Historia del feminismo
El feminismo es un movimiento que, históricamente, lucha por la equiparación real de derechos, así como de capacidades, entre hombres y mujeres.
La mujer, tradicionalmente, ha ocupado un papel subordinado al hombre, tanto en la vida pública como en la privada. El movimiento feminista o, en general, el feminismo, lucha por la erradicación de la desigualdad y la discriminación entre hombres y mujeres. Así como, en ocasiones, la violencia que los primeros ejercen contra las segundas.
Gracias al feminismo y al avance social, se ha conseguido la igualdad en todos los ámbitos, pero no en todos los países. En las democracias occidentales sí que se ha conseguido un blindaje legal a estas aspiraciones, cosa que no ocurre en otras culturas como la musulmana.
Historia del feminismo
La historia del feminismo se ha agrupado en diferentes etapas, siendo estas las llamadas olas feministas.
Primera ola del feminismo
La primera ola se extiende desde la Revolución Francesa hasta mitad del siglo XIX.
Surge en contraposición a la deriva de exclusión que estaba tomando la Revolución. Las mujeres, a pesar del gran protagonismo que adquirieron en el proceso revolucionario (véase como ejemplo el asalto de las pescaderas de París al palacio de Versalles), fueron totalmente excluidas en las conquistas revolucionarias.
Las demandas principales bajo este periodo fueron el acceso a la educación, inspirado principalmente por Mary Wollstonecraft, y el sufragio femenino.
Segunda ola del feminismo
Este periodo ocupa desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX, esta ola también es llamada como sufragismo.
El documento principal que inspira esta fase es La declaración de Sentimientos, suscrito por hombres y mujeres, y surgido en la convención de Seneca Falls. En él, se denunciaban las desigualdades sociales entre hombres y mujeres.
En este periodo se consigue el sufragio femenino. Nueva Zelanda es el primer país que lo aprueba, en 1893. Posteriormente, le siguen países como Estados Unidos y Reino Unido. En España, por ejemplo, hubo que esperar hasta la Segunda República para ver efectivo este derecho; y ello, de la mano de feministas como Clara Campoamor.
Además, durante esta época, y con la explosión de las dos guerras mundiales, las mujeres tuvieron que ocupar numerosos puestos de trabajo que hubieran sido propios de hombres, esto también ayudó en ese proceso de emancipación.
Tercera ola del feminismo
La tercera ola feminista se sitúa en los años sesenta del siglo XX, teniendo como punto de partida dos obras muy importantes: La mística de la femineidad y el segundo sexo, de Betty Friedan y Simone de Beauvoir, respectivamente.
Dos obras que promueven la protesta, principalmente, contra los retrocesos experimentados tras la Segunda Guerra Mundial, cuando las mujeres, debido a la guerra, ocuparon puestos de trabajo tradicionalmente reservado exclusivamente a hombres.
Aquí ya no bastan las reivindicaciones en favor del sufragio o del acceso a la educación, sino que se habla de sexualidad, violencia contra la mujer y surge el llamado feminismo multicultural. Este último consiste en la reivindicación de derechos por parte de otras razas, etnias y culturas, alejadas de los países occidentales.
Es en este contexto de la tercera ola, cuando, a partir de los años 70 y 80, numerosos países comienzan a legislar en favor de una equiparación real entre hombres y mujeres, y en un escenario en el que, a su vez, se les dota de otras protecciones legales respecto al aborto, la violación y violencia y la protección frente al despido por embarazo.
Cuarta ola del feminismo
Son muchas las feministas y estudiosos del movimiento que afirman la existencia de una cuarta ola. Algunas sitúan su inicio en los años noventa del pasado siglo, y otras ya directamente en el siglo XXI, incluso durante esta última década, a partir de 2010. Lo cierto es que, no siendo muy relevante el año en el que se inició, sí que hay consenso en lo que se refiere a los motivos que la mueven y en los objetivos que persigue.
Como eje central se sitúa la violencia contra la mujer. Según las portavoces del colectivo, aunque legalmente en muchos países la mujer está equiparada al hombre, sigue habiendo numerosos casos de violencia y de maltrato contra las mujeres, tanto física como verbal. Otros objetivos que persigue el movimiento es acabar con los vientres de alquiler, la prostitución y la trata.
A nivel mundial, el movimiento me too fue el encargado de visualizar la agresión sexual sobre las mujeres. El movimiento surgió tras la acusación sobre el director de cine Harvey Weinstein de acosar a decenas de ellas. Tras ello, hubo numerosas manifestaciones de apoyo a las afectadas. También, a través de las redes, las mujeres que habían experimentado casos de acoso iban contando sus historias en señal de solidaridad y visibilidad. En España, se considera que la sentencia de la manada fue la que dio el pistoletazo de salida a las reivindicaciones masivas contra la violencia que sufren las mujeres.
Uno de los éxitos que se atribuye esta nueva ola, es la de contar con visibilidad feminista incluso en aquellos países donde la mujer está totalmente reprimida. Este es el caso de Irán o de Arabia Saudí, donde impera la ley del Corán. En este último país, ante las presiones internacionales e internas del país, se está permitiendo un leve grado de libertad a las mujeres. En este sentido, permitiendo que estas puedan contar con derechos como es la permisión para que se puedan sacar el carnet de conducir. Aun así, desde el punto de vista occidental, la mujer sigue estando en un segundo plano y queda un gran camino por recorrer.
Críticas al feminismo
El movimiento feminista, como tantos otros, está lleno de controversias y detractores. Durante las tres primeras olas, se debía al gran conservadurismo que primaba sobre la población. Una corriente en la que los roles de ambos estaban bien definidos y construidos a lo largo de miles de años. Incluso, eran las propias mujeres quienes defendían las posiciones tradicionales adquiridas.
En esta última ola, la cuarta, la crítica viene más por la deriva radical y extremista que han experimentado determinados sectores dentro del propio movimiento. Además de los errores cometidos por algunas de las leyes, como, por ejemplo, la existencia de denuncias falsas que suponen la detención inmediata del varón.
Otro error que se le achaca, por parte de sus detractores, es la inexistencia de los techos de cristal; argumentando que la mujer no está en altos puestos directivos y relevantes porque su entrada generalizada al mercado laboral fue tardía. De hecho, en España, más de la mitad de la judicatura está compuesta por mujeres. Es cuestión de tiempo que lleguen a los altos puestos.