Activo monetario
Un activo monetario, en términos financieros, es aquel que se emite a un vencimiento en el corto plazo. Una de sus principales características es la liquidez.
Dentro de esta categoría de activos entra el dinero en efectivo y sus equivalentes. Igualmente, son consideradas aquellas propiedades que pueden venderse con rapidez con una pérdida nula o mínima de su valor.
Los activos monetarios son de bajo riesgo y solo están expuestos a un incremento de los precios en la economía (inflación).
Para explicar esto último veamos, por ejemplo, el caso de una cuenta corriente. El valor de estos depósitos disminuye cuando se dispara la inflación. Ello, debido a que el ahorrista podrá adquirir menos bienes o servicios con su capital.
Ejemplos de activo monetario
Entre los principales ejemplos de activo monetario podemos mencionar:
- Efectivo: Dinero en caja y depósitos bancarios.
- Inversiones a corto plazo: Títulos financieros de deuda, por ejemplo, bonos de empresas o entidades estatales. Dichos activos reditúan a su propietario una rentabilidad periódica.
- Cuentas a cobrar: Compromisos de pago que probablemente se concreten en corto tiempo.
- Existencias: Siempre que puedan venderse rápidamente, las materias primas o insumos (en sus diversos estados de producción) pueden ser considerados como activos monetarios.
Diferencia entre activo monetario y no monetario
El nivel de riesgo es la principal diferencia entre activos monetarios y no monetarios. Estos últimos no necesariamente mantienen su valor en el futuro. Podemos citar, por ejemplo, el caso de la maquinaria y equipo de una empresa cuyo valor se deprecia en el tiempo.
Asimismo, las inversiones en acciones y otros títulos de alto riesgo son activos no monetarios. Su valor está sujeto a grandes fluctuaciones y ofrecen ganancias, pero en un horizonte de largo plazo.
Activo monetario desde el punto de vista contable
Desde el punto de vista contable, un activo monetario es aquel que puede medirse en una moneda (nacional o extranjera) y además tiene liquidez.
Específicamente se considera en esta categoría a dos cuentas contables: Caja y cuentas por cobrar. Cuanto más grandes sean dichos recursos, mayor será el fondo con el que contará la empresa para sus operaciones en el corto plazo.