La crisis sanitaria del coronavirus ha obligado a confinar en sus hogares a buena parte de la población mundial. La economía mundial se ha paralizado, entrando en estado de hibernación. Entre los efectos económicos más dolorosos que ya se están sintiendo, se encuentra la destrucción masiva de puestos de trabajo.
Ante un virus completamente nuevo y tan contagioso como el COVID-19, las autoridades han apostado por el confinamiento para hacer frente a la pandemia. Ahora bien, este gran confinamiento significa poner freno a gran parte de la actividad económica, lo que provoca una fuerte caída en la producción y en el consumo y, por ende, tiene efectos muy perjudiciales sobre el empleo.
La fuerte caída de la demanda de bienes y servicios en todo el mundo ya está afectando a todas las empresas. Ante una fortísima caída de los ingresos en las empresas, estas se ven abocadas a efectuar despidos y suspensiones de los contratos de trabajo. Ahí están las cifras para ilustrar la dramática situación en el empleo, pues la OIT estimó la destrucción de 195 millones de puestos de trabajo con jornada completa para el segundo trimestre del primer año.
El incremento del desempleo es un hecho innegable. Sin embargo, no es la única consecuencia. Así, quienes mantengan su puesto de trabajo, pueden ver perjudicadas sus condiciones laborales.
Las consecuencias laborales de la crisis del COVID-19 se están plasmando en un incremento de la solicitud de subsidios de desempleo, en un aumento desbocado de las suspensiones de contratos de trabajo y en la intervención de los gobiernos mediante planes de estímulo para evitar la caída de la economía y daños mayores en la destrucción de empleo.
El modo en que se afronte la vertiente laboral de esta crisis sanitaria y económica va a ser clave en el devenir de la economía mundial. Para ello, serán necesarios grandes acuerdos entre empresas, sindicatos y gobiernos, la protección del empleo mediante la suspensión de contratos de trabajo (ERTES), fuertes estímulos a la economía y un decidido soporte a empresas, en particular a los autónomos.
Más allá de las grandes claves de la respuesta económica y laboral, conviene analizar cuáles están siendo los efectos de esta masiva destrucción de empleo en todo el mundo.
Latinoamérica
Si bien es cierto que la pérdida de puestos de trabajo también afectará a Latinoamérica, se prevé que su impacto sea menor. Con Europa como actual epicentro de la pandemia, los países latinoamericanos han tenido tiempo para prepararse y amortiguar en la medida de lo posible los impactos sanitarios y económicos. Eso no quiere decir que Latinoamérica esté libre de una fuerte caída en el empleo.
Los sectores más castigados y el empleo informal
A nivel global, los sectores que sufran con mayor rigor los efectos de la crisis serán la hostelería, la construcción, las fábricas, los establecimientos comerciales y áreas como las artes y los negocios. He aquí una amenaza para América Latina, pues buena parte de los trabajadores latinoamericanos (un 44% según la OIT) desempeñan su actividad profesional en esta clase de sectores. El riesgo de perder el empleo es todavía mayor en México, donde hasta el 51,5% de los trabajadores trabaja en los sectores más afectados por la destrucción de empleo.
El llamado empleo informal es uno de los más vulnerables ante la crisis del COVID-19. Estamos ante un tipo de trabajadores totalmente desprotegidos, pues su empleo, pese a estar remunerado, no queda oficialmente registrado, lo que significa que queda fuera de toda protección de las leyes laborales.
He aquí otro factor de riesgo no solo para Latinoamérica, sino también para el Caribe. Y es que, el 54% de los trabajadores no cuentan con ningún tipo de protección laboral al desempeñar empleos informales.
Desequilibrios fiscales
Ante la debilidad de ciertos sectores laborales y situaciones de emergencia como la crisis del coronavirus, es donde los estados intervienen en la economía para frenar la caída del empleo, ayudar a las empresas y brindar protección social a los trabajadores.
Ahora bien, estimular la economía requiere Estados fuertes y bien provistos de recursos financieros para volver a poner en marcha los engranajes de la economía. El problema se encuentra en que muchos países latinoamericanos atraviesan situaciones muy delicadas a nivel fiscal y su capacidad para responder a nivel económico a esta crisis puede verse limitada.
China
China, como foco de origen de la pandemia, ha sido el primer país en sufrir los efectos sanitarios y económicos.
Pese a que China es una gran potencia comercial a nivel mundial, el confinamiento masivo también ha tenido consecuencias sobre sus exportaciones. Así, millones de chinos que trabajaban en actividades relacionadas con la exportación, han perdido sus puestos de trabajo. Pero, sin lugar a dudas, el sector más afectado de la economía china es el sector servicios.
Un grave problema a señalar es que existe un importante número de ciudadanos chinos carecen de toda protección social, sin un sueldo y sin ningún tipo de subsidio que les permita subsistir mientras dura la crisis. Para ellos, se hace más que acuciante la recuperación de la actividad económica y del empleo.
Volver a poner en marcha la economía
Si bien China se está recuperando, volver a poner en funcionamiento su vasta economía está llevando tiempo. No solo se trata de restablecer la producción, sino que es necesario restablecer el consumo. Para ello, China va a tener que movilizar un enorme músculo económico de millones de trabajadores. Si el gigante asiático logra recuperar el empleo y la demanda, hará girar la rueda de la economía, recuperando un cierto equilibrio.
A pesar de que, lentamente, China se esfuerza por restaurar su maquinaria económica, la situación social de los trabajadores chinos ha sido muy complicada. Ante la caída en la facturación de las empresas, las empresas chinas sufrieron problemas de liquidez y sus trabajadores dejaron de percibir ingresos o vieron reducidos sus salarios. Con este panorama, los trabajadores chinos han tenido más dificultad para afrontar sus gastos cotidianos y pagos de alquileres e hipotecas.
Tratando de atenuar las consecuencias económicas, las autoridades chinas han tomado medidas para ayudar a las empresas. En este sentido, cabe señalar que, en ciudades como Pekín, se ha permitido que las empresas no abonen las cotizaciones sociales.
El problema de los migrantes
Tampoco hay que olvidarse de un colectivo especialmente vulnerable a nivel laboral. Se trata de los llamados migrantes. Muchos de ellos, procedentes de las zonas rurales, se desplazaron a las ciudades en busca de trabajo. Esta crisis reviste un gran peligro para los migrantes, dado que, si pierden sus empleos, deberán volver al campo y, en consecuencia, volverán a caer en una situación de pobreza. Tratando de mitigar las complicaciones que padecen los migrantes, las autoridades chinas han apoyado a estos colectivos facilitando el acceso a sanidad, vivienda y educación.
Por el momento, se estima que la economía china está operativa en un 70%, aunque quienes más complicado le están teniendo para retomar su actividad son las pequeñas y medianas empresas.
Estados Unidos
Estados Unidos, como país con mayor número de contagios por coronavirus, ya ha entrado en recesión. La situación del empleo ha dado un vuelco en el país. Así, antes de la crisis del COVID-19, Estados Unidos mostraba una muy baja tasa de desempleo, del 3,5% en diciembre de 2019.
Aumento de las solicitudes por subsidio de desempleo
Pero el cese de la actividad empresarial, una vez más, ha propiciado la caída de ingresos en los negocios y, en consecuencia, millones de estadounidenses han engrosado las listas del paro. Estamos hablando de 6,6 millones de norteamericanos que, ante la pérdida de sus empleos, han tenido que recurrir a los subsidios de desempleo como red de seguridad para esta delicada situación.
La pandemia continúa extendiéndose por Estados Unidos, por lo que se teme que los efectos sobre el desempleo sean aún mayores, conllevando un aumento en las solicitudes de subsidios por desempleo.
Un paquete económico para mitigar la destrucción de empleo
Si bien el impacto económico y laboral va a ser especialmente duro en Estados Unidos, el país parece tener la fortaleza necesaria para el golpe. Ante una pérdida masiva de empleos y una situación económica y sanitaria de tal excepcionalidad, se hace necesaria la intervención del gobierno. Por ello, el gobierno que preside Donald Trump va a emplear hasta el 10% de su PIB (2,2 billones de dólares) para estimular la economía.
El paquete económico que Estados Unidos ha preparado para frenar la sangría laboral y económica consiste en créditos, ayudas y avales a empresas, seguros de desempleo, apoyo económico a otras administraciones públicas y un refuerzo económico del sistema sanitario. Cabe señalar que tanto los trabajadores por cuenta propia como quienes tienen un contrato temporal, podrán acogerse a estas ayudas.
España
España, especialmente afectada por el COVID-19, tiene un horizonte complicado por delante, pues el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya anticipa que alcanzará una tasa de desempleo del 20%. La situación laboral ya se hace sentir en España y son 6,3 millones de autónomos y trabajadores por cuenta ajena quienes recibirán prestaciones.
Suspensión de contratos de trabajo
Una fórmula utilizada masivamente en España para minorar la destrucción de empleo han sido los ERTES. Este instrumento no pone fin a los contratos de trabajo, sino que suspende temporalmente la relación laboral. Así, cuando finalice el parón de la actividad laboral y económica, los trabajadores podrán regresar a sus puestos.
Precisamente, nuestra compañera Janire Carazo detallaba el funcionamiento de los ERTES en el contexto de la crisis del coronavirus en sus artículos España: ¿Cómo nos afectan las medidas laborales por el COVID-19? y España: ¿Cómo nos afectan las nuevas medidas laborales por el Covid-19? (Parte II).
Autónomos
Sin duda, la suspensión de los contratos de trabajo es una medida que ayudará a conservar numerosos empleos. Sin embargo, un engranaje fundamental en la economía española son los autónomos o trabajadores por cuenta propia. Estamos hablando de más de medio millón de autónomos que, ante el cese de la actividad, han tenido que pedir ayudas por caídas en sus ingresos. Para poder solicitar esta ayuda será necesario que acrediten descensos en sus ingresos superiores al 75% con respecto a la media de la facturación obtenida entre septiembre de 2019 y febrero de 2020.
Dada su importancia en el peso de la economía española, cabe señalar que van a ser necesarias importantes medidas para apoyar a los autónomos.
Así pues, en España, la respuesta al duro escenario laboral que se presenta pasa por consensos entre empresarios y sindicatos, por unas leyes laborales que atenúen los efectos sociales de la crisis, por ayudas a empresas y autónomos y por un papel importante del estado en la batería de medidas necesarias para reactivar la economía.