La Alemania nazi fue un régimen totalitario (1933-1945) en el que el dictador Adolf Hitler gobernaba el país respaldado por el aparato político del Partido Nacionalsocialista.
Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania quedó sumida en la miseria. El país se enfrentaba al abismo económico y había sido condenado a pagar el alto coste de la guerra.
El contexto de hiperinflación, desempleo y pobreza fue uno de los factores clave que impulsaron el ascenso de una ideología totalitaria como el nazismo. En 1933, el dictador y genocida Adolf Hitler se alzó con el poder en Alemania.
Para llevar a cabo sus planes expansionistas, Hitler necesitaba una economía alemana sólida. La economía debía estar subordinada a los intereses del Estado, al tiempo que se incidía en una fuerte industrialización. Así, se implementó un amplio programa de obras públicas y se estableció como objetivo una drástica reducción del desempleo.
Un difícil punto de partida de la Alemania nazi
La derrota alemana en la Primera Guerra Mundial fue todo un drama humano, social y económico. El Tratado de Versalles obligaba a Alemania a pagar el coste económico causado por el conflicto. Para pagar tan astronómicas sanciones, el Gobierno germano optó por emitir cantidades masivas de marcos alemanes y la hiperinflación asoló el país entre 1921 y 1923.
Los precios desorbitados castigaron con especial rigor a las clases trabajadoras, a los funcionarios, pensionistas y ahorradores. Todo ello repercutió sobre los productores que, ante semejantes costes, eran incapaces de proseguir con su actividad económica.
Si bien los problemas remitieron en 1924, el crack del 29 y la subsiguiente Gran Depresión golpearon con fuerza a la economía mundial. El descontento y el desempleo eran omnipresentes en la sociedad alemana.
En medio de una convulsa Alemania, proliferó el nazismo y en 1933 Hitler y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán ascendieron al poder. Sacando partido del descontento social, Hitler había prometido llevar a cabo una serie de medidas económicas que solucionasen los problemas que padecía Alemania.
¿Qué clase de sistema económico tenía el Tercer Reich?
Como sucedía en la Unión Soviética, el Estado dirigía la economía. Sin embargo, a diferencia de los soviéticos, los nazis permitían la propiedad privada y no nacionalizaron los medios de producción.
Así, los terratenientes conservaban sus vastas propiedades, la banca continuaba siendo privada y las empresas industriales como Krupp, Siemens y Porsche, entre muchas otras, resultaron clave en el rearme alemán. Más aún, durante el Tercer Reich, los grandes empresarios de la industria alemana acrecentaron su riqueza y se beneficiaron de la mano de obra esclava.
Para el rearme alemán era necesaria una gran industria capaz de producir ingentes cantidades de material bélico. De este modo, el Estado pasó a convertirse en el primer cliente de la industria germana. Todo ello se financió a través de una fuerte política de endeudamiento.
Cabe señalar que, con vistas a la guerra, en 1936 Alemania puso en funcionamiento un plan cuatrienal. Dicho plan implicaba preparar para la guerra a Alemania y su economía, para lo cual el país debía ser capaz de subsistir en la autarquía.
El «milagro» económico alemán de los años 30
Resulta llamativo que la tasa de desempleo de Alemania pasó del 43,8% en 1932 al 12% en 1936. Muchos se preguntan cómo el Tercer Reich consiguió semejante reducción del desempleo.
Para ello, Hitler nombró ministro de Economía a Hjalmar Schacht, quien había presidido el Banco Central de Alemania entre 1923 y 1930. Inmediatamente, los nazis implementaron medidas de fuerte calado económico.
En este sentido, Alemania dejó de pagar las cuantiosas sanciones impuestas por el Tratado de Versalles y llevó a cabo el denominado Programa Reinhard. Semejantes medidas suponían el desarrollo de un ambicioso programa de obras públicas y el fortalecimiento y desarrollo de la industria militar.
Para financiar tal cantidad de gasto público, el Estado alemán optó por el endeudamiento. Así, el Estado daba créditos a las empresas a cambio de que generasen beneficios.
Sin embargo, no todo fueron medidas económicas convencionales. Como país totalitario, la Alemania nazi recurrió al saqueo. Los grandes damnificados fueron los judíos, que vieron cómo los nazis les usurpaban sus propiedades. Por otra parte, la expansión territorial del Tercer Reich mediante anexiones e invasiones también permitió a Alemania proveerse de vastos recursos económicos.
El estado de bienestar en la Alemania nazi
Para ganarse el respaldo social de los alemanes, los nazis eran conscientes de que necesitaban generar prosperidad económica y social. Por ello, un empleo estable, una vivienda digna, un automóvil propio y unas vacaciones, pasaron a ser elementos clave en la política del estado de bienestar.
Para los nazis, la mujer debía permanecer en el hogar, dedicándose a la crianza de los hijos. Así, la responsabilidad del empleo recaía sobre el hombre. Para sustentar estas ideas era necesario un respaldo económico a las familias, que podían beneficiarse de créditos a la familia en condiciones muy favorables.
Con la finalidad de reducir el desempleo, en 1934 se creó una organización denominada Servicio de Trabajo del Reich. Esta organización proporcionó la mano de obra necesaria para la construcción de obras públicas, así como para proyectos de apoyo al ejército y la agricultura.
Ahora bien, desde el punto de vista laboral, los sindicatos y las huelgas fueron prohibidos, siendo el Frente Alemán del Trabajo el único sindicato permitido. Pero el verdadero objetivo del Frente Alemán del Trabajo no era la defensa de los intereses de los trabajadores, sino el incremento de la producción.