Como ya advertíamos en enero de 2018, la evolución de la economía mundial a lo largo del año que ahora despedimos ha estado marcada por grandes retos, algunos de los cuales han sorprendido por completo a la mayor parte de los analistas.
En este artículo analizamos los cinco hitos de la economía en 2018 y su repercusión sobre el nuevo escenario que se configura con la llegada del nuevo año.
Guerras comerciales
Sin dudas uno de los protagonistas del año ha sido el debate surgido en torno al supuesto retorno del proteccionismo. Un proteccionismo que se ha visto materializado en las restricciones comerciales impuestas por Donald Trump y el temor a una respuesta agresiva por parte de sus socios comerciales, especialmente de China. Las medidas implementadas por el presidente de Estados Unidos han sido aprobadas sucesivamente a lo largo del año y en su mayoría han elevado los aranceles a determinados productos de importación. Entre ellos destacan los relacionados con las industrias del aluminio y del acero.
Si bien estas medidas han sido recibidas con entusiasmo por una gran parte de la población, que ve amenazados sus puestos de trabajo ante lo que consideran una competencia desleal por parte de China, los mercados financieros han reaccionado con desconfianza. Registrando, de este modo, caídas en las principales bolsas mundiales.
Lo cierto es que la guerra comercial en la que parecen estar enfrentados Estados Unidos y China (por no mencionar otros socios comerciales menores como Turquía) ha abierto un amplio debate en la sociedad sobre lo que realmente significa el proteccionismo. En este sentido, si bien la opinión mayoritaria coincide en identificar la subida de aranceles de Trump como un giro proteccionista, tampoco faltan quienes la justifican argumentando que se trata de una manera de igualar las reglas del juego para todos los competidores. Actualmente, algunos de ellos recurren a prácticas de competencia desleal (como la manipulación abierta y directa del tipo de cambio). Desde este punto de vista la restricción de las importaciones desde estos países no constituiría una vuelta al proteccionismo sino una forma de proteger el auténtico libre comercio, donde la competencia se da en igualdad de condiciones.
En cualquier caso, la realidad es que las medidas aprobadas por Washington han sido recibidas de manera dispar por la sociedad, y de forma especialmente negativa en Wall Street. Este temor de los mercados financieros ante un potencial encarecimiento de los productos procedentes de China ha sido, sin lugar a dudas, uno de los factores que explican las caídas de las bolsas en todo el mundo.
Mercados financieros
Como comentamos en el punto anterior, en los últimos meses las correcciones han sido la tónica habitual en los mercados financieros. Las pérdidas han sido tan acusadas, que el IBEX 35 ha caído por debajo de la barrera de los 9.000 puntos. Un índice, recordemos, que a principios de 2015 se encontraba por encima de los 11.000.
Otros índices bursátiles del mundo desarrollado también siguen la misma tendencia: el Nikkei 225 de Tokio ha perdido un 15,8% desde su máximo anual, el CAC 40 de París un 16,8%, del DAX de Frankfurt un 16,5% y el FTSE 100 de Londres un 14,8%.
En Estados Unidos, país al que muchos responsabilizan del problema, tampoco se han visto exentos: el NASDAQ 100 y el Dow Jones Industrial han caído un 17,2% y un 14,79%, respectivamente.
Por último, las bolsas emergentes también han sufrido un fuerte impacto del nuevo ciclo bursátil. Se han registrado duras pérdidas en Brasil (19,9%), China (28,72%), Argentina (16,7%) y México (15,8%).
Pocos productos se salvan de las caídas
Para empeorar aún más la situación, son pocos los productos que no han registrado pérdidas para los inversores. La renta variable, como ya hemos indicado, ha estado sujeta a caídas continuas. Eso sí, esto no significa que la renta fija haya supuesto un refugio válido. Sus rentabilidades siguen lastradas por el nivel artificialmente bajo de los tipos de interés en Europa.
Los fondos monetarios tampoco han podido cerrar el año mucho mejor, teniendo en cuenta la depreciación que muchas monedas han sufrido en los mercados financieros como consecuencia del fortalecimiento del dólar, de la inestabilidad política y de la incertidumbre generada por el recrudecimiento de las guerras comerciales. El resultado es que muy pocos fondos de inversión han conseguido cerrar el año en positivo. Entre los que sí lo han hecho ha sido gracias a tener un porcentaje relativamente alto de renta fija norteamericana o productos específicos denominados en dólares.
El dólar sorprende a los analistas
Precisamente el fortalecimiento de la divisa estadounidense ha sido otro de los hitos económicos del año. Especialmente, porque ha sorprendido a los analistas con una apreciación inusual en los mercados.
Sobre está escenario, era lógico esperar un aumento de la cotización de la divisa como consecuencia del aumento de los tipos de interés. Ahora bien, pocos esperaban un crecimiento tan sólido e incluso una relativa resistencia al efecto de los conflictos comerciales.
Por el contrario, no solamente el dólar ha sido capaz de superar todas las previsiones. Además, otras divisas de las que se esperaba un repunte en los mercados han decepcionado a los inversores. Es el caso del euro, al cual los analistas situaban por encima de la barrera de 1,2 USD/EUR y se ha mantenido todo el segundo semestre en torno a los 1,15.
El fortalecimiento del dólar, por otra parte, tampoco ha tenido el efecto esperado en la balanza comercial de Estados Unidos, traduciéndose en un aumento de las exportaciones de sus competidores comerciales. En realidad, son pocos los países que se han visto beneficiados por la nueva cotización de la divisa norteamericana. De hecho los emergentes se han llevado un duro golpe como consecuencia de un retorno de los flujos de capital hacia la primera economía del mundo.
Crisis en los mercados emergentes
Esta es otra característica de la economía mundial en 2018. Los flujos de capital, que durante las últimas décadas llovían incesantemente desde los países más desarrollados sobre los mercados emergentes, han comenzado a moverse otra vez hacia Estados Unidos. Las dos causas principales son sin duda el fortalecimiento del dólar y el aumento de los tipos de interés de la Reserva Federal. Lo cual incrementa las rentabilidades de los activos financieros.
Recordemos que durante años los inversores sacrificaban la seguridad de sus inversiones a cambio de mejores rendimientos, y en ello radicaba el atractivo de los mercados emergentes. Ahora, con un dólar más fuerte y tipos más altos, se reducen los incentivos para que los inversores apuesten por los emergentes. Esto es debido a que pueden encontrar tanto seguridad como rentabilidad en Estados Unidos.
Por otro lado, también existen otros factores que han influido negativamente en las economías emergentes. Factores como la incertidumbre generada a raíz del aumento de los aranceles (Turquía), el progresivo abandono de los bloques regionales como protagonistas del comercio internacional —en detrimento de los acuerdos bilaterales (Indonesia)—y las políticas de liberalización económica que reflejan sobre el PIB el impacto real de los desajustes macroeconómicos heredados de años anteriores (Argentina, Brasil). La consecuencia de todos estos factores ha sido, por lo general, una fuerte caída en los flujos de capital exterior y especialmente en la cotización de la divisa. Dando lugar a un crecimiento descontrolado de la inflación y, en el caso argentino, a un rescate financiero del FMI.
Europa y sus eternos dilemas políticos
No obstante, los problemas no solamente se han limitado a los mercados emergentes a lo largo de 2018.
La economía europea, como suele ser habitual en las últimas décadas, sufre a causa de factores exclusivamente políticos. Cumpliendo otra de las predicciones que hacíamos a principios de año, entre ellos sin duda el de mayor magnitud es el Brexit, Un Brexit en torno al cual ya ha pasado un año más sin acuerdo, mientras se acerca peligrosamente la fecha de salida efectiva del Reino Unido de la Unión Europea (29 de marzo de 2019).
Como es natural, uno de los grandes lastres que sufren las economías europeas en la actualidad es la incertidumbre de los inversores sobre las posibles consecuencias de que llegue esa fecha sin que exista ningún tipo de compromiso entre las autoridades comunitarias y el gobierno británico. En especial, teniendo en cuenta que el Reino Unido es la segunda economía de la región.
Por otra parte, la solidez de la unión fiscal también está atravesando una dura prueba a lo largo de todo el viejo continente debido múltiples causas. Causas como las dificultades para formar gobierno (Alemania), los problemas sociales internos (Francia), el crecimiento de partidos euroescépticos (Italia) y el fortalecimiento de opciones políticas extremistas e independentistas (España). En general, la tendencia común en todos estos casos suele ser una decepción creciente con las instituciones comunitarias, señalando la estabilidad presupuestaria como una imposición desde Bruselas que poco tiene que ver con el interés particular de cada país.
El resultado, como no podía ser de otra manera, es una relativa relajación de los gobiernos a la hora de cumplir con sus objetivos de déficit. Algo que, sin ningún genero de dudas, ha reducido la confianza de los inversores internacionales en la divisa común. Provocando así, una caída suave pero continua en la cotización del euro.
En hilo con esto, podemos decir que los problemas que atraviesa la Unión Europea son un ejemplo típico de las dificultades que suelen aparecer en las economías más intervenidas (al menos si las comparamos con Estados Unidos o Japón). Ya que los factores exclusivamente políticos suelen tener un impacto desproporcionado sobre la economía. Y, claro está, la economía en mayor o menor medida, queda ligada a los vaivenes propios de la clase política.
Momento de hacer balance
A nivel global, los últimos días de 2018 suelen ser aprovechados por todos para hacer balance de un año que quizás ha traído demasiadas sorpresas en el campo de la economía.
En este sentido, son muchos los mercados que cerrarán satisfechos un año más de crecimiento. Al contrario, otros preferirán dejar atrás un año marcado por la incertidumbre y por problemas que tal vez no esperaban.
En cualquier caso, lo cierto es que la evolución de los problemas actuales será decisiva para configurar el nuevo escenario que se abre ante nosotros, y sobre los cuales nos comprometemos una vez más a tener informados a nuestros lectores a lo largo del año 2019.