Veintiocho años consecutivos creciendo económicamente. Ese es el balance de Australia. Muchos se preguntan cómo es posible encadenar un periodo de expansión tan prolongado. ¿Es posible esquivar indefinidamente las recesiones?
Los ciclos económicos explican las fases de crecimiento o expansión y los periodos de recesión o crisis económica. Mientras que en las épocas de expansión el Producto Interior Bruto (PIB) aumenta y el empleo crece, las recesiones están marcadas por la caída de la economía y la destrucción de puestos de trabajo. Ahora bien, es difícil determinar cuántos años dura un ciclo económico, pero lo realmente llamativo es el caso australiano, donde la economía ha crecido de manera ininterrumpida a lo largo de veintiocho años.
Echando un vistazo a la historia económica de los países occidentales, pueden observarse los distintos ciclos económicos que han atravesado, afrontando etapas de expansión y de contracción de la economía. Solo los países como China e India han experimentado un crecimiento económico prolongado, debido fundamentalmente a la deslocalización de la producción de empresas occidentales.
En cambio, Australia, siendo un país occidental, ha sabido esquivar las recesiones, todo ello gracias al fortísimo peso del sector primario, a unas políticas económicas adecuadas y al importante volumen de exportaciones australianas hacia China. Y es que, a lo largo de estos veintiocho años, los trabajadores australianos no han conocido una crisis. Si bien es cierto que la población australiana mantiene una actitud prudente y realista, siendo consciente de que una recesión económica no se puede evitar de manera indefinida.
Esquivando las crisis y afrontando los problemas
Que Australia haya crecido durante veintiocho años no significa que no haya tenido que afrontar problemas. En este sentido cabe mencionar la crisis asiática de 1997 y la burbuja inmobiliaria.
En el caso de la crisis de los dragones asiáticos de 1997, boyantes economías como Corea del Sur, sufrieron con especial dureza los efectos sociales de la crisis. La llegada de la crisis a Asia, ponía en riesgo seis años consecutivos de crecimiento en Australia. Sin embargo, el Banco Central de Australia supo tomar las medidas adecuadas. Para ello, la máxima autoridad monetaria australiana decidió no subir los tipos de interés y se devaluó la moneda, lo que contribuyó a equilibrar las exportaciones, que se desplazaron desde el Sudeste Asiático hacia otras zonas geográficas más favorables. Por el contrario, sus vecinos neozelandeses, tomaron la decisión de subir los tipos de interés y terminaron por caer en la recesión.
El segundo desafío que Australia logró encarar con éxito fue la burbuja inmobiliaria. Mientras que algunos países, inmersos en grandes burbujas, negaban la realidad, los australianos decidieron atajar el problema desde el origen.
Bastaba echar un vistazo a los precios de la vivienda en Australia para darse cuenta de que habían crecido un 70% en los últimos diez años. Por tanto, el gobierno australiano, consciente de la realidad, decidió acabar con la burbuja de manera progresiva, endureciendo las condiciones de acceso a las hipotecas. La experiencia ha demostrado que el endeudamiento excesivo de las familias ha sido una de los problemas de las burbujas, sin embargo, este problema sigue aún latente en Australia.
Control a las entidades bancarias
Otro sector muy afectado por la burbuja inmobiliaria y por la recesión ha sido la banca. Detrás de muchos desastres bancarios se encontraba una mala gestión de entidades que asumían riesgos excesivos sin valorar las posibles consecuencias. Pues bien, en Australia se llevó a cabo una criba de todos aquellos directivos que estuvieron a punto de llevar a sus bancos a una situación de quiebra. Así, ahora la banca australiana es mucho más precavida al analizar los riesgos.
Por otra parte, el gobierno australiano, apostando por la regulación y por la competencia, prohibió por ley que los cuatro principales bancos del país puedan fusionarse.
Las economías domésticas endeudadas y las finanzas públicas saneadas
La buena salud de la economía australiana se debe en buena medida a un sector público saneado. Esto se debe al bajo nivel de deuda del estado, que se sitúa en el 40,67% del PIB (2017), muy por debajo de importantes economías occidentales como Italia, Estados Unidos, Alemania y Japón. Por su parte, el gobierno ha aprovechado para invertir decididamente en infraestructuras, lo que ha terminado por favorecer el crecimiento económico.
Más allá de unas finanzas públicas saneadas, uno de los posibles riesgos que debe afrontar Australia es el elevado endeudamiento de las economías domésticas, cuyo endeudamiento sobrepasa el 100% del PIB. Este endeudamiento excesivo puede ser una amenaza de cara al futuro, máxime cuando el consumo privado representa el 57% del PIB de Australia.
Amenazas a las exportaciones
China ha sido uno de los principales destinatarios de las exportaciones australianas. Y es que, el boom del crecimiento económico chino ha permitido a Australia colocar hasta el 35% de sus exportaciones en China. Atrás quedan los tiempos en los que el PIB chino crecía por encima del 10%, pues actualmente la economía china está en desaceleración, creciendo por encima del 6%. Por ello, la desaceleración de China puede terminar perjudicando a las exportaciones australianas.
Precisamente la agricultura y la ganadería de Australia, un auténtico baluarte de la economía, se ha beneficiado del conocido boom de las materias primas. Así, agricultores y ganaderos han ocupado los primeros puestos en cuanto a producción y exportación. El problema es que el boom de las materias primas va aproximándose hacia su tramo final.
Con todo, aún queda tiempo hasta que llegue el fin de una larga etapa de crecimiento para Australia. No obstante, cabe recordar que crecer económicamente de manera indefinida se antoja una empresa muy complicada.