.

De hecho, las derrotas militares sufridas por España en la guerra de la Convención le llevaron a firmar el Tratado de Basilea en 1795. De este modo, España cambiaba de bando, combatiendo contra países como Portugal y Gran Bretaña. Esta colaboración entre españoles y franceses condujo a la armada española a sufrir un colosal desastre en la batalla naval de Trafalgar en 1805.

Ocupación francesa de España y estallido de la guerra

Entre los acuerdos suscritos por España y Francia cabe destacar el Tratado de Fontainebleau en 1807. Mediante este acuerdo, Godoy, como valido del rey Carlos IV de España y Napoleón, como Emperador de Francia, pactaron el reparto de Portugal y sus territorios de ultramar. Pero las intenciones de los franceses no solo implicaban la invasión de Portugal, pues Napoleón pretendía ocupar toda la península ibérica.

No tardaron en ponerse de manifiesto los planes de Napoleón para España. El Emperador de Francia buscaba designar como monarca español a su hermano José Bonaparte, mientras que los soldados franceses comenzaron a ocupar España.

Ante las pretensiones de Napoleón y la entrada de las tropas francesas en España, Godoy propuso a la familia real abandonar España rumbo a América. Sin embargo, el modo de proceder de Godoy, significaba claudicar ante los franceses. En respuesta a las acciones de Godoy, el entonces príncipe Fernando, junto a sectores contrarios a Godoy, protagonizó el motín de Aranjuez en marzo de 1808. Dicho motón significó la caída de Godoy, mientras que Carlos IV dejó el trono en favor de Fernando VII.

Pero la ocupación francesa de España continuó y Napoleón obligó a Carlos IV y a Fernando VII a abdicar en favor de su hermano José Bonaparte, quien sería proclamado rey bajo el nombre de José I.

Deseosos por impulsar las nuevas ideas liberales de la ilustración, un buen número de cortesanos se pusieron al servicio de José I. Estos hombres, pretendían instaurar reformas que, tiempo atrás, se habían topado con el rechazo de la nobleza y el clero. Por su cooperación con José I fueron denominados “afrancesados”.

No obstante, el cambio que deseaban instaurar los franceses en España se encontró con un gran rechazo. La sociedad española se oponía frontalmente al rey José I. Este estallido se materializó el 2 de mayo de 1808 con el levantamiento de Madrid. Por otra parte, se crearon las Juntas Provinciales de Defensa, cuya finalidad era provocar insurrecciones contra la ocupación francesa.

Desarrollo del conflicto

La guerra de la Independencia española había estallado y el ejército español se reorganizaba para plantar cara a las tropas napoleónicas. A su vez, parte de los militares españoles, organizaban pequeños grupos de guerrilleros que acosaban sin tregua a las fuerzas francesas. En su lucha contra los ejércitos napoleónicos, España contaría con el apoyo de Gran Bretaña.

Ante un levantamiento que tenía lugar en todo el país, apoyado por tropas regulares y guerrilleros, los generales franceses tuvieron que aplacar la resistencia española en ciudades como Zaragoza, Valencia y Gerona. Incluso el general Castaños consiguió vencer al ejército francés en la batalla de Bailén en julio de 1808. La derrota francesa en Bailén tuvo tal impacto que José I terminó abandonando Madrid.

La gravedad de la situación militar francesa en España obligó a Napoleón a tomar cartas en el asunto. Con un gran ejército, Napoleón consiguió doblegar a las tropas españolas y retomó Madrid. Pero, en los siguientes años, los guerrilleros protagonizaron numerosos ataques a las guarniciones francesas, convirtiendo la ocupación en una pesadilla para los invasores. Entre estos guerrilleros cabe destacar los nombres de Espoz y Mina, el Empecinado y el cura Merino.

Prácticamente todo el país había quedado en manos francesas, a excepción de Cádiz. Sin embargo, la llegada del ejército británico liderado por el general Wellington fue de gran ayuda para los españoles. Así, británicos, españoles y portugueses derrotaron a los franceses en decisivas batallas como Arapiles (1812) y Vitoria (1813).

Las acciones de los guerrilleros, junto con la intervención británica terminaron por provocar la derrota de los ejércitos napoleónicos en España. Así pues, los sucesivos reveses en España, forzaron la retirada de un ejército francés perseguido por los soldados de Wellington. Con las fuerzas napoleónicas expulsadas de España, la guerra prosiguió en el sur de Francia, hasta que, en 1814, Napoleón sucumbía ante los ejércitos de la Sexta Coalición.

¿Cuáles fueron las consecuencias económicas de la guerra de la Independencia española?

La invasión francesa de España tuvo durísimas repercusiones para la sociedad española. Los grandes ejércitos franceses requerían ingentes cantidades de suministros para abastecerse. Por ello, se llevaron a cabo importantes requisas de alimentos y confiscaciones de bienes.

Otras fórmulas que utilizó el gobierno del rey José I fueron los empréstitos y la venta de bienes nacionales. De hecho, la venta de los bienes en propiedad de las órdenes religiosas y militares supusieron una importante fuente de ingresos para la administración de José I.

A pesar de requisar alimentos y bienes, de los empréstitos y de la venta de bienes nacionales, la hacienda de José I siempre atravesó momentos económicos de gran delicadeza, estando muy cerca de la quiebra. Las arcas públicas del gobierno de José I empeoraron sobre todo a partir de 1812, cuando los aliados comenzaron a infligir importantes derrotas al ejército francés.

Con la mayor parte del país ocupado por los franceses, España tenía muy difícil recaudar impuestos que sufragasen el coste de la guerra. Así pues, una más que notable parte de los ingresos fiscales de España procedieron de sus posesiones en América.

Uno de los pocos enclaves no ocupados por los franceses fue la ciudad de Cádiz, donde la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino ostentaba el poder. Precisamente en dicha ciudad, los comerciantes, al ser quienes más aportaban al erario público, gozaban de una gran influencia en los asuntos económicos del gobierno.

Más allá de la recaudación, los efectos de la guerra fueron desastrosos para la demografía española y para su economía. Las cosechas fueron requisadas, los campos fueron arrasados y la por entonces escasa industria española, sufrió importantes daños. Incluso el transporte de mercancías padeció un gran retroceso, pues los distintos ejércitos confiscaban los animales de tiro y carga.

Ante los continuos combates y los saqueos, eran muchos los campesinos que no se atrevían a cultivar sus tierras. Esta insuficiencia de cosechas trajo consigo hambrunas y un incremento de la mortalidad.

Para colmo de males, la guerra fue terreno abonado para los saqueos, en los que participaron los soldados franceses y británicos. En este sentido, las tropas napoleónicas llevaron a cabo un importante expolio del patrimonio cultural español.

Sostener una guerra tan prolongada con una potencia militar de la entidad de la Francia napoleónica, tuvo un coste elevadísimo para España. A pesar de la ayuda militar y económica de Gran Bretaña, el país se endeudó hasta cotas inimaginables. Y es que, hacia 1815, la deuda de España multiplicaba por veinte los ingresos del Estado.

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David López Cabia , 01 de mayo, 2020
Guerra de la Independencia. Economipedia.com