Economía del Antiguo Régimen

Se entiende por economía del Antiguo Régimen como aquella que precede a la Revolución francesa y a la revolución industrial. Este modelo económico se caracterizaba por un fuerte peso de la agricultura, una sociedad organizada en estamentos y una escasa industrialización.

La economía del Antiguo Régimen se desarrolló entre los siglos XV y XVIII.

En la economía del Antiguo Régimen, la agricultura era la actividad económica de mayor importancia. De ahí que hasta tres cuartos de la población trabajase en labores agrícolas. La industria era escasa, de carácter artesanal, mientras que el comercio se realizaba con las posesiones coloniales en Asia y América.

Para comprender mejor la economía del Antiguo Régimen, cabe señalar que la sociedad se organizaba en estamentos.

Así, la nobleza y el clero formaban parte de un grupo con privilegios, mientras que el pueblo, carente de privilegios, conformaba lo que se conocía como el tercer estado. La diferencia entre los estamentos era abismal, pues la nobleza y el clero disponían de exenciones en el pago de impuestos y de importantes ventajas legales.

La agricultura como principal actividad económica

Con una economía basada en la agricultura, la sociedad del Antiguo Régimen era una sociedad rural, con una escasa concentración de la población en las ciudades.

El modo en que se organizaban la sociedades europeas tenía una gran importancia en la economía. De ahí que destaquen dos tipos de formas de organización:

  • La aldea: Aglutinaba a las familias que trabajaban en el campo y no solo marcaba el modo en que se organizaba su día a día, sino que también determinaba la organización de las tierras y el modo en que se utilizaban los campos para el pastoreo.
  • Los feudos y señoríos: La nobleza y la monarquía podían establecer rentas agrarias e impuestos a sus súbditos.

El comercio en el Antiguo Régimen

Pese a que la agricultura era la principal actividad económica, a lo largo del siglo XVIII, el comercio con las colonias fue ganando importancia. Desde Europa se importaban especias tales como el café, el té y el azúcar. Mientras tanto, nuevos productos textiles se incorporaron al comercio de larga distancia, como las manufacturas textiles de la India o la lana y el lino fabricados en Europa.

Precisamente, el paulatino desarrollo del comercio, contribuyó entre otros factores a consolidar a Francia e Inglaterra como las grandes potencias mundiales. En este sentido, merece la pena remarcar el papel de Inglaterra, pues mostró un gran desarrollo del comercio marítimo. Y es que, solo la flota inglesa representaba más de la cuarta parte de las flotas europeas. Precisamente los buques ingleses se dedicaban a la exportación de productos manufacturados al tiempo que importaban materias primas.

Demografía

En el siglo XVIII la evolución de la demografía venía dada por un siempre complicado equilibrio entre el crecimiento de la población y los recursos. De hecho, los periodos marcados por malas cosechas provocaron graves hambrunas, al tiempo que las enfermedades castigaban a una población debilitada. Precisamente las llamadas crisis de subsistencia enfurecieron a la población, provocando levantamientos populares.

La etapa del Antiguo Régimen se caracterizó por tasas de natalidad y mortalidad elevadas. De este modo, el elevado número de nacimientos era contrarrestado por la baja esperanza de vida y, especialmente por las crisis alimentarias, que ocasionaban unas cifras de mortalidad devastadoras para la demografía.

Pensamiento económico de la época

En el siglo XVIII florecieron importantes corrientes de pensamiento económico, entre ellas las más importantes son:

  • Mercantilismo: Fue preponderante hasta mediados del siglo XVIII y sostenía que la riqueza de un país se medía en función de los metales preciosos acumulados. Por ello, era fundamental impulsar la exportación y reducir el nivel de las importaciones. Todo ello dio lugar a que los reyes tratasen de controlar el comercio a través de las compañías de comercio.
  • Fisiocracia: Entre sus más insignes economistas destaca Quesnay, que argumentaba que la tierra era la principal fuente de riqueza. Así, los campesinos entregaban parte de su renta a los señores y a los comerciantes y artesanos, a quienes compraban manufacturas. Por otra parte, los fisiócratas también eran partidarios de no obstaculizar la economía con reglamentaciones, que fue lo que se conoció como laissez-faire, laissez-passer (dejar hacer, dejar pasar).
  • Adam Smith: Sentó las bases del capitalismo, pues para él, la clave de la riqueza se hallaba en el libre comercio y en el modo en que los individuos podían complementarse a través de la especialización y la organización del trabajo. Para Adam Smith no debía haber intervención del estado en la economía, ni mucho menos monopolios. Por ello, será el mercado quien, por sí mismo, ordene las relaciones económicas, lo que se conoce como mano invisible.

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David López Cabia , 08 de julio, 2020
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