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¿Tiene sentido rescatar a Plus Ultra?: La falacia del Concorde

Plus Ultra
28 de julio de 2021
16:52
  • Diccionario económico
Francisco Coll Morales
Lectura: 9 min

El Gobierno de España ha iniciado un rescate para salvar de la crisis a la aerolínea Plus Ultra. Una aerolínea hispanoamericana que podría acabar costando muy cara a la ciudadanía en el país. Veamos en este artículo qué es la falacia del Concorde, y cómo podría ayudarnos en esta situación.

Desde que el COVID se impuso en nuestras vidas, muchas son las empresas que tuvieron que echar el cierre y frenar en seco su actividad por las restricciones aplicadas para frenar el virus. Una paralización que ha provocado que muchas de estas empresas hoy se encuentren al borde de la quiebra. La imposibilidad de recibir ingresos ha provocado que muchas de estas se hayan visto en la obligación de cerrar, y en algunos casos, de forma definitiva.

Para evitar esos cierres, los distintos Gobiernos, en su objetivo de minimizar el daño derivado de la pandemia, impulsaron planes de contención para hibernar la economía y, de esa forma, evitar lo que denominamos como «consolidación de pérdidas«.

Esta hibernación, así como el coste que ha supuesto para las arcas públicas, ha provocado la alabanza de muchos economistas. Economistas que, confiados en una pronta recuperación, veían en esta actuación una decisión sensata y que nos llevaría a alejarnos de los efectos registrados durante la Gran Recesión de 2008. No obstante, de la misma forma, estas ayudas también han despertado críticas por parte de otros economistas. Los cuales, atendiendo a criterios objetivos y basándose en indicadores económicos y financieros, han expuesto su descontento con alguno de estos desembolsos.

En España, uno de los desembolsos que más crispación ha causado ha sido el de la aerolínea Plus Ultra. Una aerolínea que conectaba la península con la región latinoamericana, realizando vuelos a Ecuador, Venezuela, Perú, así como otras economías de Hispanoamérica.

Esta aerolínea, como reflejaron diversos economistas, no optaba a financiación por parte de entidades privadas por el hecho de que la compañía no era rentable ni en tiempos de bonanza económica. El déficit que presentaba la compañía, teniendo en cuenta sus números, pretende seguir estando presente en el futuro, por lo que es una inversión con muchos riesgos.

Pero para colmo, la última decisión por parte de la justicia ha reforzado la postura de estos economistas tan «agoreros», generando dudas sobre el rescate ofrecido por el Gobierno y las formas en las que este se ha llevado a cabo. Un debate que, como veremos a lo largo de este artículo, no es la primera vez que los ocupa.

Pues hace años, un avión europeo llamado Concorde generó un debate similar. Debate que acabó dando nombre a la falacia que hoy nos ocupa en este artículo: la falacia del Concorde.

Un rescate poco rentable

«El análisis llevado a cabo por numerosos economistas suscitaba la necesidad de evaluar esa segunda entrega. Pues los números decían que la compañía no era rentable, mientras el Gobierno pretendía acometer la segunda entrega del capital concedido.»

Con el inicio de la pandemia, uno de los sectores que más sufrió los efectos de la crisis fue el sector turístico. Una situación que ha llevado a muchos economistas a calificar esta crisis, incluso, como una crisis turística.

Con una caída de la actividad de hasta el -84%, cifrando la Organización Mundial del Turismo (por sus siglas en inglés, UNWTO) las pérdidas en los 2,5 billones de dólares, muchas empresas ligadas a este sector se han visto en la obligación de echar el cierre, o, por otro lado, reestructurar su situación financiera para seguir operando.

Para sortear la situación, muchas de estas aerolíneas recurrieron al endeudamiento y a las fusiones para salir airosos. Es el caso de Air Europa, que era adquirida por parte de IAG.

No obstante, no todas las aerolíneas presentaban garantías suficientes como para optar a un rescate por parte de entidades financieras privadas o como para ser adquirida por otro pez más grande. Es el caso de Plus Ultra, que tuvo que ser considerada estratégica por el Gobierno para, así, lograr un rescate que le permitirá seguir operativa; mediante un préstamo ordinario.

Es entonces cuando surgió el debate de si una aerolínea que no supone ni un 0,06% del transporte de pasajeros en España, puede considerarse empresa estratégica para el país. Su volumen de pasajeros en 2019 según AENA fue de 156.139 en España. Por utilizar una comparativa, una aerolínea que nadie dudaría que es estratégica, Iberia, transportó 40 millones de pasajeros en España en ese mismo periodo.

La compañía Plus Ultra suma pérdidas por 13,29 millones de euros en los cinco años en que ha operado.

El rescate ofrecido por el Gobierno se dividió en dos tramos: un primer tramo, donde el Gobierno entregó 19 millones de euros a la compañía, y un segundo tramo, donde el Gobierno preveía entregar 34 millones de euros, culminando con esta segunda entrega la concesión de un préstamo que ascendía hasta los 53 millones de euros.

Y hasta aquí estaba todo correcto.

El análisis de ASNEF refleja que la empresa presenta un nivel de autonomía financiera «ajustado», pues los fondos propios de la entidad representan el 11,6 % del total de fuentes de financiación.

Sin embargo, el análisis llevado a cabo por numerosos economistas, entre los que destaca el del reconocido profesor de la London School of Economics, Luis Garicano, y atendiendo a las finanzas de la compañía y tratándose de una aerolínea que cuenta con una flota con tres aviones operativos, suscitaba la necesidad de evaluar esa segunda entrega. Pues los números decían que la compañía no era rentable, mientras el Gobierno pretendía acometer la segunda entrega del capital concedido.

A cierre de enero de 2019 Plus Ultra estaba en causa de disolución, pues su patrimonio neto representaba menos de la mitad de su capital social. La evitó con un préstamo.

Una situación que hizo dudar, incluso, al propio Tribunal de Cuentas.

Y es que hablamos de un rescate de 53 millones de euros, del que ya se han entregado 19, y que no sabemos si podremos recuperar. La debilitada situación de esta aerolínea, así como el hecho de que esta ya era deficitaria antes del rescate y pretende seguir siéndolo en el futuro, nos lleva a un escenario en el que debemos elegir entre renunciar a los 19 millones de euros o, por el contrario, entregar los 34 y confiar en que devolverán el rescate de forma íntegra.

La compañía tiene una deuda a largo plazo de 6.473 millones de euros y a corto plazo suma otros 1.440 millones.

Un escenario en el que, con los números en la mano, la primera opción, como diría Warren Buffett y la ciencia económica, podría ser la más acertada.

Pero, ¡veamos!

¿Es sensato seguir invirtiendo?: Los costes hundidos

«Cuando te encuentras en un agujero, lo mejor que puedes hacer es dejar de cavar.»

Warren Buffett.

Este mismo debate que hoy ocupa a los políticos en España, y que la prensa ha extendido a otros sectores como el fútbol incluso, un día ocupó a otros muchos mandatarios. De hecho, la falacia del Concorde, sirviendo de ejemplo para los economistas, nace por una situación similar a la que vivimos hoy.

Para hacernos una idea, esta falacia, que recibe su nombre por el famoso avión a reacción anglo-francés de pasajeros que estaba llamado a revolucionar los vuelos interoceánicos, hace referencia a lo que en economía conocemos como «costes hundidos«. Una serie de costes en los que ya se ha incurrido y que no se podrán recuperar en el futuro. Entre otros, los costes hundidos contemplan el tiempo, el dinero, así como otros recursos que se gastaron en un proyecto, inversión u otra actividad y que no se podrán recuperar.

Para los economistas, una regla importante con respecto a los costes hundidos es que estos no deben ser tomados en cuenta en las decisiones económicas de inversión. Pues corresponden al pasado y lo relevante en estos casos es evaluar las oportunidades de obtener ganancias futuras.

Esto es así por su relación con lo que los economistas denominamos como «coste de oportunidad«. Pues los costes hundidos son los costes que hemos asumido al escoger una alternativa. Por ello, si todavía estamos a tiempo de escoger la otra alternativa, no importa los costes (hundidos) en los que hayamos incurrido cuando escogimos la primera, pues ya están gastados y conviene analizar la situación de cara al futuro, siendo el objetivo no incurrir en más y engordar las pérdidas.

Y es que, relacionado con los costes hundidos, es interesante escuchar la reflexión al respecto de Warren Buffett, uno de los inversores más reconocidos en el mundo, en la que decía: «Cuando te encuentras en un agujero, lo mejor que puedes hacer es dejar de cavar«.

El propio Buffett, en esta afirmación, estaba explicando los costes hundidos. Costes que, como hemos explicado, no deberían tenerse en cuenta a la hora de seguir invirtiendo en el proyecto. Pues la razón del Gobierno español para ofrecer el segundo tramo del rescate era la posibilidad de no perder los 19 millones ya entregados, pero el riesgo que asumían los españoles, y que advierten los economistas a través de los costes hundidos, le podía llevar a perder 53 millones.

Unas pérdidas bastante más abultadas, y que agravarían la situación de partida notablemente.

La falacia del Concorde: una lección histórica

«Aunque todo el mundo sabía que era un negocio ruinoso, se mantenía el gasto por lo mucho que había costado ponerlo en marcha y por las ilusiones que se habían depositado en él.»

Así, llegamos a la falacia del Concorde. Una falacia que, como decíamos, recibe su nombre por lo ocurrido con el avión Concorde.

Hace 50 años, el Concorde hacía su primer vuelo. Por primera vez, el mundo conocería un avión supersónico, capaz de cruzar el Atlántico en menos de tres horas. Era una maravilla tecnológica adelantada a su época, sin embargo, a los 35 años de su fabricación, desapareció de forma abrupta. Pero, ¿por qué?

La razón, aunque parezca pura casualidad, tiene que ver con los costes hundidos.

Aunque todo el mundo sabía que era un negocio ruinoso, se mantenía el gasto por lo mucho que había costado ponerlo en marcha y por las ilusiones que se habían depositado en él. Un proyecto tan ambicioso, y en el que tantos países habían invertido para que fuese una realidad no podía abandonarse tan a la ligera. Las pérdidas por los gastos en los que ya se había incurrido frenaban la decisión de unos gobernantes que sentían haber derrochado mucho capital público, pero que se enfrentaban al riesgo de seguir derrochándolo.

Finalmente se decidió abandonar y dar por perdido el dinero. El Concorde, orgullo de la tecnología europea, entró en pérdidas y ya es historia, sirviendo en la actualidad para dar nombre a esta falacia, la falacia del Concorde, utilizada como precedente por los economistas ante escenarios como el actual.

La ciencia económica dijo a estos mandatarios que, como muestran los costes hundidos y el propio Buffett en los párrafos anteriores, no tiene ningún sentido seguir invirtiendo en un proyecto teniendo en cuenta esa inversión acometida, pues seguir invirtiendo podría llevarnos a pérdidas millonarias que, como vemos, agravarían notablemente la decisión.

En definitiva, lo que a priori puede parecer la decisión más racional, atendiendo a ese coste de oportunidad y esos costes hundidos, se convierte en la decisión errónea. Podemos perder 19 millones, pero mejor será perder 19 que perder 53. Y, de la misma forma, no se están teniendo en cuenta las acciones que se podrían llevar a cabo con ese dinero, que en el coste de oportunidad se traduciría en un nuevo cómputo de pérdidas de todo aquello que perdemos, y que dejamos de ganar, con este ruinoso rescate.

Dicho esto, ¡escuchemos a la ciencia económica!

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