Rendimientos de capital
Los rendimientos de capital son los beneficios que obtiene una persona o una sociedad por la explotación de bienes muebles o inmuebles, siempre que no estén afectos a la actividad empresarial, a través de arrendamiento o cesión de derecho de uso y disfrute.
Estos beneficios conocidos como rendimientos de capital son los obtenidos por la explotación de ese capital sin perder la titularidad del mismo y siempre que los bienes no estén afectos a la actividad comercial de la sociedad o autónomo.
Por ejemplo, el arrendamiento de una vivienda tiene un beneficio gracias a la explotación de ese bien inmueble sin perder la titularidad del bien. En cambio, la venta del inmueble genera beneficios, pero no son rendimientos de capital porque se pierde la titularidad.
Igualmente, tampoco es un rendimiento de capital si una empresa dedicada a los alquileres obtiene beneficios por los mismos, porque en este caso están afectos a su actividad comercial y serán rendimientos de actividades económicas.
Existen dos tipos de rendimientos de capital, dependiendo de si los beneficios son el resultado de la explotación de bienes inmuebles o bienes muebles:
- Los beneficios obtenidos por la explotación de capital inmobiliario. Un ejemplo puede ser el arrendamiento de una vivienda.
- Los obtenidos por la explotación del capital mobiliario. Un ejemplo puede ser los intereses de una cuenta bancaria.
Características de los rendimientos de capital
Las características esenciales de los rendimientos de capital son:
- Tienen que ser contraprestaciones dinerarias para que sean rendimientos. No vale que sean contraprestaciones en especie.
- Pueden provenir de forma directa o indirecta de un elemento patrimonial de la persona física o jurídica.
- Estos bienes tienen que ser titularidad de la persona física o jurídica.
- No pueden estar los bienes sujetos a la actividad empresarial. Si así fuera, serían el objeto de su negocio y, por tanto, dejarían de ser este tipo de rendimientos.
- La administración tributaria establece gastos deducibles, es decir, las personas que declaren estos rendimientos pueden deducirse ciertos gastos. Esto significa que la base que se gravará no será el rendimiento neto, sino que se le restará estos gastos.
Rendimiento neto de capital = Rendimiento bruto de capital – gastos deducibles
- Estos gastos deducibles son los necesarios para obtener estos beneficios (como los tributos que origina el patrimonio) y aquellos causados para sufragar el uso y deterioro del patrimonio (como el pago de una prima de seguro).