Los juegos son una herramienta que ayudan a los más pequeños a socializar, a comprender el entorno que les rodea y, en definitiva, a acercarse a la vida real. De ahí que el Monopoly, como juego de mesa, tenga su importancia como un primer instrumento para acercar a los niños a la economía.
Allá por el año 1903, la estadounidense Elizabeth Magie, que se dedicaba a diseñar juegos de mesa creó “The Landlord’s Game” (el juego de los propietarios), que a la postre terminaría siendo conocido por todos como el Monopoly. Un año después, en 1904, “The Landlord’s Game” terminaría siendo patentado.
Si bien es cierto que el popular juego de mesa no encontraría su expansión hasta los años de la gran depresión. Y es que, en 1935 el estadounidense Charles Darrow fabricó una pequeña edición del juego de mesa inspirado en la ciudad de Atlantic City. Debido a su éxito, la compañía Parker Brothers mostró su interés y se encargó de la producción y difusión masiva del juego.
¿Un juego capitalista?
Son muchas las interpretaciones que se le han dado al juego del Monopoly. Hay quienes lo ven como un juego marcadamente capitalista. Es más, en países como Cuba, donde se oponen frontalmente al sistema económico capitalista, crearon un juego que bautizaron “Deuda eterna”. Así pues, en la versión cubana, el objetivo será que los gobiernos de las distintas naciones aúnen esfuerzos para acabar con el Fondo Monetario Internacional.
Por el contrario, las intenciones de Elizabeth Magie eran muy distintas. De este modo, Magie, que era defensora de las ideas del economista norteamericano Henry George, trataba de advertir de los riesgos que conllevaba que la propiedad inmobiliaria se concentrase en unas pocas manos. Frente a esta amenaza de monopolio de las propiedades inmobiliarias, se proponía como solución establecer un impuesto a los bienes inmuebles.
Conceptos económicos básicos
Más allá de las distintas interpretaciones y de los mensajes que se pretendan transmitir a través de este juego de mesa, hay que reconocer que el Monopoly tiene su importancia a la hora de acercar a los más jóvenes a ciertos conceptos económicos básicos. Así, quienes juegan al Monopoly se acercan al mundo de las inversiones, piensan en términos de coste de oportunidad, de liquidez y se desenvuelven en unas reglas de libre mercado.
Sobre las distintas celdas del tablero se extienden multitud de calles que pueden adquirir los jugadores. El precio de las distintas calles es variable, así como el coste de erigir viviendas y hoteles. Por ello, el jugador deberá valorar sus opciones y tener en cuenta a qué debe renunciar para llevar a cabo su proyecto de inversión. También deberá meditar qué calles comprar, si debe concentrar sus recursos en una sola propiedad o en varias. Es aquí donde entra en juego el concepto de coste de oportunidad.
La liquidez será otro elemento fundamental a la hora de jugar al Monopoly. Estamos hablando de disponer del suficiente dinero para atender a tiempo los posibles pagos e imprevistos que nos surjan. El azar de los dados puede llevarnos a pagar a otros jugadores al pasar por sus barrios o a tener que afrontar el pago de una multa. Así, ante la falta de efectivo, una mala racha puede llevar al jugador a tener que hipotecar las propiedades adquiridas.
Como anteriormente mencionábamos, el Monopoly es un juego que se desarrolla en un sistema de libre mercado, donde confluyen oferta y demanda. En otras palabras, se compran y venden propiedades en los mercados sin ningún tipo de intervención por parte del Estado en el mercado de bienes inmuebles. Por tanto, puede considerarse el Monopoly como una primera aproximación al funcionamiento de un sistema económico de libre mercado.
No obstante, mientras las pequeñas figuras metálicas van desplazándose por el tablero, los jugadores deberán afrontar multas e impuestos. De este modo, quienes juegan al Monopoly, se percatan del efecto de los impuestos en las inversiones. Así, comprenderán que los tributos afectan negativamente a las inversiones, disminuyendo su rentabilidad.
Otro elemento clave en el mundo de las finanzas es la negociación. Los jugadores tienen la posibilidad de negociar entre ellos. Dependiendo de la rentabilidad obtenida, de la liquidez disponible y, cómo no, del azar, los distintos jugadores se hallarán en una posición de mayor o menor fortaleza. Una vez más, Monopoly se convierte en un acercamiento inicial a lo que significa la negociación en el mundo de la economía y las finanzas.
Por último, y no por ello un aspecto nada desdeñable, se encuentran los costes que conlleva toda inversión. Bien es cierto que toda inversión supone un desembolso inicial para obtener una serie de rendimientos con el paso del tiempo. Sin embargo, en muchas ocasiones, las inversiones conllevan un mantenimiento, especialmente en el caso de los bienes inmuebles, donde habrá que hacer frente al coste de las derramas para mantener en buen estado los edificios.
Queda claro que, más allá de la ideología que se pretenda dar al Monopoly, el célebre juego de mesa, supone un interesante desembarco en el mundo de la economía para los más pequeños.