¿Qué pasa cuando un Estado quiebra?
En numerosas ocasiones hemos visto cómo empresas y particulares caen en bancarrota. Pero, ¿es posible que todo un país vaya a la quiebra? ¿Qué significa la bancarrota del Estado? ¿Cómo puede llegarse a esta situación? ¿Qué pasa y qué solución hay a la quiebra de una nación?
El Estado, a lo largo del siglo XX, fue cobrando un papel muy importante. Su influencia y su peso en la economía es innegable. Otros dos agentes económicos son las economías domésticas y las empresas y somos perfectamente conscientes de que ambos pueden quebrar. Pero, ¿y el Estado? ¿Puede incurrir en bancarrota?
La respuesta es sí. Todo ello ha ocurrido en varias ocasiones a lo largo de la historia. De hecho, resulta especialmente llamativo el caso de España, que en el siglo XIX tuvo que afrontar la suspensión de pagos hasta en siete ocasiones. No obstante, a diferencia de las economías domésticas y las empresas, no es posible embargar el patrimonio del Estado.
¿Cómo incurre un Estado en suspensión de pagos?
Para que un Estado se encuentre en bancarrota, debe ocurrir que el país en cuestión no sea capaz de afrontar sus deudas. En otras palabras, no es posible pagar a los acreedores. Esto significa que empresas y particulares que han actuado como inversores del Estado perderán el capital aportado y los intereses que se les adeudan. Al no haber suficientes recursos económicos para atender estos pagos, el Estado entrará en lo que en Economía se conoce como “default”.
En una bancarrota del Estado, la única forma de que los acreedores cobren es que cuenten con un seguro de quiebra. Así, los inversores (empresas y particulares) recuperarán el dinero perdido. Sin embargo, el gran damnificado en esta situación serán las aseguradoras, que cargarán con los impagos del Estado.
Para evitar una suspensión de pagos, la mejor alternativa posible es recurrir a la negociación con los acreedores y tratar de reestructurar la deuda. En ocasiones, es factible acordar quitas de deuda.
¿Qué consecuencias tiene la bancarrota de un país?
Los efectos económicos de una bancarrota son inmediatos. El Estado pierde la confianza de los inversores y, de repente, se cierra el grifo de la financiación al tiempo que se producen salidas masivas de capitales del país. De hecho, la bancarrota supondrá el freno inmediato de las inversiones extranjeras.
Para analizar la quiebra del Estado, convendrá echar un vistazo al default argentino del año 2002. Argentina debía alrededor de 200.000 millones de dólares, lo que significaba el 79% del PIB argentino. El Estado argentino no disponía de recursos suficientes para atender las obligaciones más inmediatas, por lo que el FMI tuvo que intervenir de urgencia con un préstamo de 8.000 millones de dólares.
La suspensión de pagos de un país puede detener algunos problemas, sin embargo, no significa la contención de todos los problemas sociales y económicos que trae consigo la bancarrota del Estado. Todo ello da lugar a una vorágine de desempleo, malestar social en las calles e inflación desbocada. Así, en cuatro años, Argentina pasó a duplicar su tasa de desempleo, llegando a alcanzar el 25% de paro.
Las devaluaciones de dinero traen consigo la pérdida de poder adquisitivo. Las clases trabajadoras y las clases medias, que dan estabilidad económica y social al país, sufren con gran rigor los efectos de la bancarrota. Tomemos como ejemplo la crisis tequila, que causó severos estragos en las clases medias mexicanas. La destrucción masiva de puestos de trabajo aboca a muchos a tal estado de necesidad que recurren a empleos informales, proliferando de este modo la economía sumergida.
Si bien pensionistas y funcionarios, en situaciones normales, tienen una gran estabilidad en sus ingresos, sufren con especial dureza la quiebra del Estado. Prueba de ello es la Alemania de entreguerras que se hallaba en bancarrota y asolada por la hiperinflación. Con el Estado alemán en quiebra, los funcionarios germanos, acuciados por la necesidad, no tuvieron más alternativa que recurrir a la mendicidad. En el caso de la crisis de 2002 que sacudió Argentina, el Gobierno aprobó drásticas bajadas de las pensiones y de los salarios de los empleados públicos.
La experiencia argentina demostró que, con el dinero masivamente devaluado, la población pierde confianza en el papel moneda. Como consecuencia de ello, proliferó masivamente el trueque. Los ciudadanos argentinos recurrieron a los llamados clubes de trueque y emitieron monedas paralelas para conseguir los bienes que necesitaban en estos peculiares mercados.
La quiebra de un Estado trae consigo una caída drástica de las inversiones privadas. Ante la falta de dinero, no se financian proyectos empresariales ni se abren nuevos negocios. La falta de oportunidades trae consigo la desmotivación y son muchos los que emigran al extranjero en busca de oportunidades. Todo ello se plasma en una sangría de capital humano, pues la población más cualificada abandona el país para escapar de la pobreza.
Soluciones para la bancarrota
Si un Estado entra en quiebra y no puede afrontar sus obligaciones de pago ni reestructurar la deuda, puede acudir a las instituciones internacionales. Es aquí donde entra en juego el FMI. Este organismo internacional se ocupa de garantizar la estabilidad monetaria y concede préstamos a aquellos Estados que atraviesen dificultades relacionadas con su balanza de pago.
Financiado por los Estados miembros a través de cuotas, el FMI permite que un país disponga del 25% de su cuota si se encuentra en una situación apurada con su balanza de pagos. Si la situación es más grave y el Estado se encuentra en bancarrota, se le concederá financiación al país en cuestión a cambio de implementar un estricto plan de ajustes.
Por otra parte, los bancos centrales, como organismos encargados de ejecutar la política monetaria, pueden utilizar sus recursos para socorrer a aquellos Estados que atraviesen graves problemas. En este sentido, cabe mencionar las experiencias de Grecia e Irlanda, que fueron rescatadas por el Banco Central Europeo.
Ahora bien, los rescates no son gratis. A cambio, los Gobiernos se comprometen a llevar a cabo planes para estabilizar la economía. Para ello se deben implementar duras medidas de ajuste, como la reducción del gasto público, subidas de impuestos y la priorización del pago de la deuda. Y es que es importante que un Estado en bancarrota salde sus deudas lo antes posible y devuelva las cantidades prestadas, pues otros países podrían precisar créditos de ayuda.
Por último, existe la posibilidad de que otros países acudan al rescate de un Estado en quiebra. Para ello, se emplean elementos como los acuerdos de cooperación y las alianzas comerciales.