Todos seguramente habremos oído que lo más difícil de invertir es saber cuándo hacerlo. ¿Es esto cierto? ¿Cómo podemos saber si vamos a invertir en el momento adecuado?
Es probable que la mayoría de nosotros conozca a alguien que ha perdido dinero invirtiendo en algo, solo por haberlo hecho en mal momento. Y si no conociéramos a nadie, solo bastaría con mirar a nuestro alrededor, porque hay multitud de ejemplos.
Un ejemplo fácil de encontrar es que muchas personas han comprado una casa justo antes de que caiga del precio del suelo, y será muy difícil que recuperen su dinero. Otras, invirtieron en Bolsa pagando demasiado por unas acciones que se acabarían derrumbando por una crisis financiera.
A la vista de casos de este tipo, podríamos pensar que el momento lo es todo. De hecho, ese es el mensaje que en ocasiones se transmite a quienes quieren aprender a invertir. Lo que ocurre es que puede malinterpretarse si no asumimos que, a la hora de analizar una inversión, lo primero es entender sus bases fundamentales.
Los fundamentos de una inversión
Estas primeras preguntas son esenciales, ya que nos ayudan a definir lo que buscamos
Lo primero que debemos plantearnos es qué tipo de inversión queremos hacer. ¿Estamos hablando de comprar una casa, o de invertir en bolsa? ¿Qué tipo de activo queremos adquirir con nuestra inversión?
Estas primeras preguntas son esenciales, puesto que nos ayudan a definir lo que buscamos. Quizás tenemos la idea de una segunda vivienda, pero no es lo mismo comprar un apartamento en la ciudad para alquilarlo que una casa en la playa para disfrutarla en verano. Si queremos entrar en el mercado bursátil, sucede algo similar, ya que cada activo financiero tiene sus propias características.
Una vez que tenemos esto claro, la siguiente pregunta es por qué queremos hacer esa inversión en concreto. ¿Es porque hemos hecho un buen análisis, porque alguien nos ha hecho una recomendación, o solo porque nos parece una buena idea? Es muy importante preguntarnos esto, ya que a veces podemos descubrir que nuestras decisiones no se basan en criterios tan firmes como creemos.
Por otra parte, también es crucial conocer qué es lo que hace que nuestra inversión sea rentable. Por ejemplo, si vamos a comprar acciones de una empresa a largo plazo, deberíamos conocer a qué se dedica, sus cuentas de resultados, etc. Para esto hay dos tipos de análisis que pueden ser muy útiles, el fundamental y el técnico.
Por último, la pregunta quizás más importante es qué queremos conseguir con nuestra inversión. ¿Estamos pensando en una forma rápida, aunque quizás arriesgada, de ganar mucho dinero? ¿Buscamos un beneficio a largo plazo? ¿Queremos simplemente proteger nuestro dinero de la inflación? Cuando hayamos respondido a esta pregunta, podremos comprobar en qué medida los fundamentos de nuestra inversión pueden servir a esos objetivos.
Estas preguntas nos ayudan a entender en qué debemos invertir. Veamos ahora cuándo hacerlo.
¿Cuándo es el mejor momento para invertir?
Analizando la evolución de los precios, podemos entender si estamos en un ciclo alcista o bajista
Ahora que tenemos claro cuáles son nuestros objetivos y los fundamentos de nuestra inversión, veamos cuál es el mejor momento para llevarla a cabo.
El primer factor que siempre se nos viene a la cabeza son los precios. Es el más intuitivo, ya que todo el mundo entiende que se puede ganar dinero comprando barato y vendiendo caro. Sin embargo, el problema está en definir, en nuestra inversión particular, qué precio es caro o barato.
En este sentido, una herramienta muy útil es el análisis histórico. Estudiando la evolución de los precios, podemos entender si estamos en un ciclo alcista o bajista. También tenemos la posibilidad de comprender el grado de volatilidad, un factor fundamental para valorar el riesgo que supone la inversión.
Por otra parte, seguir la evolución del precio presente nos permite calcular los márgenes de beneficio y la rentabilidad que obtendríamos si se cumplen nuestros objetivos. Por ejemplo, si el precio esperado de una acción es de 100 USD y ahora se vende por 80, sabemos que tendríamos una ganancia de 20 si se cumple nuestra expectativa.
Además, hay muchos otros factores a tener en cuenta que no van directamente ligados a los precios. Algunos son internos, como por ejemplo si la empresa anuncia un cambio en la directiva, lo cual puede «sacudir» al mercado, tanto positiva como negativamente.
Otros factores son externos, como la política monetaria de los bancos centrales o incluso noticias del ámbito geopolítico. Basta recordar cómo una subida de los tipos de interés, o un conflicto bélico en otro país, pueden arrastrar a la baja las acciones de muchas empresas en todo el mundo, aunque no tengan una vinculación directa con dichos eventos.
Relación entre momento y fundamentos
Un factor coyuntural puede convertirse en fundamental (y viceversa)
Hasta ahora, hemos explicado los fundamentos de una inversión y el momento como dos cuestiones separadas. Y en cierta medida lo son, pero también pueden ser interdependientes.
En este sentido, lo importante es distinguir qué factor corresponde a cada tipo de análisis. Lo cual puede ser más difícil de lo que parece, dado que, en ocasiones, lo que empieza siendo una cuestión coyuntural acaba formando parte de los fundamentos.
Imaginemos que, por ejemplo, se imponen sanciones internacionales a un país donde la empresa en la que queremos invertir tiene una buena parte de su negocio. Lo normal sería que las acciones caigan, pero, ¿lo hacen por un factor coyuntural o fundamental?
La respuesta, lamentablemente, es que depende del impacto en el tiempo que pueda tener esta decisión. Si se puede revertir rápidamente, quizás podríamos decir que invertir en dicha empresa sigue siendo una buena idea, aunque ahora es un mal momento para hacerlo.
Sin embargo, si la situación se prolonga en el tiempo y la compañía no consigue reinventarse, la inversión en sí misma quizás haya dejado de ser buena. Estamos, por lo tanto, ante un caso en el cual los factores del momento han pasado a ser fundamentales.
De la misma manera, también puede ocurrir lo contrario. Por ejemplo, una empresa puede estar sujeta a una regulación que restringe su crecimiento. Si se levanta esa restricción, pasaría a tener un gran potencial, aunque no se vea aún reflejado en su última cuenta de resultados.
En este caso, la escasez de beneficios ha dejado de ser un factor fundamental, para convertirse en coyuntural.
El rol de las expectativas
El estudio del momento quedaría incompleto sin las previsiones a futuro
Como seguramente habremos podido intuir de los ejemplos mencionados, las expectativas juegan un papel muy importante en las decisiones de inversión. Además, están claramente relacionadas tanto con los fundamentos, como con el momento elegido.
Primero hemos hablado de los fundamentos, es decir, los factores a largo plazo que explican el comportamiento de nuestra inversión. Conociéndolos, podemos hacer una previsión sobre cómo va a evolucionar en el futuro.
Por ejemplo, sería razonable esperar que una empresa va a crecer si se dedica a vender un producto que muchas personas han demandado a lo largo de los años, y siguen comprando ahora. También es importante que tenga libertad regulatoria para seguir creciendo, y una estructura de capital sólida que le permita afrontar problemas en el futuro sin comprometer su solvencia.
En este sentido, si aplicamos el análisis histórico para entender si el precio presente es similar al esperado, también deberíamos tener en cuenta estos fundamentos. Dado que, como todos sabemos, la evolución histórica de un activo no garantiza rentabilidades futuras.
En otras palabras, el estudio del momento quedaría incompleto sin las previsiones a futuro. Pero para hacer estas estimaciones, es imprescindible entender los fundamentos de nuestra inversión.
¿Realmente el momento lo es todo?
Podríamos decir que los fundamentos de la inversión responden a la pregunta del qué, y el momento al cuándo
Como hemos mencionado, invertir en el momento equivocado puede ser una decisión con graves consecuencias para nuestra economía personal. Por ello, es esencial entender cuándo es recomendable invertir.
De un lado, hemos explicado los fundamentos de una inversión. Por ejemplo, si queremos invertir a largo plazo en Bolsa y elegimos las acciones de una empresa, debemos entender qué es lo que la hace crecer.
Por otro lado, el momento está compuesto por los factores meramente coyunturales. En este caso, uno de ellos sería el precio de la acción cuando vamos a invertir. Un condicionante que, a pesar de variar constantemente, es tan importante como los mismos fundamentos de la inversión.
En otras palabras, podríamos decir que los fundamentos de la inversión responden a la pregunta del qué, y el momento al cuándo. Ambas preguntas son esenciales, y aunque respondan a factores diferentes, son igualmente necesarias.
Podemos hacer un análisis muy completo sobre qué empresa es la mejor inversión de todas las que cotizan en Bolsa. Pero si acaba de anunciar unos beneficios récord cuando compramos sus acciones, puede que los precios vuelvan a estabilizarse en valores más bajos y no podamos recuperar nuestro dinero. La idea fundamental puede ser muy buena, pero si la ejecutamos en mal momento, no sirve de nada.
Por el contrario, es difícil que podamos conseguir nuestros objetivos si el momento es bueno, pero la inversión en sí misma no lo es. Es bastante habitual oír que, debido a una crisis sectorial, los precios de las acciones de una empresa están en mínimos, así que es una buena oportunidad para comprar. El problema es que, si esa compañía no tiene una capacidad real de recuperar su negocio o reinventarse, lo más probable es que no ganemos dinero con esa inversión.
En resumen, podemos afirmar que, en sentido estricto, el momento no lo es todo, pero es esencial para tomar buenas decisiones, junto con los fundamentos. Por ello, desde Economipedia animamos a nuestros lectores a que, utilizando las herramientas que damos desde este portal, puedan hacer un buen análisis de ambas cuestiones.