La tasa de ahorro del segundo trimestre de 2019 ha aumentado hasta situarse en el 13,3%. Estamos hablando del mayor nivel de ahorro desde el primer trimestre del año 2010. ¿A qué se debe? ¿Mejora de la renta disponible o miedo a una nueva crisis?
Basta echar un vistazo a los datos de Eurostat, la oficina de estadística de la Unión Europea, para percatarse de que la tasa de ahorro ha aumentado notablemente en los hogares españoles. Las malas perspectivas económicas parecen ser la causa del incremento del ahorro, si bien es cierto que hay otros factores que también explicarían esta tendencia.
Comencemos por explicar qué es la tasa de ahorro. Pues bien, este indicador muestra el porcentaje de renta que los ciudadanos se reservan tras satisfacer sus necesidades. El aumento de la tasa de ahorro se explica por dos motivos:
- El primero de ello sería la decisión de los individuos de disminuir su consumo.
- La otra posibilidad sería que, ante un aumento de la renta disponible, con las necesidades de consumo satisfechas, aumenta el porcentaje de renta destinado al ahorro.
Efectos sobre el producto interior bruto (PIB)
En el ambiente flota cierta sensación de pesimismo en lo económico. Se dibujan horizontes complicados y, normalmente, los consumidores, ante la incertidumbre o las malas perspectivas optan por el ahorro, que es lo que se conoce como “efecto precaución”. De este modo, las familias optan por reducir su consumo adicional o dejan de invertir en bienes duraderos como pueden ser los coches.
Sin embargo, un aumento del ahorro en detrimento del consumo puede suponer un duro golpe para el crecimiento económico. El consumo privado es un componente fundamental en el PIB español. En este sentido, el consumo privado llega a representar hasta el 56% del PIB. En otras palabras, que, sin consumo, no hay crecimiento económico. Queda claro que la caída del consumo puede ser un duro golpe no solo para la economía española, sino también para la economía europea.
Los pensamientos de muchos vuelven al pasado, a la dura crisis que estalló en 2008. Si bien es cierto que se prevé que, en lugar de una fuerte recesión, se trate de una desaceleración o de un estancamiento económico.
Si el consumo ha caído, ¿por qué el PIB español continúa arrojando cifras positivas? Pese a la disminución del consumo de las economías domésticas, el gasto público (18,7% del PIB) y las exportaciones netas han contribuido a “mantener el tirón”. Ahora bien, conviene aclarar que el saldo positivo de las exportaciones netas (diferencia entre exportaciones e importaciones) se explica por una disminución de las exportaciones a consecuencia de una menor demanda interna española.
Respecto al incremento del ahorro nos encontramos con explicaciones basadas en elementos positivos y en factores negativos. Uno de los aspectos positivos es que, aunque a un ritmo más reducido, continúa la creación de empleo, lo que permite que la renta disponible de los ciudadanos se vaya incrementando. Por el contrario, la otra cara de la moneda, como anteriormente señalábamos, es el miedo a un entorno económico incierto con la guerra comercial y el Brexit como telón de fondo. Sin olvidar, eso sí, el conflicto catalán que afecta directamente a Cataluña y, por ende, a la economía española. Así, ante escenarios poco halagüeños, son muchos quienes recurren a invertir en productos de renta fija y deuda soberana.
El efecto de los tipos de interés negativos
Más allá de los efectos sobre el PIB, otro aspecto muy a tener en cuenta son los tipos de interés. Actualmente, el Banco Central Europeo está llevando a cabo una política de tipos de interés negativos. La finalidad de esta medida es lograr un crédito fluido, estimular el consumo y fomentar la inversión a través de unos bajos tipos de interés.
Pero esta clase de medidas pueden producir efectos contrarios a los deseados. Unos bajos tipos de interés pueden ser vistos como indicativo de que se aproximan momentos complicados para la economía y, por tanto, son muchos los que, por precaución, recurren al ahorro.
Aun así hay quienes defienden que, los tipos de interés negativos o muy bajos, pueden incitar al ahorro. Los partidarios de esta teoría afirman que, ante la baja rentabilidad de los instrumentos de renta fija, los individuos lo compensan destinando un mayor porcentaje al ahorro.