Los estudios, como todos sabemos, ocupan un lugar importante en nuestra vida, mucho más ahora que la educación se va haciendo cada vez más accesible en todo el mundo. No solo porque influyen sobre la dirección que podemos dar a nuestra carrera profesional, sino porque también pueden enriquecernos a nivel personal. Sin embargo, nadie ignora que estudiar supone una gran inversión de tiempo, dinero y esfuerzo, a cambio de unos beneficios que no siempre son seguros.
Por ello, en este artículo intentaremos responder a la pregunta del millón: ¿merece la pena estudiar? ¿Va a mejorar mi nivel de vida si invierto en mi educación?
Los beneficios de la educación
No todas las ventajas de estudiar son cuantificables
Lo primero que debemos señalar es que, como hemos comentado anteriormente, los beneficios de estudiar no se limitan al ámbito laboral. En la medida en que la educación nos permite aumentar nuestra cultura y nos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea, nuestro crecimiento personal puede verse potenciado por ella.
En este artículo, sin embargo, nos centraremos en los beneficios cuantificables de estudiar. En otras palabras, veremos si es cierto que un nivel de estudios superior nos permite obtener un mayor salario en el mercado laboral, o si se trata solamente de un mito.
¿De qué dependen los salarios?
Para incrementar nuestro salario, debemos elegir estudios que realmente potencien nuestras capacidades en el ámbito laboral
Si lo que buscamos es un buen salario, veamos qué nos dice la ciencia económica sobre el tema. A priori, el salario es la compensación que recibe un empleado de su empleador, a cambio de su trabajo. Como es natural, esta contraprestación nunca puede ser superior al valor que el trabajador aporta a la empresa, porque entonces no será rentable contratarlo.
La variable de referencia es el Ingreso del Producto Marginal del trabajo, una estimación de cuánto aporta a la empresa la última unidad de trabajo contratada. Dicha variable determina la demanda de trabajo, es decir, la cantidad que el empresario estará dispuesto a pagarnos.
Eso significa que, cuando vamos a una entrevista, el salario que pueden ofrecernos difícilmente va a superar lo que nuestro empleador estima que podemos aportar. La buena noticia es que, con frecuencia, estudiar aumenta nuestras capacidades y nos permite aportar más valor a nuestro trabajo. De alguna manera, es como si empujáramos hacia arriba esa restricción implícita sobre nuestro salario.
Ahora bien, no olvidemos de que para que eso ocurra, nuestros estudios realmente deben potenciar nuestras capacidades. Es decir, que los conocimientos que adquirimos estén relacionados con nuestro puesto de trabajo y nos ayuden a lograr un mejor desempeño. Por ello, es importante elegir bien qué vamos a estudiar, ya que el simple hecho de tener un título no garantiza que vayamos a trabajar mejor.
Otros factores a tener en cuenta
La situación sectorial, el mercado laboral y las regulaciones también pueden influir sobre lo que nos pagan por nuestro trabajo
Por otra parte, incluso si nuestras capacidades reales mejoran, tampoco tenemos la garantía de cobrar más. En primer lugar, porque la situación del sector tiene un gran impacto sobre los salarios.
Pensemos, por ejemplo, en un arquitecto recién licenciado que busca trabajo en un contexto de burbuja inmobiliaria, donde los precios de la vivienda no paran de subir. En ese caso, los salarios tenderán a ser mejores, porque los ingresos de las constructoras por cada vivienda que ese arquitecto pueda diseñar serán muy altos.
Ahora bien, si esa misma persona, con esos mismos estudios, saliera a buscar trabajo mientras los precios de la vivienda caen, será mucho más difícil conseguir un buen salario. Sencillamente, porque en ese contexto dejará de ser rentable pagar buenos sueldos, y por ello los empleadores no estarán dispuestos a pagar tanto como en la fase ascendente de la burbuja.
Otro factor que influye es la oferta laboral, es decir, la cantidad de personas que estarán dispuestas a hacer un trabajo por un salario determinado. La abundancia de mano de obra disponible, por lo general, presiona a la baja los salarios, mientras que donde hay escasez de trabajadores suelen pagar mejores sueldos.
Por ello, puede ocurrir que en un trabajo poco cualificado que nadie quiera hacer se acaben pagando mejores salarios que en otro donde hacen falta estudios, pero sobran los candidatos.
Por último, también hay factores externos que influyen sobre los salarios. En muchos sectores, la regulación estatal o los convenios sindicales juegan un papel importante. En otros, incluso existen sistemas de cupos o licencias (como en el caso de los médicos) que restringen artificialmente la entrada de nuevos trabajadores y así se mantienen altos los salarios.
¿Es rentable estudiar?
Hay una correlación positiva entre nivel de estudios y salarios, si bien se trata de una tendencia general que no aplica a todos los casos particulares
Dicho esto, la evidencia demuestra que, en general, estudiar sí mejora nuestro salario. O al menos, es el caso de la mayoría de países de habla hispana, como podemos observar en la gráfica.
El caso más paradigmático es México, donde las personas con estudios superiores ganan, en promedio, más de 9 veces lo que ganan los trabajadores sin instrucción. Siguen en el ranking Colombia y Chile, con un gran diferencial en el nivel de ingresos entre la población más y menos educada del país. Por ello, podemos decir que en estos países, estudiar y formarse es especialmente rentable.
Del otro lado tenemos a Cuba, España y Bolivia. Sobre la isla caribeña solo podemos decir que, al tener una gran parte de la fuerza laboral ocupada en sectores regulados por el Estado, es difícil tomar los salarios como un precio de mercado, ya que son establecidos por las autoridades políticas.
España, por su parte, cuenta con una economía con graves desajustes entre la oferta educativa y las necesidades del mercado laboral. Estas carencias dan lugar a trabajos cualificados, pero mal pagados, lo cual baja el promedio y compensa el efecto de las profesiones mejor pagadas. Algo similar ocurre en Bolivia, más allá de la diferencia entre los mercados laborales de ambos países.
El papel de la educación financiera
No se trata del hecho en sí de adquirir conocimientos, sino de tener instrumentos para tomar mejores decisiones
Por otra parte, también hay una rama de estudios que, si bien puede no estar ligada a nuestro trabajo, suele beneficiarnos económicamente. Se trata de la educación financiera.
En este caso, el objetivo no es solamente acumular conocimiento teórico. Al contrario, se trata de un instrumento para ayudarnos a tomar mejores decisiones. Algunas de las cuales, dicho sea de paso, implican a nuestra carrera profesional.
Imaginemos que tenemos la posibilidad de cambiar de trabajo y estamos analizando las condiciones de una oferta laboral. Con una educación financiera básica, podemos entender cómo nos afectan sobre el salario final cuestiones como convenios, impuestos, bonificaciones, etc.
Gracias a ello, podremos tener una idea más clara de cómo una oferta laboral puede traducirse en condiciones concretas. Lo cual, a su vez, nos ayuda a tomar mejores decisiones en nuestra vida laboral.
La importancia de formarse
Si bien estudiar no mejora siempre nuestro salario, bajo ciertas condiciones aumenta mucho las posibilidades de que esto ocurra
En conclusión, podemos decir que dedicar tiempo y dinero a formarnos es una buena inversión. Incluso sabiendo que un título no nos garantiza nada, desde luego mejora nuestras posibilidades.
Eso sí, para que esto sea posible, debemos recordar los factores mencionados anteriormente. No podemos olvidar cuestiones como la evolución del mercado, la oferta y demanda de trabajo, los convenios y la legislación.
Lo más importante, sin embargo, es elegir bien qué es lo que estudiamos. Así, podremos centrar nuestros esfuerzos en aprender cosas que nos ayuden a trabajar mejor, sin olvidar tampoco la importancia de la educación financiera.
Por ello, desde Economipedia, portal líder en educación financiera, animamos a nuestros lectores a seguir formándose y, así, invertir en su futuro.