Legitimidad
La legitimidad, en lo referente al poder político, podemos definirla como la validez real con la que cuenta un poder y las acciones que este determina. Aunque la legitimidad puede venir de varias fuentes, suelen ser los ciudadanos quienes la otorgan.
Es decir, la legitimidad es la validez o el apoyo real con el que cuenta un poder para ejercer la fuerza.
La legitimidad es un concepto complejo e incluso confuso. Es una cualidad de algo, una característica, normalmente aplicada al poder político, aunque puede decirse de otras cosas, tales como una sentencia judicial, o a una acción o decisión de alguien sobre algo.
Suele escucharse en política, en los debates y tertulias, pero, ¿qué es realmente la legitimidad? Pues, entraremos en detalle en este artículo.
Diferencias entre legitimidad y legalidad
Aunque a veces se usen como sinónimos, realmente no lo son. Algo puede ser legal pero totalmente ilegítimo, y viceversa. Legalidad se dice de algo que es legal, que la ley lo ampara, así que es un concepto muy fácil de observar. Ahora bien, para que ese algo sea legítimo tiene que cumplir algún requisito más. Por ejemplo, que sea ética y moralmente aceptable.
Aquí es donde entra también el concepto de soberanía nacional. Esta ocurre cuando el poder de un territorio es entregado a los ciudadanos, y estos eligen a sus representantes, que son los encargados de gobernar en base a la voluntad del pueblo. Por tanto, el poder político que emana de las democracias es legítimo, ya que está estrictamente elegido por los ciudadanos. Además, este poder será legal, ya que así lo dictaminarán las leyes.
Respecto a la legitimidad de las acciones del poder político dentro de una democracia, también existe debate. Por un lado, habrá ciudadanos que, en base a este principio, vean legítimas todas las acciones del poder político. Pero, por otro lado, hay personas que no aceptan esta afirmación.
De hecho, muchas de las acciones perpetradas desde sistemas democráticos se consideran como ilegítimas aunque sean legales. Por ejemplo, el uso desproporcionado de las fuerzas policiales, una subida muy pronunciada de los impuestos, algunos casos de expropiación forzosa, o la aprobación de una ley cuyo respaldo popular es nulo.
En el caso de los regímenes no democráticos, la legitimidad es algo difícil de encontrar. Si es un régimen opresor en el que los ciudadanos no están conformes con ese gobernante, el poder es ilegítimo. Aunque pueden existir algunos casos en los que regímenes dictatoriales estén legitimados, es decir, que cuente con el apoyo popular.
Tipos
Max Weber, considerado como uno de los padres de la sociología moderna, estableció en su obra Economía y Sociedad los tipos de legitimidad según su origen. Para el autor, la legitimidad era sobre la dominación, definiendo esta como la probabilidad de que un grupo determinado rinda obediencia a ciertos tipos de mandatos. Estos tres tipos son:
- Legitimidad legal o racional: Quien ejerce el poder ha sido elegido por los ciudadanos, está respaldado por la ley. Por lo tanto, la autoridad ejercida por esta persona es del todo legítima y los ciudadanos están obligados a acatarla. Es propio de los sistemas democráticos.
- Legitimidad tradicional: La autoridad que ejerce el poder se legitima en la tradición de que siempre ha sido así. El poder le viene heredado y, como ha sido la forma de gobierno año tras año, se entiende que debe seguir siendo así. Es propio de tribus antiguas y de las monarquías.
- Legitimidad carismática: Bajo este tipo, el poder le ha sido otorgado al gobernante por características personales que escapan a la racionalidad. El líder posee atributos que llaman y atraen a la gente. Carácter, apariencia, liderazgo y personalidad, son características que atraen al resto de personas. Es propio de las dictaduras, especialmente, los totalitarismos.