Financiamiento del déficit
El financiamiento del déficit corresponde a la obtención de recursos para poder solventar una situación en donde los ingresos del gobierno son menores que sus gastos.
El financiamiento del déficit es la forma en la que el gobierno decide solventar la diferencia negativa entre sus ingresos y gastos. Existen varios caminos alternativos, no obstante, ninguno de ellos está exento de problemas.
Alternativas para financiación del déficit
Existen varias alternativas de financiamiento, todas ellas tienen desventajas que es necesario tener presente al momento de tomar una decisión:
Emitir dinero
Una forma aparentemente sencilla para financiar la diferencia entre ingresos y gastos es emitir más dinero. En algunos países, esta decisión es facultad exclusiva del gobierno, el que puede decidir cuánto dinero emitir.
La principal desventaja de esta alternativa es crear inflación. Crear más dinero (sin ningún respaldo real) lleva a que el valor del dinero se reduzca. Lo anterior implica que los bienes y servicios tenderán a aumentar su precio y con ello se generará inflación.
Subir los impuestos
Otra opción es aumentar una de las fuentes de recursos más importantes del gobierno: la recaudación de los impuestos. Sin embargo, el aumento de impuestos puede tener consecuencias negativas en la economía. Dado que las familias ven reducidos sus ingresos disponibles, comprarán menos bienes y servicios. Las empresas venderán menos. Se reducirá entonces su producción y el número de empleados.
Al final, la subida de impuestos (por sobre cierto límite) puede hacer caer la producción, generar desempleo e incluso, reducir la recaudación.
Generar deuda pública
Otro camino que puede tomar el gobierno es pedir prestado a las empresas, familias y otros agentes del país. Una forma de hacerlo es a través de la emisión de bonos gubernamentales que ofrecen una tasa de interés y/o otras condiciones atractivas para los potenciales compradores.
Esta alternativa tendería a reducir el efecto negativo de la inflación por emisión, no obstante, tampoco está libre de problemas. Entre ellos encontramos que, dado que el gobierno debe atraer compradores con una tasa de interés atractiva, en el futuro se verá obligado a pagar intereses. De esta forma, es posible que sólo se esté trasladando la deuda desde hoy al mañana.
Otro inconveniente es que, como los recursos son limitados, cuando el gobierno logra conseguir recursos de los privados o los bancos privados, estos recursos se están dejando de utilizar para la inversión de las empresas privadas o los proyectos de las familias, lo que en el futuro puede repercutir en un menor crecimiento.
Consideraciones adicionales
El tema del déficit suele ser tratado desde el punto de financiarlos. Es decir, ¿cómo podemos financiar el dinero que nos falta? Sin embargo, si el déficit se mantiene a largo plazo, las empresas, los gobiernos u otro tipo de instituciones corren el riesgo de que su deuda alcance niveles insostenibles.
Así pues dados los efectos perjudiciales que tiene la emisión de dinero para el financiamiento del déficit en la economía, muchos países han decidido prohibirlo o sólo permitirlo bajo circunstancias muy restringidas.
Una fórmula usual para el control de la emisión de parte del gobierno ha sido la creación de bancos centrales independientes, los cuales son administrados por personal técnico (no político).
¿Y por qué no eliminar o reducir el déficit?
Aunque no se trata de una forma de financiamiento, ya que si no existe no puede ser financiado, eliminar o reducir el déficit es una forma de eludir los efectos perjudiciales del mismo. Ahora bien, ¿cómo reducir el déficit?
Existen dos vías para reducir el déficit:
- Ingresar más: Es decir, generando valor. Por ejemplo, fomentando la investigación de productos que luego puedan ser exportados al resto del mundo. También podríamos añadir la lucha contra la corrupción (malversación de fondos) o la lucha contra la evasión fiscal.
- Gastar menos: Realizar recortes en servicios o bienes públicos. Aunque suele ser una medida impopular, es una forma de reducirlo. Conviene, en este punto, destacar que gastar menos no tiene por qué implicar recortes sociales. Ya que si el gasto es más eficiente, se puede incluso conseguir más servicios con un menor coste.