La pandemia que se extiende por el planeta ha cuestionado la eficiencia de la globalización económica. El bloqueo de las cadenas de suministro ha supuesto la llegada de nuevos mensajes proteccionistas que alimentan el odio hacia una economía globalizada.
Con la llegada de una pandemia sin precedentes, si existe un debate que ha salido a la palestra de forma, además, reiterada, ha sido el de la efectividad de la globalización. En un escenario en el que la economía se está enfrentando al mayor bloqueo de la historia, con un claro shock de oferta que ha provocado el colapso forzoso de la actividad económica, muchos han sido los líderes políticos en el mundo que han cuestionado la eficacia, así como la eficiencia, de una economía globalizada.
En un mundo global, las cadenas de valor en las empresas se encuentran plenamente repartidas estratégicamente por el mundo. Grandes países productores de manufacturas como China, han crecido muchísimo en los últimos años debido a esta situación. Tal es la situación que estamos hablando de un país que se ha convertido en los últimos años en el mayor productor y exportador de manufacturas del mundo, al cual anecdóticamente le han denominado como el productor del mundo. En este sentido, hablamos de un país que mientras hace 16 años contribuía con el 4% del producto interior bruto (PIB) mundial, a día de hoy ya supone el 17% del PIB mundial, superando a todo el PIB de la Eurozona (pese a ser esta última una comparación únicamente anecdótica, ya que si extraemos el per cápita no se refleja tan bien el crecimiento que deseamos exponer).
Al más puro estilo fisiócrata, muchos líderes políticos han hecho pública la tensión que perciben en el comercio global, entre los países que operan en este mercado cada vez más globalizado. Sin embargo, el papel de la Organización Mundial del Comercio (WTO, por sus siglas en inglés), la cual sigue tratando de controlar la situación y fallar arbitrariamente a favor de aquel miembro que tenga la razón, en muchas ocasiones ha sido duramente cuestionado. Especialmente por líderes como Donald Trump, que en su insistencia de derrocar a China como líder del comercio, acabando de paso con una balanza comercial históricamente deficitaria, ha denunciado al país asiático en repetidas ocasiones. Unas denuncias que, tras no reconocer las peticiones del mandatario norteamericano, acabaron en amenazas de ruptura, así como una guerra comercial que, hasta la llegada del Coronavirus, se mostraba como una de las mayores amenazas para la economía.
Pero no es esto lo más preocupante del asunto. Es decir, desde que Donald Trump inició un mensaje que trataba de impulsar la industria nacional y acabar con esa “falsa globalización”, muchos otros Gobiernos se han ido sumando a la causa. En todo el planeta, en cada uno de los países que integra nuestro mundo, se han iniciado mensajes que, a través de partidos que dicen ser patriotas, tratan de inculcar un mensaje en la sociedad, el cual trata de desmontar esa globalización que se ha ido construyendo con los años, buscando ese ansiado repliegue en las cadenas de valor, así como la repatriación de muchas empresas que, a través de la deslocalización estratégica, han situado centros de producción en el extranjero.
Un fenómeno que, acentuado por el Coronavirus, muchos expertos han definido como la desglobalización de la economía.
China y Estados Unidos: El vencido y el vencedor
Con la proclamación de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos, muchos ciudadanos en el planeta fuimos testigos de mensajes como “America First” o “Make America Great Again”. Mensajes de campaña de un presidente que entraba en el poder con una gran ambición. Una ambición repleta de metas y objetivos entre las que destacaba una: acabar con el déficit comercial de los Estados Unidos. En este sentido, a muchas personas le llamarían la atención otra serie de logros y metas, pero cuando hablamos de globalización, la que ocupa la tribuna en este sentido es esta; razón por la que muchos economistas centran la atención en esta afirmación.
Sin embargo, para desgracia del presidente, la balanza comercial en los Estados Unidos no solo no se ha corregido con el tiempo y las políticas aplicadas en el país. Estamos hablando de que, observada en el día de hoy, la balanza comercial de los Estados Unidos arroja un déficit mucho más agravado que el que presentaba en aquel entonces, cuando Donald Trump se proclamaba como nuevo Presidente del país. En este sentido, un mensaje que, siendo muy importante para el presidente americano, no logró dar sus frutos en la práctica.
Así, tras una serie de conflictos que, incluso, podríamos llegar a discutir sobre la legalidad de las prácticas, así como sobre el proteccionismo asiático, el presidente Trump inició una guerra contra China para acabar con una situación que, para el, estaba acabando con parte de la economía estadounidense. Prácticas como la devaluación monetaria —nunca confirmada por el Fondo Monetario Internacional (FMI)—, las políticas arancelarias chinas, así como otra serie de herramientas que favorecían la competitividad de las exportaciones chinas en un escenario de dudosa legitimidad, llevaron al presidente norteamericano a iniciar con el gigante asiático lo que se conocerá como la mayor guerra comercial de todos los tiempos. Una guerra por el comercio global que paralizó drásticamente las previsiones de crecimiento para el comercio.
Al margen, justo en un escenario en el que China y Estados Unidos comenzaban a limar sus asperezas, el Coronavirus se impuso entre lo que muchos llamaban o denominaban como “tregua comercial”. En este sentido, paralizando todas las relaciones y negociaciones que China y Estados Unidos mantenían para acabar con una guerra comercial que, como ya dijimos en Economipedia, no tenía ganadores, sino, y únicamente, perdedores. Una paralización que, de no haberse producido, habría sido sustituida por esa tregua comercial que, como decimos, ponía el broche a una tensa relación que parecía no tener un buen desenlace.
Sin embargo, el Coronavirus, al igual que para la campaña del Trump, se impuso entre China y Estados Unidos, pues el bloqueo que supuso el cierre comercial, dejó a ambos países en un escenario de bloqueo y de incapacidad para continuar con el flujo de mercancías que, de forma diaria, se producían entre ambos países. Pero, además, debemos situarnos en este escenario y centrar la atención, pues justo se produce en este momento un punto de inflexión en el que Donald Trump encuentra la oportunidad de volver a la carga contra China, tratando de meter, nuevamente, el mensaje que ya inició en campaña y que parecía haber abandonado tras la posible tregua comercial que se estaba gestando en los meses pasados.
Un mensaje que, como decíamos al principio, ponía en relevancia una situación en la que los Estados Unidos eran incapaces de contar con material sanitario, ya que la industria, o el mayor peso de ella, como hemos sido testigos durante la pandemia, se encuentra en China. En este sentido y ante la oportunidad de meter dicho mensaje, Donald Trump aprovechó para meter su mensaje de que, excusándose de una gestión que mostró sus mayores vulnerabilidades, no es posible seguir en una situación en la que los países dependan de un único país para contar con bienes. Una situación que, para el, estaba provocada por una intensa globalización, la cual era la causante del bloqueo de las cadenas de suministro.
Una rotura que, de no producirse esa deslocalización de la producción, según Donald Trump, no se habría dado. Motivo por el que solicitó a sus empresarios, así como a todos los ciudadanos norteamericanos, el repliegue de toda industria que se encuentrase operando en el extranjero por motivos de competitividad. Una apuesta que, si vemos el mensaje que emiten muchos miembros de la sociedad civil, así como cargos políticos electos, parece haber calado en la sociedad.
Una apuesta arriesgada (y cara)
El comercio, con una contribución al producto interior bruto (PIB) mundial del 60%, se posiciona como uno de los principales motores de crecimiento económico. De hecho, podemos decir que más de la mitad de la economía mundial se encuentra plenamente supeditada al comercio, por lo que ningunear su importancia, técnicamente, es un error. De hecho, si tuviésemos en cuenta su contribución indirecta, el 60% anteriormente mencionado no sería más que un aperitivo para la cifra que nos quedaría tras hacer los cálculos y mostrar el cómputo absoluto.
En este sentido, estamos ante una situación muy complicada. El Coronavirus, en un escenario en el que el comercio se mostraba ya delicado por la guerra comercial, se ha interpuesto en el crecimiento del comercio global, paralizando toda actividad comercial que, hasta entonces, se estaba desarrollando. Una situación que ha dado mucho de qué hablar, máxime en un escenario en el que la escasez de recursos, en cierta forma, estaba precedida por la incapacidad de comprar material sanitario a los países asiáticos, así como la capacidad de exportar el material comprado en un escenario de bloqueos fronterizos.
Una situación que muchos expertos han calificado como la desglobalización, pues si añadimos el miedo que el Coronavirus ha generado en la sociedad global, estamos ante una situación en la que la interconexión entre países se ha vuelto una práctica que, pese a estar muy inculcada en nuestra sociedad actual, parece errónea en la mente del “ciudadano post COVID”. Y es que, la globalización se ha visto duramente cuestionada ante la incapacidad de dar una explicación razonable sobre la deslocalización de las cadenas de producción en el exterior y la incapacidad de contar con material sanitario en muchos países que, a diferencia de China, no presentaban industria de esta tipología.
Leyendo muchos análisis geopolíticos, China ha dado un palmazo encima de la mesa, imponiéndose a Estados Unidos en el liderazgo de una respuesta global que calme al orden mundial. Por su parte, Estados Unidos ha jugado un papel secundario en la gestión de esta crisis, con una pandemia que se cebaba con la ciudad de Nueva York y que ni el mismísimo Donald Trump podía parar. Una situación que, en clave geopolítica, suscitaba la hipótesis, así como la posibilidad, de que Estados Unidos perdiese esa destacada importancia en el organigrama global, dejando paso a China como un nuevo candidato para el liderazgo de la economía global.
Una hipótesis que Estados Unidos contempló como una clara amenaza, dejando claro el mensaje de que el virus era un producto “made in China”, esperando que la sociedad lo replicase tal y como él esperaba. Situación que no solo ha deteriorado las relaciones multilaterales que mantenían los países, sino que han provocado el que, como decíamos al inicio, muchos mensajes proteccionistas que, anteriormente, eran vistos como un mensaje erróneo y equivocado, hoy sean vistos como una opción viable, en un escenario en el que una pandemia, ante la gran posibilidad de que no se produzca ese repliegue en las cadenas de producción, dejaría desabastecido al resto del mundo no productor.
Para finalizar, debemos subrayar la importancia de no caer en dogmas equivocados que podrían llevarnos a situaciones más complejas para la economía global. Es decir, acabar con un fenómeno que, contribuyendo al PIB mundial con un del 60% (como muestra el dato del Banco Mundial), se ha convertido en una falsa amenaza es una apuesta, más que arriesgada e incluso muy cara e inasumible para muchas economías. Estamos hablando de economías que dependen íntegramente del comercio y que se verían drásticamente afectadas con una solución proteccionista.
Estamos de acuerdo que debemos cambiar muchas cosas, debemos mejorar, incluso reformar cosas que, a priori, no se consideraban. Pero, al margen, debemos seguir apostando por el crecimiento y la integración económica. Pues ya no estamos hablando de un aporte económico, sino un aporte que, contando con los intangibles, ha pronunciado el progreso de la sociedad, así como del desarrollo humano.
Excelente artículo
BUENAS REFLEXIONES SOBRE LA SITUACIÓN ECONÓMICA ACTUAL.GRACIAS
Excelente contenido sigan así manteniendonos al margen de la sitúacion
Hola Selena;
Muchas gracias por tu mensaje. Esperemos que te haya gustado.
Un gran abrazo de parte del equipo de Economipedia 🙂
Artículo oportuno, que arroja luces en este momento de crisis de salud.
Hola Juan;
Muchas gracias por tu mensaje. Intentamos hacer artículos que, siendo analíticos, traten de aportar a nuestros lectores.
Un abrazo de parte del equipo de Economipedia 😉
Buena oportunidad para replantear la globalización, una alternativa muy joven, al menos en nuestro México, no mas de 30 años, las exportaciones de mas de 1000 millones USD diarios parecen un espejismo para México, los beneficios del acuerdo comercial con USA y Canada han contribuido a una mayor concentración de la riqueza y en México los pobres que existían cuando se firmó el acuerdo comercial en los 90's, siguen siendo en el mejor de los casos los mismos, pero quizas sean mas.
Muchas gracias Arturo;
Eso que comentas es clave para el desarrollo y el crecimiento. Replantear siempre los modelo establecidos, aunque funcionen, es clave para crecer y mejorar el sistema.
Un abrazo de parte del equipo de Economipedia.
La 'desglobalización', de acuerdo a lo que se está viendo, no es el escenario que precisamente se esté imponiendo en el contexto económico mundial en el marco de la pandemia por COVID-19. Al contrario se está vislumbrando un orden económico global en el que el gran capital con las corporaciones a la cabeza tiene más poder que nunca. Para muestra un botón: hay una recesión gravísima en ciernes, y no obstante los Estados y bancos centrales han dado todo su apoyo a las transnacionales, en especial a la élite financiera. Cierto proteccionismo siempre ha existido durante toda la historia capitalista, pero es que evidentemente cada gran capitalista trata de imponerse a como de lugar a sus competidores, y trata de imponer aranceles elevados a las importaciones, y tratar de que sus exportaciones sean beneficiadas con aranceles bajos. Sin duda alguna la 'globalización' seguirá siendo una realidad mientras el capitalismo siga con vida, y por desgracia para la mayoría de la humanidad su fin aún parece relativamente lejano
Muchas gracias por el comentario Rubén;
Lógicamente, hay distintos puntos de vista al respecto.
Sin embargo, agradecemos que, en aras del debate y el avance de la ciencia, se expongan todos los criterios posibles.
No obstante, de tu comentario, matizar algunos aspectos en los que estás incurriendo en confusiones como la que se produce entre mercantilismo y capitalismo; así como en la que incurres al confundir respuesta coordinada con respuesta conjunta.
Sin mas, un saludo de parte del equipo de Economipedia.
Excelente articulo, una notación: ”esperando que la sociedad lo replicase tal y como esperaba él esperaba. " Corrijan ese parrafo.
Muy útil e interesante el resumen de la desglobalización
Hola Miguel,
Muchas gracias por el apunte, ya está corregida la errata.
Saludos y gracias también por leernos.
La Globalización en su mismo concepto no es mala, si la entendemos como la "mutua ayuda" entre los países. El problema es la diversificación del contenido de las políticas económicas. Existe un divorcio entre las maneras de abordar e inmiscuirse en la economía mundial, es decir China y Estados Unidos. La idea de liderar es un concepto ligado a "ser más fuerte que el contrario".
Los Organismos Multilaterales contribuyeron a que este proceso de Globalización se hiciera imposible en la práctica. La corrupción e imposición de personas incompetentes y propensas a corromperse en los cargos prevalece, ahora es imposible destruir esa protocolo de nombrar a los más incapaces.
Un nuevo orden mundial impuesto es el caos y cuidado con que puede desembocar en la peor de las soluciones.
Hola Ender;
Una reflexión muy profunda e interesante la que haces.
Efectivamente, la globalización debe ser un proceso de integración y desarrollo inclusivo en todo el planeta. De hecho, los informes al respecto reflejan cómo la participación de economías en desarrollo y subdesarrolladas, atendiendo a los datos que ofrece la Organización Mundial del Comercio (OMC), es cada vez mayor.
Sin embargo, efectivamente, se precisa de una mayor voluntad por parte de determinadas economías, que traten de buscar ese desarrollo inclusivo y no, al contrario, la atracción y deslocalización de riquezas.
A su vez, para luchar y defender los principios de dicha globalización, se precisa de instituciones públicas fortalecidas, que puedan defender los intereses del territorio, sin dejarse llevar por intereses perversos que solo favorezcan a mandatarios corruptos.
Muchas gracias por tu lectura y reflexión.
Te mando un saludo de parte del equipo de Economipedia 🙂