Son numerosas las reflexiones que deben hacerse tras la crisis sanitaria del Coronavirus. Entre ellas, conviene meditar la dependencia de China como “factoría del mundo” y gran proveedor mundial. ¿Habrá relocalización industrial tras la pandemia?
En multitud de ocasiones se ha denominado a China “la fábrica del mundo”. Todo ello se debía a la amplia presencia de sus productos en todo el mundo y en numerosos aspectos de nuestra vida cotidiana. Prendas de vestir, ordenadores, teléfonos móviles y juguetes son solo algunos ejemplos.
¿Por qué China se convirtió en la «fábrica del mundo»?
Durante largo tiempo, China ha sido un destino atractivo para multitud de empresas. Los bajos costes laborales y de producción, así como el desarrollo de los transportes y, en consecuencia, de la globalización, animaron a muchas compañías a instalar sus centros de producción en territorio chino. Este proceso comenzó en los años 80, teniendo su auge en los 90 y en la década de los 2000.
Un factor decisivo a la hora de tomar la decisión de trasladar la producción a China fueron los salarios. Con una mano de obra mucho más barata que en los países occidentales y con menos derechos laborales, los bajos sueldos en China permitían compensar los costes del transporte de las mercancías. Sin embargo, esta conocida ventaja se ha puesto en cuestión como consecuencia de la expansión del Coronavirus.
Los problemas de depender de un único suministrador
La dependencia de un único gran suministrador como China ha causado problemas de abastecimiento de material sanitario (tests, mascarillas, equipos de protección y respiradores entre otros). En las economías de los países desarrollados cada vez tenía más peso el sector terciario o sector servicios, mientras que la industria iba perdiendo peso en la economía. Sin embargo, la rápida expansión de un virus como el COVID-19 ha hecho que muchos países se replanteen su modelo económico. Y es que, se hace imprescindible una industria fuerte para poder contar con el material necesario para afrontar una pandemia de esta envergadura.
Por ello, se medita relocalizar la producción, diversificarla o hacerla regresar a los países de origen. ¿Significa esto que estamos asistiendo a los últimos capítulos del famoso “made in China”?
La relocalización de la producción no es un fenómeno que haya comenzado con el estallido de la pandemia del COVID-19. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, con un incremento de las barreras arancelarias, estaba llevando a muchas empresas a retornar a sus países de procedencia o a reubicarse en países en vías de desarrollo. Al mismo tiempo, producir en China ya no resultaba tan barato, pues los salarios de los trabajadores chinos estaban creciendo.
La idea de que producir en China resultaba barato parecía desvanecerse. Prueba de ello es que China estaba deslocalizando su propia producción. Esto significa que solo una pequeña parte de los productos vendidos por China eran fabricados en suelo chino.
Calidad versus precio
Con este panorama, en el que se busca reducir la dependencia de un único proveedor, las empresas ya planean movimientos hacia otras áreas geográficas. Las opciones consisten en trasladar los centros de producción a países próximos y con menores costes laborales o bien hacer regresar la producción al país de origen.
Bien es cierto que China es capaz de producir en grandes volúmenes y a gran velocidad. Sin embargo, la producción en los países europeos suele ser de mayor calidad a pesar de que los costes laborales son mayores. Por otra parte, estos costes laborales solo aumentarían en empresas que requieren un amplio uso de mano de obra. Así, si nos encontramos con empresas en las que la tecnología es el factor clave en la producción, quedaría resuelto el problema de los costes de la mano de obra.
La decisión final a la hora de comprar productos nacionales o productos chinos quedaría en manos de los consumidores. Sobre ellos recaería elegir entre productos de calidad y más respetuosos con el medio ambiente o productos a precios más asequibles, pues China intentará mantener su producción con bajos costes salariales.
Escenarios futuros
Un factor a tener en cuenta es el tiempo que conlleva deslocalizar una industria. Abrir una fábrica supone una inversión a largo plazo que hay que rentabilizar. Por ello, en caso de relocalizar los centros de producción, no se produciría un rápido desmantelamiento de las fábricas ubicadas en China.
No cabe duda de que, dado el tamaño de su población y su poderío industrial y comercial, China continuará siendo una gran potencia económica. Ahora bien, la pandemia del COVID-19 y el incremento del proteccionismo podrían terminar haciendo mella en su economía.
Es más que probable que muchos gobiernos, frente a la crisis económica y al desempleo causados por la pandemia, animen a las empresas a retornar su producción a territorio nacional de cara a un fortalecimiento de la industria nacional que les permita reducir la dependencia de China.
Por último, otro inconveniente que amenaza a China, es la necesidad de contar con una producción cercana. Si las fábricas no regresan al país de origen, sí podrían ubicarse en países próximos. Y es que, los consumidores cada vez demandan productos con mayor rapidez. Este es un importante hándicap para las lejanas fábricas ubicadas en China. Por ello, a pesar del gran desarrollo de la logística a nivel mundial, conviene contar con unas fábricas próximas, que permitan poner los productos a disposición del mercado con gran celeridad.
José Eduardo Prieto dice
Tres variables determinarán el nivel de la vara: la fluctuación de las tasas de capitalización, los costos de transporte y la celeridad de las entregas.
Luis Salas Ochoa dice
No es sencillo el proceso de relocalización de las empresas, pero es razonable pensar que en el tablero de las decisiones estratégicas de largo aliento, esa opción tiene no sólo posibilidad de ser asumida, sino alta probabilidad de funcionamiento en un relativo mediano plazo. Lo que está en juego no es sólo un escenario económico y comercial. Las potencias capitalistas saben perfectamente que está en juego la recomposición del nuevo paradigma de las relaciones internacionales. Es decir, el inestable equilibrio del poder mundial. El modelo chino se sostiene de la renta que produce el mundo capitalista y de la neo esclavitud que el régimen mantienen fronteras adentro.
Carlos Granados dice
Hay una razón de vital importancia para que los gobiernos y pueblos desistan de producir en China y comprar en China: el oscurantismo típico de los gobiernos socialistas/comunistas, dictatoriales. Esta característica es corresponsable de la actual tragedia por la ocultación e intransparencia de China y sus manipulaciones poco éticas. Adicionalmente China usa su poderío económico y tecnológico para tratar de someter o subyugar a gobiernos y pueblos del mundo, razón por la cual es incluso necesario pensar si conviene promover un boicot global contra este tipo de países totalitarios, oscurantistas como China, Cuba, Corea del Norte, Iram, Venezuela, etc. empezando por China hasta que dichos gobiernos den paso a la como democracia.
JAIME RIOSN. dice
COVID-19: El final de made in China? Buen artículo, bien se dice por allí, el mundo da vueltas y nada es eterno; y que también los cambios son dialécticos. Claro que habrá re-colocación, pero quienes han aprendido tecnología con base en la necesidad, saben que es un motor que es cada vez más infinito. Y según lo formulado en geometría fractal: lo que se repite se vuelve repetible y sigue un desarrollo, al infinito. Hoy en día manda la innovación, la tecnología y quienes se enfocan en la ciencia. La productividad os hará millonarios.
Lomba. dice
Si claro, como si el capitalismo hubiese sido un arlequim…El terrorismo es hijo del capitalismo y lo acompañan la corrupción, el crimen, la pobreza, la insolidaridad, la miseria, el abandono a niños y ancianos y todo el mal que se pueda imaginar.
Economipedia dice
Hola,
Desde Economipedia no estamos de acuerdo con tal afirmación. El terrorismo es algo que, desgraciadamente, ocurre en diferentes colectivos de diferente signo político, diferente sistema económico, diferentes religiones y diversas regiones del planeta. En este sentido, los datos nos indican que el capitalismo no apareció hasta el siglo XIII y su implementación no se hizo global hasta el siglo XX. En contraste, existen ejemplos muy variados de terrorismo. Un ejemplo que ilustra este hecho de forma sencilla se remonta al siglo I en Roma. En aquella época surgió la secta de los sicarios, denominados así por la daga (llamada sica) con la que asesinaban a sus víctimas para conseguir sus objetivos políticos.
Nuestro objetivo es hacer la economía sencilla para que todo el mundo la pueda entender. Analizamos las ventajas y desventajas de cada suceso económico. De tal manera que cada persona pueda decidir desde el conocimiento, si está más de acuerdo con las ventajas de uno o con las de otro.
El equipo de Economipedia
Gustavo F. Schürmann dice
El capitalismo ha sufrido numerosas crisis en su historia, la última más aguda fue la Gran Depresión, que indirectamente contribuyó al desencadenamiento de la SGM. Merced al rol de grandes estadistas de la Segunda Posguerra comenzaba a la sazón un nuevo período capitalista, caracterizado por la globalización a largo plazo. La nueva crisis del capitalismo es históricamente inevitable por su propia inherente dinámica. Las tendencias proteccionistas son anteriores a la actual pandemia. Valgan como ejemplo los movimientos nacionalistas en Europa, el Brexit, la confrontación comercial de EEUU con China. Son manifestaciones de una crisis capitalista que seguramente se superará con nuevas relaciones entre capital y trabajo. Siguiendo al economista y sociólogo Joseph Schumpeter el permanente proceso de "destrucción creativa" probablemente nos lleve a una nueva fase capitalista.